Google+ Raúl Acosta: Disfrazarse de As

lunes, 12 de septiembre de 2011

Disfrazarse de As

Este nuevo póker televisivo, tan impuesto actualmente, el “texas hold’em” tiene las reglas del póker, aquel del lejano oeste, de Ton Mix, de John Wayne, de Henry Fonda, de Jesse James y Will Bill Hickok. El póker de aquellas tabernas, del “Saloon”.

En el juego hay categorías. La carta más valiosa es el as. En muchos juegos el as es el naipe más valioso. En nuestro truco sucede, pasa lo mismo con el tute cabrero y su versión superior, el codillo. Arcanos menores, viejos tarots, la historia metida en la leyenda. No importa la razón o la costumbre. El as es la mejor carta.



Los comentaristas del juego (un verdadero hallazgo comercial, que un juego de azar tenga comentaristas a la usanza del juego ciencia, el ajedrez, y de los otros deportes) comentaristas que hablan seriamente del asunto, proporcionaron una metáfora que ha se ha difundido. Hoy es un dicho conocido en ése ambiente:” disfrazarse de as”.

El póker es un juego de apuestas. Al aparecer tres cartas, comunes a todos los jugadores, tres cartas visibles en la mesa de juego, puede aparecer un as. Un jugador apuesta. Se supone que está ganando la jugada porque tiene el as. En ocasiones no lo posee, pero actúa como si lo tuviese en sus dos cartas individuales, que tiene ocultas en su mano. El resto se decepciona. No paga. Quien se arriesga… gana. Se lleva lo que apostó más un fondo común. Los comentaristas dicen:” se disfrazó de as”. Si alguien le paga y le gana los comentaristas completan la frase: “se disfrazó de as, no le creyeron, le pagaron y perdió”.



La sociedad tiene mucho de azaroso, el destino jugando su partida. Todo mecanismo contrafáctico lleva guardada la queja por lo sucedido. Pide un “replay”, una segunda vez. Si no hubiese aparecido mi señora yo seguía con el romance. Si no hubiesen aparecido los precios internacionales de la soja y la vaca seguiríamos mal. De la Rúa se hundió por eso, con este precio de la soja seguían los radicales. La Ha de campo seguiría en 2.000 dólares y Lavagna no hubiese terminado bien su ministerio. Todo, suponen, es casualidad convertida en causa. No contemplan que los productores agropecuarios no se rindieron. Debemos aceptar el azar porque es al revés de los fantasmas: existe. También porque todos vivimos apostando. La lluvia es un azar.





En la política argentina hay un as: Cristina Fernández de Kirchner. La viuda es, en serio, el as de triunfo. Cuando p’onen las tres barajas comunes y está el as en la mesa y ella apuesta es seguro, en estos días, que ella posee la carta.

Hay muchos que se disfrazan de ases, de triunfadores. El bluf dura poco.

La señora Carrió se disfrazó de as y en las internas le pagaron. No tenía la carta ganadora. Perdió.

Agustín Rossi se disfrazó de carta ganadora. Antes lo había hecho Rafael Bielsa. Binner primero, Bonfatti después. El as estaba en otras manos.

Quien casi, pero casi casi tuvo una carta ganadora fue Miguel del Sel. El Midachi, hoy, disfrazado de “la Tota”, da consejos, es la protagonista de un paso de comedia (menor) en el programa de Susana Giménez. En el momento de las elecciones fue un King o una Queen. Según el día y la vestimenta. Naipes importantes. Son los valores más cercanos al as. En ése orden. Miguel (La Tota) fue un casi casi. Sucede a cada instante en las mesas de juego.



Hay otros que se disfrazan de as, pero ni siquiera están en la baraja. No hay naipe valioso que contenga a Aníbal Fernández, un verdadero cartón suplementario. Fernández es un comodín o un jóker, cartas que pertenecen más claramente a la historieta que al juego de naipes. Batman peleaba contra el jóker. Es un buen sitio para Aníbal. En todo caso en la canasta uruguaya son importantes los comodines. Suma muchos puntos la canasta de comodines. Es otra cosa. Si la viuda jugara armaría “una pura de comodines”. Acaso en la canasta uruguaya se pueda sumar a Timermann, Cobos, Aníbal Fernández. El mejor comodín fue Alberto Fernández, que quiere pasar de la historieta a la historia. Usa viejas memorias y deudas de amor como argumentos. Es un naipe marcado. En ningún juego sin trampa lo admitirían.



Disfrazarse de as no es fácil. Hay que tener el convencimiento que se es un as, para que los rivales en el juego se asusten y se vayan al mazo. Es peligroso. Después de la pérdida viene la infatuación, el egoísmo, la equivocación, la paranoia y la pregunta:¿Si soy el mejor cómo pude perder con esta gente?



El juego de póker, tan azaroso como todos, tiene mucho del juego político. Al revés, el juego político tiene mucho de azar y es menos predecible que el póker. En todo caso en el naipe se sabe que siempre ganará el as sobre las otras cartas.

Estas elecciones de oktubre aportan muchos comodines, también muchos que quieren disfrazarse de as.

Duhalde es, acaso, el más prestigioso disfrazado. No es un as. Si antes lo fue ya no. Si alguna vez lo fue si es que fue la carta más importante en ninguna mesa de juego lograría, hoy, imponer su bluf.

Alfonsín está disfrazado de un as conocido: Raúl, su padre. Las barajas no son intercambiables.

Rodríguez Sáa está jugando a la escoba de quince en la mesa de póker. En la escoba de quince, que los nietos juegan con el abuelo, no tiene tanta importancia el as, tiene mas prestigio el siete velo (siete de oro), que se puede levantar con cualquier sota. Cualquier caballero.



¿Cómo es que la viuda se convirtió en un as, en el único as de esta baraja de oktubre?. “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que el hombre sabe para siempre quién es”. Jorge Luis Borges. La señora, responde a Georgie, sabe bien quien es.

Hay más. “Otra cosa no soy que esas imágenes que baraja el azar y nombra el tedio. Con ellas, aunque ciego y quebrantado…”. CFK es lo que ha barajado el azar

Pero aún se puede más. “Se batió con el indio y con el godo, murió en reyertas de baraja y taba; dio su vida a la patria, que ignoraba, y así perdiendo, fue perdiendo todo…”. ¿Estamos perdiendo todo o ganando algo? La invocación a la patria nos complica a todos.

Se insiste: “Un almacén rosado como revés de naipe brilló y en la trastienda conversaron un truco”. Adelante se vendía, atrás se jugaba al truco, a los naipes, a demorar la vida en partidas simulando vivir. Adelante el comercio, en la trastienda, detrás, el azar, la pura suerte, el as o el disfrazado de as.

Uno final: “El claro azar o las secretas leyes...”.

Un acto eleccionario es eso. El claro azar, porque de sólo mencionarlo se explica su misterio (pura suerte, nada más…) y las secretas leyes ( que nadie explica bien por su origen, secreto)

La explicación del voto cuota, que los negritos de la villa votaron igual que los atorrantes del centro, que en las provincias marginales como en el centro…

Cháchara, diría aquel legendario Vicente Leonides Saadi.

Estamos jugando a las cartas. En los tres naipes comunes salió el as. Muchos apuestan. La señora tiene la mano triunfadora. Al país le hacen daño los que se disfrazan de as. Mejor esperar.

Conviene volver al tango, aceptando lo que anunció Froilan Francisco Gorrindo: … “toda carta tiene contra y toda contra se da”…



Raúl Acosta

Testigo

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