Google+ Raúl Acosta: Socialismo a la criolla

sábado, 3 de noviembre de 2012

Socialismo a la criolla

La patria socialista

El 1970. Aquella patria socialista. La plaza. El socialismo y sus clásicas divisiones. El marxismo socializante. Las palabras confusas en ideales románticos. Los dirigentes cautos de juventudes audaces. El gorilaje. El anclaje en los partidos de masa. Los dirigentes estudiantiles crónicos. El país que derivó perdiendo sus utopías y cambiando paradigmas. Ese es el burbujeo que aparece si se menciona la patria socialista. Si alguien preguntase (hoy) dónde se encuentra la patria socialista no sería fácil responderle.

El socialismo tiene un sitio importante en Argentina. País aluvional, sus puertos recibieron, desde mitad del siglo 19 y hasta mas allá de la mitad del siglo 20, a los portadores de ideas. El socialismo, desde la primera inserción utópica, es parte de una concepción: el estado al servicio de la sociedad. Una sociedad común y solidaria. Las cooperativas, las mutuales, el mismísimo Hogar Obrero. En los tormentosos años ’70, cuando todo comenzó a agonizar, la propuesta Trilateral destripó Occidente y Fukuyama explicó que todo daba igual. La letra K era de Kissinger, Henry Kissinger.

El peronismo, desde las primeras filtraciones socialistas que recibió al originarse, creció fuera del marxismo. El marxismo nunca fue un cuerpo, ni un sistema, apenas un órgano dentro de la sociedad política argentina. De altísimo valor agregado. Muchos dirigentes peronistas devienen del marxismo. Muchísimos dirigentes peronistas fueron secreción de un socialismo, de un cooperativismo que desde las catacumbas viene mostrando eso: el poder de la solidaridad, de la hermandad. Llamativo: el socialista no profesa afecto por el hermano crecido: el peronista. Hay viceversa.

La patria socialista de los Montoneros, con su modo violento de expresar una idea, crujió y se partió el 1º de mayo de 1974. Criminales minúsculos asesinados por un Estado, un mayúsculo asesino. La misma palabra, socialismo, no transcurre por las enseñanzas de Alfredo Palacios, las de Alicia Moreau y menos, todavía menos por las del último patriarca: Estévez Boero. Un socialismo inexplicable atravesó al violento hombre nuevo del 1970.

Los jóvenes militantes querían ser peronistas socialistas y ser parte de ésa patria, descabezada en la misma década. La otra patria, la metalúrgica, definió una tierra de distinto color para el peronismo. La ejecución de José Ignacio Rucci demostró que el asesinato despiadado no solo es método, también es un importante componente simbólico que no ha variado. Aquellos jóvenes violentos siguen entendiendo al otro como enemigo. Todos los que no quieren a K serán Rucci. El miedo que imponen los K es similar al que imponían los Montoneros. Arbitraria patria socialista.

El socialismo / socialismo es distinto al de los “ensoñados” en robarle el peronismo a Perón . Aquellos eran delirantes y violentos. Estos, los que crecieron en el socialismo como partido, los de la casa del pueblo, son mansos lectores, orgánicos cumplidores de reuniones partidarias y apóstoles convencidos de un final socialista para la sociedad que integran. Amor y paz, hermanos. Aleluya.

La patria socialista es un libro de doble entrada. En ése punto, en el de la participación mayoritaria del Estado en la sociedad, es donde se encuentran los socialistas y las formas irreverentes del neo peronismo cristinista, que acepta desde montoneros a conversos de toda laya, incluido el marxismo, Udelpa, Ucedé, Frepaso, etc. La patria socialista, heredera del delirio de 1970, no es amiga del socialismo socialista. Rareza. Que nunca extrañe, a quien mire los hechos, que el socialismo acompañe toda idea estatizante del neo peronismo cristinista. El Estado como padre y madre facilita un par de alelos comunes

El socialismo como partido es un pariente tranquilo del exabrupto del socialismo peronista. Va a las orgías, pero no se desnuda y apaga la luz. Su propensión a la formación y desarrollo de cuadros partidarios lo ha mantenido vivo. En las biografías de sus principales líderes se asiste al elogio del estudiante crónico; el partido necesitó seguir tutelando organizaciones estudiantiles. Médicos y licenciados en permanente carrera universitaria hasta los 35 años son comunes en el socialismo. Son jerarquizados por su modo de participar en la vida partidaria fundiendo en ella su vida familiar, social, afectiva.

En Rosario el fenómeno, de profecía trasnochada, se convierte en palpitante realidad. Llegan a la intendencia y amenazan mas. Héctor Cavallero, cumplidor de todos los pasos mencionados, salta el cerco y su intento, su fáctico intento es llegar al poder provincial mediante un partido de masas: el peronismo. En la década del ’90 el peronismo triunfante era el menemismo. Nunca se repuso, este dirigente, de ésa contradicción. Pretendía su arribo desde el socialismo al momento más liberal del peronismo.

El resto del socialismo, que con Cavallero accedió al poder en la Ciudad de Rosario, después de la torpe claudicación del radical Usandizaga estuvo, hasta el 2007, encapsulado en una ciudad fortaleza, con la capacidad de victimizarse intacta, ya que provincia y nación le eran hostiles. El fin de Alfonsín, el Menemismo, el crecimiento, apogeo y defunción de la Alianza fueron medallas o frustraciones, pero de ningún modo tema central de su crecimiento. La comuna, la ciudad, la muni. Rosario, decían, es Barcelona. Un feudo condal a orillas del Paraná. El mundo ancho y ajeno.

El socialismo reunificado como socialismo popular, tiene a Hermes Binner, Antonio Bonfatti, Raúl Lamberto, Rubén Giustiniani, Alicia Ciciliani, Patricia Sandoz, Rubén Galassi, Daniel Canabal, Juan Carlos Zabalza, Angel Sciara, Miguel Lifschitz, Daniel Di Pollina, Sergio Liberatti, como crías de Guillermo Estévez Boero. El socialismo, que no sumó votos para un concejal en noviembre de 1983 llega a la intendencia con Héctor Cavallero el 10 de diciembre de 1989, en el comienzo de la década del 90.

En el 2007, con Néstor Kirchner bien posicionado en la estima nacional, economía y PBI pum para arriba, Jorge Obeid y María Eugenia Bielsa no logran articular una continuidad. Pierde el peronismo. Gana Binner. El socialismo traslada, enancado al desarrollo territorial del radicalismo, su propuesta a la provincia. Hermes Binner primero, luego Antonio Bonfatti, ponen el partido en la gobernación. De la muni a la gobernación. Los mismos.

Luis Juez y Norma Morandini, Margarita Stolbizer, Victoria Donda, Pino Solanas, Víctor De Genaro, Humberto Tumini son integrantes de un pan socialismo en un país que tiene al peronismo como supuesto estatizador justiciero. Los aliados que se. menciona no son socialistas, conforman el FAP, Frente Amplio Progresista. Aquí el socialismo está solo.

Catedral vieja. Colegio Inmaculada, Tribunales, provinciales, al costado el Convento de San Francisco. En la Casa Gris santafesina los muchachos advierten, candorosamente, que la curva decía droga, maldita policía. No la vieron. El neo peronismo cristinista no es un buen samaritano. Binner es Rucci. Vienen por la yugular del socialismo. Hobes, Locke, Barletta, Alfonsín junior miran desde la banquina. Si preguntase (alguien) donde está la patria socialista no sería fácil responder.

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