Google+ Raúl Acosta: Droga y Estado, lucha sin retorno

domingo, 20 de julio de 2014

Droga y Estado, lucha sin retorno

Entrevista a Marcelo Sain (diputado provincial por Buenos Aires) en La Mañana Entera


-La semana pasada nos apareció la idea de tomar el tema narcotráfico y escuchar diferentes opiniones. Una de ellas es la suya. Ha escrito usted, hace un tiempo pero no mucho, el Estado participa del narcotráfico porque gran parte del negocio tiene su estructura a partir de la propia policía, y plantea que hay que asumir que las policías son parte del negocio del narcotráfico. ¿En qué punto estamos en el 2014?

No ha cambiado nada. Yo diría que a eso habría que agregarle una mención, y es el hecho de que la mayoría de los gobiernos en nuestro país desde hace muchísimos años, yo diría varias décadas, desde la instauración democrática, decidió que los temas de seguridad son temas de la policía. Y le dio a la policía el manejo de la seguridad, inclusive el manejo de su propia institución, con el consentimiento de que gestione la seguridad y el delito, inclusive participando ilegalmente en él.
Y un tema también, que es bastante expresivo en esta cuestión, es el hecho de que gran parte de la apropiación de capital, de dinero, de la regulación policial del crimen, financia al propio Estado porque financia a la institución policial. No es el quinto de caballería que, como patrulla perdida, hace la suya la policía, sino que en realidad está dentro del andamiaje de gestión de la seguridad pública. Yo sé que muchos dirigentes políticos, gobernantes, cuando escuchan esto o cuando ven hechos que la policía regula el delito –Rosario fue un gran laboratorio para eso- en realidad dicen “yo no pacté con el narcotráfico, yo pacté con el comisario; yo en todo caso traté de elegir un buen comisario”. Pero esa es justamente la ausencia de conducción política. Y al principio, hace algunos años atrás, vos podías aducir desde la política que vos no estabas; una cosa es el juego clandestino, la prostitución consentida, que era un poco la caja tradicional, histórica de hace cien años de la policía, y otra cosa muy diferente es el narcotráfico, la trata de persona para explotación sexual, el robo calificado. Digamos, muchos políticos te pueden decir “yo no pacté con estas cosas, yo no tengo nada que ver, soy una persona honesta”; bueno, pero vos consentiste el gobierno de la seguridad de la policía. Y a esta altura es muy difícil aducir inocencia en esto. Vos sabés que cuando pactas con la policía y tenés una policía corrompida, una policía que claramente está estructurada sobre la base del crimen organizado, bueno, ahí ya hay…

-Me encanta este enfoque por dos razones. Sobre fines del 2012 escribí un artículo en La Capital donde planteaba que había muerto Juan Moreyra. ¿Qué planteaba con eso? Juan Moreyra era un vago y mal entretenido, más el juez, más la prostituta, más la Vicenta, en el prostíbulo, y venía el sargento más el juez, y estaban todos. Y esa es la policía que usted describe. Eso deja un germen. Están todos ese sábado en esa joda, y el lunes cada uno asume un rol distintos. Con la aparición de la droga esto, como usted dice, cambia el sujeto de la conversación pero la conversación sigue siendo la misma.

Claro, la lógica sigue siendo la misma.

-Sobre esto tengo una pregunta. Tengo una idea pero no tengo la respuesta. La droga, la prostitución, el pecado, si usted quiere para ponerlo en términos católicos, está en todas partes. Lo que no está en todas partes es la permisividad, y allí los políticos tienen mayor influencia, para juzgar y condenar. Yo no creo que en otros sitios no haya policías corruptos, donde me parece que a los políticos se les aflojó el cinturón es en la justicia.

No habría hechos de corrupción policial de manera sistemática generalizada si no tenés una justicia que convalida eso. De esto no me cabe ninguna duda. La policía, para muchos jueces y fiscales, sirve para mostrar eficacia. Y hay que entender un poquito el andamiaje de esa nobleza de Estado. Sabés que hay fiscales y jueces que se sienten nobles, porque en el fondo son antiguos estudiantes de Derecho que pro vienen de sectores sociales de clase media, clase media baja, y a través de la conversión en magistrados tienen un enorme ascenso social como si fuesen empresarios de empresas multinacionales. Esos tipos que a mitad de la carrera empiezan a tener sueldos de 50 o 60 mil pesos, una jubilación asegurada de privilegio, ya no ponen en tela de juicio el desempeño de sus tareas en el marco de la justicia penal, con acciones muy atrevidas contra el delito organizado, y muchos menos contra el delito organizado estatalmente protegido.

- La última pregunta sobre esto. Ampliemos el foco: sostengo -y es lo que voy a sostener con todos los entrevistados- que el tabaco provoca cáncer de pulmón tenga la edad que tenga, esto está probado, y el alcohol es la mayor droga que trae problemas en el mundo; pero el tabaco y el alcohol están regulado impositivamente, se venden en el quiosco y está todo bien. ¿Por qué no hacemos lo mismo con la droga y nos dejamos de embromar?

Para eso hay que romper algunos paradigmas.

-Pero no está en desacuerdo usted.

No, yo estoy en desacuerdo con la maceta que tiene parte de la dirigencia argentina en la cabeza con estos temas. Todo lo contrario, suscribo eso. Pero eso requiere alginas cosas, atándolo con lo que usted mencionaba anteriormente. Por supuesto que hay corrupción policial en muchos lugares, por supuesto que los mercados más expandidos de drogas ilegales están en los países más desarrollados y en las economías más desarrolladas, el tema es que no hay un consentimiento del Estado en esos temas. Yo no estoy diciendo que si nosotros resolvemos el tema de la corrupción policial y la regulación policial en el narcotráfico no vamos a tener narcotráfico en Argentina o droga cero, porque eso es imposible. Cuando las sociedades comienzan a consumir cosas es muy difícil que haya pautas de retroceso de consumo, y mucho más en una sociedad tan exitista que estimula el consumo de sustancias de drogas ilegales. Yo lo que plantearía es la necesidad que Argentina piense esto seriamente, porque yo puedo regular legalmente el mercado de drogas ilegal y entender la lógica del mercado en la medida que yo tengo información consolidada; ahora, si yo no tengo una agencia federal con un sistema de inteligencia que me permita saber cuánta droga se introduce en el país, se produce en el país, en qué consiste el mercado, cómo se estructuran las organizaciones, yo no tengo soberanía sobre el tema. Entonces viene la DEA y te marca la agenda, y termina diciendo las prioridades del Estado Argentina, y esto es lo que está pasando en nuestro país. Hoy la agencia de control de narcotráfico de Argentina se llama DEA. Y ahí hay un problema.

-Sobre esto le puedo preguntar si es bueno o malo, pero en realidad lo que tengo que preguntarle es, ante la nada, ¿esto es malo?

No, pero es que no hay “nada”, porque a la DEA le importa un bledo.

-Pero ante la nada argentina, ante la inercia argentina sobre el tema.

Sí que hay, hay muchas posibilidades de desarrollo de políticas propias. Inclusive de trabajo conjunto con la DEA, peor en un marco de reciprocidad, no que me venga a marcar la cancha. Y que me deje pasar el embargue que ellos quieren y que al mismo tiempo paguen 3 mil policías, que tienen en la nómina de ellos para después manejarlos, y vos, como gobierno, como conducción de ese sistema, estás pintado. A mí me parece espantoso eso, porque esto no es Guatemala, un país donde sí hay una incidencia enorme de los Estados Unidos en su economía, en su política. Este es un país que tiene densidad, capacidad de poder estructurar un sistema soberano desde el punto de vista policial.

-Hay frases comunes, vamos a usarlas. Una de ellas es: ¿estamos a tiempo todavía?

Sí, siempre estamos a tiempo. Esto no es Colombia, esto no es México. A mí me encantaría meter a todo el mundo que cree que esto es lo mismo en un chárter y llevarlos allá y que vivan dos o tres días. ¿Sabés lo que es salir de un hotel y no poder caminar cinco cuadras que no sea a través de un taxi o un emdio de seguridad? Acá sí que hay mucho margen de maniobra y hay buenos investigadores y se está a tiempo. Lo que pasa es que no hay voluntad política, porque a la política no le incentiva hacer nada en todo esto, porque no ve el rédito electoral. Y tenemos una clase política muy berreta en este país en materia de seguridad pública, son todos viejos huchas, les importa lo que pasa mañana.

-Algunos peor que eso, ni siquiera han llegado a la estudiantina de estos temas.

¿Qué se hace? Nos vamos a la Embajada norteamericana, te reciben bien, te sentís importante, una visita a los Estados Unidos, te muestran cómo trabaja la DEA y te asombrás, porque ve las comisarías y las unidades de investigación en Argentina y decís “estamos en el submundo”. Te van comprando de a poquito. Entonces, tipos como Sergio Massa, ¿usted que cree que harían si fuesen presidentes? Van y se arrodillan ante al embajada norteamericana y le dicen “dígame usted qué es lo que hay que hacer, póngame usted los jefes”.

-Y si blanqueamos todo, ¿no desaparecería esta clandestinidad de los buenos?

Pero eso tiene que ser un proceso internacional. Es muy difícil que eso pueda trabajarse, porque las economías criminales mueven una envergadura de negocio a nivel internacional que ya no son cuestiones marginales.

-Voy a dar una cifra que dio Juan Gabriel Tokatlian: usted pone un dólar en la plantación de coca y son 1230 dólares cuándo termina todo.

El narcotráfico movió en el mundo más recursos que Microsoft en los últimos años. Invito que lean el libro de Roberto Saviano, que se llama CeroCeroCero, que él demuestra la magnitud del negocio capitalista. Porque hoy forma parte del capitalismo mundial, no es un negocio marginal la cocaína, por ejemplo.

-Mire esta maravilla de la historia: nosotros estamos sentados –Rosario- en una de las tres praderas del mundo, la rusa, la yanqui y esta, y nos vanagloriamos en que podemos estar en 3 millones de toneladas y su este gobierno no nos jode tanto llegaríamos a 200 mil, y el grano y el maíz, y cuando usted mira le mapa del mundo y advierte que es Bolivia, es Perú, es Colombia y un poquito de Ecuador y Guatemala, y que de allí se fabrica todo lo que se consume en el mundo de coca, dice “pucha, es más negocio la coca que el trigo”.

Pero no para los países productores. El gran negocio es la comercialización. Fíjese que el monopolio mundial de los negocios más activos hoy los maneja aquellos que manejan el tránsito internacional y la comercialización minorista, no el productor. Por eso México ocupa el lugar central. Saviano dice “el Big Ban de la escala internacional del negocio de la cocaína se produce en México”.

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