Google+ Raúl Acosta: Falta poco o falta mucho

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Falta poco o falta mucho

El tiempo de las sociedades no es el tiempo de los hombres, muchos líderes equivocan su reloj y creen que vencerán a sus arterias. Los hombres providenciales suelen provocar vacíos, malos huecos en la historia. Una enfermedad ataca a la sociedad que los puso en ese rango y luego se arrepiente. Pretende olvidar sus decisiones. Hay que tener cuidado de las sociedades que esconden sus decisiones y no mencionan sus errores.

Una condición propicia para las sociedades resulta de la conjunción de actores que entienden su mandato y sociedades que saben indicar, en esa forma particular que usan (las sociedades) para expresarse, que un cambio es necesario, que provocará mejoras. Si el actor social suma, la sinergia se convierte en un buen futuro y se concluye en el sueño: estado de bienestar.

Puede suceder que ése cambio se convierta en algo negativo. Es otro modo de trascender. La trascendencia no indica bondad, indica valoración. Si hay fiesta alguien la paga. Siempre. Los sobrevivientes.

Un peligro sin antídotos es el que reúne a un líder, un representante de la sociedad y esta misma sociedad sin información, con información errónea o incompleta. Educar al soberano (epa ¿te acordás?) es la vacuna que, se advierte claramente, es previa a la enfermedad. Contra un pueblo ignorante no hay antídotos milagrosos. Se convierte en esclavo, es dominado o peor: cree que su vida es la mejor vida. Qué hacer. Más allá de Lenin la cuestión con la pregunta se resuelve en trabajo de día y día, de una y otra generación intentando el cambio, la mejora. Sólo el conocimiento asegura libertad. Desde los griegos que es irrebatible el camino.

Dos gobernadores que deciden construir un túnel por debajo de un río no sólo comunican dos pueblos, dejan un indicador de la sociedad que tomaron y la fuerte señal de la sociedad que se construyó después de su decisión soberana.

Un general que decide una guerra es un caso claramente inverso. La llamada ley Lainez, como el guardapolvo unificador de alumnos (decisión de un funcionario radical llamado Gené) son dos supremas versiones de las decisiones que, como todas, marchan sobre el futuro. Hay ejemplos positivos. Asusta el poco efecto como actos ejemplares.

Las leyes del trabajo avanzan todas sobre el hombre, su economía y sus planes. No hay posibilidad de articular una sociedad sin tener resueltas las relaciones de capital y trabajo. Legislación, concepto de prioridades. Una sociedad se manifiesta sobre un cuerpo legal que se define y, tras su definición, el futuro.

La instrucción, una forma más sofisticada que las tribales de transmitir conocimientos y la relación con el trabajo, constituyen dos pilares fenomenales de una sociedad, de un pueblo.

Convertidas en mandatos de cumplimiento obligatorio ambas pueden/deben tornarse insustituibles.

Regulado el trabajo, asegurada la instrucción debe indicarse que toda injerencia sobre los dos ejes traerá consecuencias inevitables. Atacar estos pilares indica atacar la base de la tribu. El trabajo y la instrucción, el mandato memorial, cuando se altera termina por alterar el futuro. Peligroso.

La salud pública es parte del edificio. Columna tan importante como las otras es la justicia, la justicia y el cumplimiento de las leyes, la seguridad. Con el tiempo seguridad, violencia, leyes y justicia terminan componiendo un todo.

Una mirada despojada de coyunturas, de las cuestiones diarias, se hace necesario. ¿Estamos, en Argentina, con capacidad crítica para mirarnos en el espejo retrovisor y no perder el camino?

Son treinta años de democracia ¿están la Justicia, la salud, la educación, las leyes laborales en un punto de equilibrio? ¿Algunos de los actores destacó por sobre el otro? Si hay desequilibrios, ¿qué incidencias tuvieron? ¿Finalmente, fue la sociedad y sus líderes, la sociedad sin sus líderes, los líderes sin la sociedad los que dieron lugar al presente? De todo, como en botica finisecular.

Puestos en el 1976, fin del peronismo (Perón muere en 1974) cuando comienza el proyecto del Partido Militar, las cuestiones no están bien. De 1983 a hoy el 40 por ciento de la fuerza laboral en negro, desprendida de una regulación, no es otra cosa que un fracaso. Estamos lejísimo.

La educación gratuita y obligatoria descuidada, con índices de abandono del 60 por ciento en áreas críticas donde servirían, además de otorgar capacidad de discernimiento, para frenar una degradación creciente, no calificarían al optimismo.

Sobre este edificio en ruinas una justicia debe administrar/se, defender/se sostener el imperio de las leyes y combatir un formato de trabajo judicial largamente excedido por la más elemental modernidad. Nuestra justicia atrasa. El expedienteo es letal.

¿Líderes equivocados o sociedades en tránsito que aún no tienen destino? Las sociedades suelen perdonarse indicando, como en tiempos tribales, que hay un culpable. Por cierto que lo hay. Pero se hace necesario preguntar/se si es que entre los culpables no está parte del mismo pueblo que, sin ninguna duda, aplaudió a los gobiernos. A todos. El mismo ciudadano que se queja, con justo derecho, en una sociedad sin culpables. El mismo que vota. El que pide, con razón, un hombre un voto. Hay salida, una sola. Un plan, antes del voto, sería el sueño ideal.

(Publicado en diario La Capital, 20 de noviembre de 2013)

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