Google+ Raúl Acosta: Políticos que venció el tiempo

domingo, 2 de marzo de 2014

Políticos que venció el tiempo

Mirada desde el sur

(Publicado en diario El Litoral, 02 de marzo de 2014)

Las deudas del siglo XX han sido mencionadas. Ni es tan limpia y ejemplar la democracia ni es tan “justa” la justicia social. Las desigualdades crecen en la maldita proporción que define inflación y salario. Indigesta mezcla que no se solucionó.

De hecho, el compromiso con la educación pública es inmenso y difícil de mentir. No somos más un país sin analfabetos y el abecedario del siglo XXI exige algo más que letras, sumas y restas. Chau laica, gratuita y obligatoria. Estamos lejos de nuestra historia y hemos comprometido seriamente el futuro. El conocimiento define esclavitud o independencia. Fabricamos eslabón tras eslabón de nuestra propia cadena.

La salud pública es diferente y diferencial. Hay privilegios. No somos comunidades equilibradas en sanidad. No estamos sanos ni es barato el equilibrio que llamamos salud. Volvieron las enfermedades que antes se llamaban sociales y se sumaron otras, también sociales, resumamos: la sociedad estaba enferma. Se agravó.

La seguridad es sólo una mala palabra en los discursos. Nadie le cree seriamente al actor social que la menciona. No hay santos ni inocentes en el tema. El complicado tema de la violencia civil y la injusticia judicial nos dejó sin poncho. Todos estamos a la intemperie. La relación policías (brazo a la orden del Poder Ejecutivo), políticos y sociedad es una relación equívoca, malsana, un ejemplo permanente de los frutos del árbol venenoso. Nada es sano, puro, inocente. Todo complicado, delictual, pecaminoso. Prevaricación y alevosía.

Éstas son, básicamente, las deudas que los actores políticos del siglo XX dejaron para el siglo XXI.

Farandulización, “tinellización” de la política, el siglo XXI comienza con Fernando de la Rúa y el final de los partidos políticos. El siglo XXI comienza con el “que se vayan todos”. Una clase media expoliada, una clase obrera sin espaldas y una sociedad que no entendía bien qué le pasaba. El 50% de los votos puso en funciones a Menem dos veces y a De la Rúa una. Antes a Alfonsín el 50% de los votos lo había puesto en funciones. Nosotros los votamos.

El siglo XXI no alejó estos problemas, los consolidó. Todos los políticos que venían de aquel formidable fracaso conservaron sus cargos en el siglo XXI.

El fenómeno argentino es Kirchner. Personaje singular, de segunda fila en el conglomerado peronista que venía trastabillando. Mediante el aparato oficial triunfa en elecciones amañadas. Llega y ejerce. Restituye el poder al PEN y en el mejor estilo peronista también restituye el híper presidencialismo. Es el general en jefe de sus tropas y de un país. Su muerte desvalijó la política nacional. No quedó nadie, en el peronismo, que ocupase su generalato. La deriva es lo visible.

El mundo invierte el teorema de la Cepal y Argentina es parte de ése fenómeno mundial. Los productos primarios de América Latina valen más que los súper elaborados. Un poroto de soja más que un chip. El dinero llueve en América Latina. Otra vez somos buenos y malos, amigos y enemigos. Nos fuimos de joda con la plata. Desvaríos. No advertimos que reproducir socialmente cuestiones del siglo XX nos dejaban fuera de las soluciones. Era diagnosticar y resolver, no restituir aquel esquema del 50, del 70, del voluntarismo y la estudiantina. No se supo, no se pudo, no se quiso.

De modo paralelo, además del fracaso por no resolver los problemas del siglo XX, el siglo XXI trajo los suyos. Hay varias cuestiones de fácil enumeración:

1- Quedó definitivamente en la superficie la corrupción de la clase política y de los administradores de la cosa pública.

2- Quedó la corrupción de todas las fuerzas de seguridad, en muchos casos verdaderamente autónomas, con la peligrosidad que esta libertad provoca.

3- Quedó el compromiso con la producción, comercialización y exportación de narcóticos que asumió Argentina. La blandura y labilidad de controles, jurisdicciones y leyes de cumplimiento imposible nos convirtieron en un buen lugar.

4- La facilidad que otorgó la corrupción de los funcionarios permitió la inversión, el doble juego de blanqueo y ennegrecimiento de dineros obtenidos ilegalmente. Somos un paraíso de la trampa.

5- El sistema de la droga tiene carácter mundial y leyes muy estrictas. La violencia y el juicio sumarísimo, junto con la lucha por espacios, son parte de su entramado.

6- La sociedad desprotegida, sin soluciones sanitarias, ambientales, económicas, encuentra en estos grupos todo. Salud, trabajo, protección. Los asistentes sociales de los sectores marginales son los grupos que producen y comercializan las drogas. Se aceptan sus códigos (leyes cruentas y ejemplares, elementales).

7- El miedo urbano, como elemento básico de la sociedad, es parte del problema que enfrentan los actores políticos. Lo esquivan, no lo ven, no lo saben ver.

8- Los actores políticos, que no resolvieron los problemas del siglo XX, deben enfrentarse con estos problemas, que provocaron con su torpeza y que, en muchos casos, los tienen como partícipes necesarios.

Nos representan políticos vencidos, que no han aprendido la lección y que, en muchos casos, seguiremos votando. Conclusión: nosotros somos como ellos.

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