Google+ Raúl Acosta: Cristina y el ora pro nobis

martes, 6 de marzo de 2012

Cristina y el ora pro nobis

Chocamos.

No hay dudas. Con el choque de trenes en Estación Once, Plaza Miserere, chocamos. El primer y segundo cordón del Gran Buenos Aires viajando al centro. El corazón del peronismo que vota al partido (la herramienta electoral del Movimiento Justicialista) sumó muertos. Demasiados. Uno ya es demasiado e injusto. Si hay 51 muertos y más de 700 heridos estamos hablando de injusticia social. Calamidad. Catástrofe

Las razones que la razón no entiende se agitaron en exceso. La zona tiene sus propios recuerdos. Allí andaban los muertos de Cemento (Cromagnon). Liberar calle Mitre indicó que estaban colocando un velo, una lápida es imposible a los 194 muertos del boliche. Un velo. Muertes e impunidad sobre eso: impunidad y mas muertes. Aquellos pibes. Estos laburantes. Pueblo. Injustas, injustas muertes. Unas desgracias sobre otras. Negra suma. Alguien cobra y alguien paga los muertos comunitarios. Si se creen que se salvarán con un discurso absolviendo posiciones en un tribunal venal, con la justicia chueca, si creen que se salvarán, es que no conocen nada de la vida, menos de la muerte. Que es lo mismo. El desconocimiento asusta. Creyeron que gobernar era enriquecerse y mandar. El pueblo tiene el gobierno que se merece. Deberíamos revisar nuestros tácitos acuerdos. Chocamos.

Nuestros muertos, como sociedad, conforman el dolor particular y el componente de todos, la alegoría, es el mensaje de estos muertos. Botella al mar. Dentro de la botella el mensaje es simple. No los olvidaremos. Los familiares amplían la promesa: no dejaremos que los olviden.

Recuerdo trenes suburbanos. Hermosos trenes. Rosario Central, Rosario Norte, Cruce Alberdi, Ludueña, Fisherton y Antártida Argentina, Funes, Roldán, San Jerónimo, Carcarañá, Correa, Cañada de Gómez. Salir a horario, planificar estudios, visitas, milongas de fin de semana. Pueblos convocados por trenes con estudiantes, comisionistas, doctores, curas. La vida subiendo y bajando en los andenes. La sala de espera, calefaccionada por el hogar, el “carbón de piedra”, la espera pública, el boleto de ida y vuelta. El invierno dentro de la salita. El baño lejos.

Un amigo de poesías y escritores compartidos, Alejandro Sáez Germain dirigía la excursión a Vicente López, al almacén y bar La Estrella Federal. Mitológico puchero y truco en la trastienda. Los miércoles. “Vamos y venimos en tren, es el camino mas seguro”. Así decía. Ensayábamos cuartetas para el truco con flor. “Estimado Raúl - decía - hagamos honor al criollismo que compartimos. El truco es con flor y contra flor al resto, con versos y picardías en el juego. O no es truco. Deberíamos cantarle más poemas a la baraja, al destino”. En el silencio del viaje de vuelta, a la madrugada, rumbo a Retiro, concluía: “hermoso tiempo este que vivimos , a los autores que nos gustan podemos conversarlos”. Para él Bioy Casares y Victoria. Míos eran Borges y González Tuñón, reunidos en el cielo de calesita en el que andábamos. Estación Retiro de madrugada era una fauna de tucumanos, santiagueños, mayoría de provincianos, noctámbulos y desamparados. La villa 31, saludar a los curitas en la redacción (venían a pedir notas) era provocar la pituitaria, convocar el olor a fritanga de la comida latinoamericana en la calle. Un mundo comenzaba en la entrada del barrio de atrás de la vena federal que llegaba por las vías del Mitre hasta la torre de los Ingleses. Que lindo, que lindo que va a ser, el hospital de niños en el Sheraton Hotel. Je.

Los trenes eran un viaje, una solución. Ese país se murió. No fue un día ni una resolución Todos participaron. Participamos. Moyano es Hofa por eso. Algunas estaciones se convirtieron en “casas de la cultura”. Otras en algo. No las mataron, no pudieron. Esas construcciones, en todos los ramales, fueron hechas para siempre, para vencer al descampado y la molicie. Como las vías, siguiendo el límite alto de las tierras que cruzaban. Cuando hablan de las vías y los trenes rápidos se que están haciendo una broma funesta. Se burlan resucitando cruel, bastarda, despiadadamente los recuerdos de lo que fue, lo que no vuelve. Cuando esa mujer habla del “tren bala” no sólo se que miente, que ya importa poco, se que está insultando memorias populares. No me gusta.

Mañana no habrá manera de esquivar los muertos. Chocamos. No hay discurso que nos salve de la más absurda realidad. Robos, violaciones, desesperanza y desatino. Humillación constante. La suma de las vejaciones está en los trenes suburbanos. Las estaciones no reciben sonrisas ni ilusiones. Crece el apuro, el raje, los miedos. Los vagones son cárceles móviles, camastros de tortura. Infectan lo que tocan. Ganado humano, espalda contra espalda. El último no salva a nadie. Los trenes son la villa miseria móvil del gran conglomerado portuario. No importa que no vigilen los trenes, son fierros. No vigilan al ser humano. Argentina es un gran pez fuera del agua. El sol pudre lo primero: la cabeza. Por acá pasa en algún momento del alba una caricatura infame rumbo a “palito” Ortega y Leo Dan. Los trenes que cruzan Rosario son fantasmas del pasado. Alguna vez por allí cruzó el tren de la Esperanza. Alguna vez fuimos grandes. Ayeres. Technicolor. Cinerama. Pantalla ancha. El diablo vence al mañana en la Plaza Miserere. Con ese nombrecito. Tan luego.

El peronismo, raíz de la que no podemos apartarnos, tiene y fabrica enemigos reales y de los otros. El peronismo esconde el tema subsidios, exportaciones vigiladas, dólar iluminado, coimas, robos, peculados, chafalonía. Democracia simulada. Peronismo con Hebe de Bonafini y Boudou, no se si queda claro. El peronismo es la exageración del alma popular. Su verdadera cara. Hoy esa cara es la viuda de Kirchner. Esa es la ventanilla.

Los culpables están identificados. Las maestras de la señora Cristina, con tres meses de vacaciones, sueldos altísimos por cuatro horas de trabajo, con descansos en sábados, domingos y fiestas de guardar son los/las culpables. Si al menos le hubiesen enseñado a leer a los clásicos. Pero ni eso.

«Dime: ¿no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales.
-Sí he visto —respondió Sancho.
-Pues lo mismo —dijo don Quijote— acontece en la comedia y trato de este mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero, en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.
-¡Brava comparación! —dijo Sancho—, aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.
-Cada día, Sancho —dijo don Quijote—, te vas haciendo menos simple y más discreto».

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