Google+ Raúl Acosta: Cristina y los lobos

miércoles, 7 de enero de 2015

Cristina y los lobos

Por Raúl Bigote Acosta

Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 7 de enero


Cuando la señora Cristina abordó, antes de fin de año, el avión hacia el sur sabía qué hacía: viajaba al encuentro del último 31 de diciembre como presidenta de Argentina.

Un perrito faldero y una imposibilidad física eran lo más visible. CFK no tiene réplica ni empate. Todavía es la personalidad más importante del país. Sobre su foto imaginé dos textos, el de Borges sobre Facundo Quiroga y el de Alan Sillitoe en "La soledad del corredor de fondo" cuando sostiene "en algún momento el viento ni lo acompaña ni lo conmueve".

No sé si encontraremos otra personalidad tan singular como la señora Cristina. En la suma de los actores políticos directos (indirectos hay de varios rubros, el periodismo uno de ellos) en ella se condensan todos estos años que van desde los basurales de León Suárez hasta el delirio montonero. Tal vez antes, acaso desde el 4 de junio de 1943. Tal vez en aquellas familias disfuncionales, como los Perón, los Duarte, los Fernández de arrabal platense. Vaya uno a saber… No sé si encontraremos una personalidad así, que de aquella disfunción familiar llegue a este punto. Queda para biógrafos el asunto, no para cronistas.

¿Es justo que ella, que nada tuvo que ver con la resistencia peronista o el delirio Montonero resuma todo el peronismo…? Nadie lo sabe. Sucedió.

El rigor intelectual y las pamplinas políticas de Arturo Frondizi y su mentor, Frigerio (y los militares locos). La sencillez campechana de Arturo Illia que tanto molestaba a los militares locos y los intelectuales soberbios. Un bobalicón como Cámpora, una inimputable como la primera mujer presidente: Chabela de Perón. Perón y su muerte y los milicos re locos y asesinos. Todo sumó.

Así Alfonsín. La democracia de mil años. El juicio a las juntas. Los radicales no se aguantan el poder en manos de quien alteró la genética radical y retrasó el poderoso gen pejota. Menem tiene una lectura hedonista del poder. Una lectura distinta del tiempo. Duhalde es un fenomenal intrigante parlamentario en un país sin poder parlamentario. De la Rúa nunca calificó. Finalmente Néstor Kirchner. Volvamos. Es su mujer la que toma el avión al sur. Con pocos de los suyos y todo el poder en sus manos, sus firmas, sus delegados, sus decretos.

Ya en su lugar en el mundo envía mensajes por el nuevo sistema, que no imaginó cuando creció: computadora, tuits, el mundo leyendo. Uno o un millón. Nadie sabe. Reflexiona sobre ese perrito faldero que lo acompaña y sobre los diversos perros de Barack Obama y/o Bachellet. Perros diferentes, según parece. En su último fin de año como presidente su mensaje, que todos leemos y entendemos, habla del lugar de los perros en la vida de los políticos del mundo. Y del suyo. Su perro faldero. Recuerda perritos de Evita. No hay inflación ni despedida. Avión, maléolo, tobillo que claudicó y perritos fieles.

Es Hobbes el que trae a los lobos para explicar la conducta humana. Es riguroso que el hombre es el lobo del hombre o como se entiende, respondemos a leyes anteriores al estado de conciencia. Jauría. Un lobo jefe. La yugular que se oferta en la pelea. Cuando se va a perder la pelea el lobo viejo oferta la yugular para terminar de una buena vez. En esas leyes, anteriores al conductismo social, el que es jefe no acepta otra cosa que la pelea y si pierde bueno, pierde la vida. El poder se ejerce siempre hasta la muerte. Los lobos no entienden debilidades. No existen.

Algunos genetistas siguen aceptándolo: no hay "gen" perro. El gen original, el que ordena aceptar un jefe de manada, no es el de "raza perro". Es de los lobos. Diversos lobos, deformados de modo diferente y consecuentemente, amansados de muy distintas maneras. Del Chihuahua al Mastín napolitano hay diferentes usos que divierten en el Pomerania y asustan en el Doberman.

La señora Cristina tiene en su falda, entre sus manos un pequeño lobito deformado, regenerado (nunca mejor usada la palabra) que le provoca ternura. Su ternura y su visión estratégica, convierten la ternura en mensaje.

El tema de los perros (humanizados, debemos aceptarlo, humanizados) trasciende la política partidaria. Veterinarios, cementerios, sicólogos y tratamientos especiales han convertido al perro en un humanoide. La genética no ha ido tan lejos. Bebes de probeta sí, perros de pipeta no tanto. Abolimos la perrera y aún los esterilizamos, hasta que presenten un Habeas Corpus para el libre coito de los perros en la calle. Que llegará, como dicen los cronistas políticos: "más temprano que tarde".

No es posible discutir la licitud del mensaje presidencial de fin de año. Su consejo fue claro. Cero pucho y poca sidra. Y cuidemos los perros. Quien se puede enojar. Quién. Criticar su reloj, enojarse por el costo de un pasaje perruno es de poca monta. Con Cristina se cierra un modo argentino de la política. Un modo absolutamente peronista. No hay genética peronista al 100 en cualquiera de los posibles. Scioli, Massa, Macri, Binner y/o Cobos. El traspaso será especial. Gobernará, quien sea, con la herencia peronista.

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