Google+ Raúl Acosta: Robar es un placer

viernes, 12 de septiembre de 2014

Robar es un placer

Por Raúl Bigote Acosta

Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 12 de septiembre


Fumar es un placer, genial, sensual... (To smoke is a brilliant, sensual pleasure...)

El tango de dos antiguos autores (Viladomat y Garzó) se llama "Fumando espero" y su primer verso inicia esta nota. El tabaco, droga superadictiva, socialmente aceptada en muchos lugares del mundo, causa estragos en el hombre. Lo sabemos real y doctrinariamente. No importa.

Tabaco, nicotina, alquitrán de tabaco. Cáncer de pulmón. Su aceptación es un indicador de decadencia de la salud. De la salud pública. De la conciencia social. De los "mandatos" culturales cuasi genéticos. Pertenezco a una sociedad donde el tabaco era sinónimo de crecimiento, adultez, independencia, libertad, libre albedrío, liberación de la familia y su consejo repetido: no fumes, no te emborraches… pero fumar es un placer.

Los cuerpos sociales tienen algunas características contradictorias. Todo los núcleos familiares insisten: "Nene/nena, no fumes. Te hace mal". Todos tienen fumadores que acompañan el consejo con un suave movimiento de cabeza.

Esos mismos cuerpos sociales, iguales sugerencias (ya quedan pocos mandatos culturales sin remover, la mayoría son escombros de la pos modernidad) existen para el no robarás y el no matarás. Nene, no lo hagas. Y alguien cerca, ladrón, mueve la cabeza indicando la seriedad y bondad del consejo.

Lo de no codiciar la mujer del prójimo y no mentar santos nombres en vano no se lo cree ni Charlton Heston y sus "10 Mandamientos". Que Hollywood y Heston, "El hombre del rifle", protagonizasen un filme con las tablas mosaicas definía el siglo XX. Casualidades. Película muy reconocida. Es de 1956, un año antes había caído Perón. Casualidades.

No es casual que el robar esté penado por la ley y desaconsejado por las predicas confesionales. De unas vienen otras. La suma da los mandatos sociales. Es una vertiente donde beben muchos comportamientos. Hoy no parece tan claro.

Algunos funcionarios tienen declaraciones de bienes que llevan… perdón: me llevan a la íntima convicción de que no consiguieron trabajando. El Evangelio según Luis Barrionuevo es clarito: "Nadie se hace rico trabajando".

La riqueza de los funcionarios se ha convertido en un insulto a la inteligencia. Creer que uno es tan pavo no es poco. Es un umbral que estamos cruzando todos. Primera persona del plural: nosotros.

Es necesario reparar que, por exceso de riquezas mal habidas y ante la posibilidad de que se las descubran, terminan confesándolas públicamente con su firma e impresión dígito pulgar. Los corruptos han pasado un límite difícil de explicar: se declara bajo juramento que se ha ganado más dinero del que se puede justificar. En pocos lugares del mundo se declaran los bienes que no se pueden comprar con tu sueldo y esa hoja se hace pública y no se enoja nadie, casi nadie. Resalta la comparación: el tabaco es nocivo. Fumemos.

Con el artilugio de la hoja de Declaración de Bienes, el tema se convierte en un vicio heroico. Los diputados votaron una ley que restringe la información y asegura el robo a las arcas públicas a mansalva. No deben declararse a los familiares. Los legisladores aprobaron en esta década una ley que esconde la segunda hoja de las declaraciones e ignora a la parentela.

La suma es fácil, una mano lava la otra. Todos propiciaron el encubrimiento. Es fuerte este íntimo convencimiento. Fuerte.

Debería agregarse que no hay (conocidas) acciones de amparo de legisladores, abogados, jueces, fiscales, simples ciudadanos que adviertan que la deshonestidad se encubre por ley y pidan que la justicia los ampare. Amparo contra el robo y la impunidad. Nada.

¿Quién puede quejarse del placer de robar exhibido como virtud? Negociado para Avenida Madero y Huergo. Negociado aeropuerto Ministro Pistarini. Negociado cubiertas y Alberto J. Armando. Negociado de las carnes y Lisandro. Negociado flota mercante y astilleros. Negociado trigo candeal. Negociados empréstitos FMI (acá todos menos Perón, ojito). Negociado medicamentos. Negociado Pami. Negociado Yacyretá ("El monumento a la corrupción", dijo Menem… ¡Menem!) Los pollos de Mazorín. Negociados en las autopistas y puentes (baste recordar Puente Rosario Victoria y las 3 fallidas licitaciones de la autopista Rosario-Córdoba). Negociados donde los privados, en todos los casos son aventureros que comparten con un funcionario corrupto comisiones y/o sociedades. Finalmente sociedades fantasmas, islas de ensueño y descaro cotidiano. Eso es la corrupción. Descaro cotidiano.

El dinero de los prevaricadores es un insulto a la inteligencia de los argentinos. De acuerdo. No es el final. En un siglo XXI donde violencia urbana, corrupción estructural y código narco se convirtieron en los tres agregados a los dramas nacionales (democracia ausente, justicia social desaparecida), funcionarios corruptos es sólo un paso. Falta un presidente definitivamente narco. Si robar es un placer que Argentina acepta y comparte, la secuencia llevaría alguna vez (ojalá nunca) al sillón de Rivadavia a quien mejor maneje, distribuya y organice el placer.

No neguemos el vicio: robar es un placer. Digamos la verdad. Las quejas, algunas, parecen otro pecado: la envidia. Único remedio: educación, salud, trabajo (que da libertad). Ezeiza no es más salida, es entrada.

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