Google+ Raúl Acosta: Cuestión de vida o...

domingo, 10 de noviembre de 2013

Cuestión de vida o...

Se piensa en la muerte. Lo hago. Al preguntar el tema, qué pensás, qué esperás, advierto que, por la sonrisa y el silencio, muchos ocupan un instante en pensar que todo puede cambiar, cerrarse. Las personas, las instituciones, los partidos. No está mal pensar en la muerte. Después viene, otra vez, el día. El día es la luz. La vida. Lo piensan/pensamos por un instante, luego la distracción que usamos para proteger lo que resta. Así somos. Punto. Los hombres. También la sociedad.

El peronismo ha pensado muchas veces en la muerte. Evita fue un gran pensamiento mortuorio sublimado. Perón, Juan Domingo Perón otro. El desarraigo, la tarea del destierro los preparó (a los peronistas). Mandato a distancia, pocas palabras, mínimos gestos. La nada y la ilusión. Y el poder. Siempre el poder. Pensar en el poder, que es infinito, quita miedo a la muerte. No existe. Cuando se alejan del poder (los peronistas) se condensan en un solo pensamiento. Volver. No se muere y siempre se vuelve son sus grandes pulsiones. El peronismo puede redimirse en tercera persona del plural: somos el poder. Estamos y volvemos. De allí la vida.

El radicalismo tuvo su primera pulsión final con el 6 de septiembre de 1930. Alfonsín, en 1983, los trajo a la vida y la alegría. Convengamos, ese Alfonsín que reivindicó la política, la política partidaria y los principios éticos de una sociedad no tuvo consecuencia dentro del radicalismo. Pueden enojarse. Los radicales se subieron al tren sin pensar en el maquinista. Siglo XXI. Miremos compasivamente cómo tiraron a la alcantarilla el único relato que doblegó a la saga del peronismo con el arma insustituible. El voto. Votos, relato y al diablo la memoria del General.

El fin del siglo dejó extenuados a los dos partidos. No hubo reposición.

Recién ahora aparece el final, luego de la primera década del siglo XXI. Para muchos, me incluyo, comienza el verdadero siglo.

Esta mirada sobre la oferta real a la sociedad y el inevitable cambio de objetivos (¿paradigmas?) tiene en Santa Fe una característica especial. El peronismo está diezmado y el radicalismo integra un frente que convocó, hace más de 20 años, el socialismo. El peronismo es parte de una agonía nacional que busca reproducirse. El radicalismo una memoria en diáspora. El peronismo en la provincia de Santa Fe discute contra un programa de gobierno y es oposición. El radicalismo no sabe muy bien qué es. Sus dirigentes nacionales abominan Santa Fe. Aquí, deben administrar y no partir, producir y no fragotear. No han nacido para eso. Es todo un aprendizaje vital. Desde el total del país, se ríen de los radicales santafesinos. Se han convertido en parte de un proyecto. Integrarse es aceptar que solos nunca pudieron y bien conducidos sí que pueden ser eficientes. Antihistoria. Allí van. El frente progresista que integran es con el socialismo.

Qué hace hoy el socialismo. Buena pregunta, Watson.

El socialismo se mira hacia dentro en Rosario, la provincia, el país y el mundo. El socialismo es una idea anterior al radicalismo y al peronismo. Una idea perdida en la Argentina por mucho tiempo. El socialismo gobierna un territorio real. Y oferta un modelo para tomar la nación. El peronismo tiene razón en asustarse. Hay un modelo. Ese modelo también está en crisis, la crisis del crecimiento.

De una ciudad a una provincia, luego un país y, finalmente, con reportes internacionales. El socialismo, esa idea del Estado que viene del siglo XIX, asoma como modelo. Han decidido revisar y revisarse. Llevan una movida de ventaja, juegan con las blancas.

La pregunta que plantea el socialismo es dónde se encuentra el Estado de bienestar. El peronismo, avergonzado, se niega a preguntarse si aquélla, su justicia social, puede aparecer con quienes hoy gobiernan en su nombre.

El estado de bienestar se acerca bastante a la definición de democracia. Nadie discute que la democracia es un acto permanente. El Estado de bienestar ha sido el origen y el fin de todo trabajo social justiciero, igualitario. El país tuvo un Estado de bienestar vaciando arcas. Pasó una vez y pasó otra vez. Sobre eso trabaja el socialismo. Y en sus hombres, sus cuadros.

En la ciudad de Rosario el tema tiene nombres y propuestas. No hay un solo nombre, hay varios que se consideran valiosos. Lo son. La cuestión es de qué modo se articula, se rearticula la relación con la sociedad.

La relación con la sociedad es buena. La intención de voto de Bonfafti, como la de Lifschitz, como los votos reales de Binner indican, en la provincia, que la relación con la sociedad sigue siendo buena. Ese basamento es la polea necesaria para la proyección nacional. Una nueva y buena vida para el socialismo. El pedido de muchos partidos menores, como de sectores del radicalismo, así también de los medios de comunicación es único para que Binner participe en 2015 en una fórmula conjunta con alguien (prefieren con Cobos) si bien encierra un fórceps, ya que lo reúne con un doble traidor. Y también tiene un elogio: el eje opositor necesita un político con transparencia. Es el único.

Esa transparencia, parece en estos días, es el eje que busca el socialismo internacional. Un encuentro en Madrid del Psoe, como otro en Estambul sobre el fin de semana que viene tiene ese lamento europeo. Perdimos humildad, transparencia y actualización siglo XXI. Eso buscan. Aclaremos. PJ y UCR vienen un siglo atrás, pero no son internacionales.

(Publicado en diario El Litoral, 10 de noviembre de 2013)

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