Google+ Raúl Acosta: Cristina y las encuestas

miércoles, 4 de febrero de 2015

Cristina y las encuestas

Por Raúl Bigote Acosta

Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 04 de febrero


Las encuestas, las verdaderas encuestas, son las elecciones. Datos imposibles de manipular. No hay quien interprete de manera diferente los votos emitidos. No es: "me quiere mucho, poquito o nada". No hay margarita que valga. Lo votó, no lo votó.

Suelen jugar, los que trabajan el tema, con las intenciones. La suma de positivos y negativos y la diferencia entre imagen y voto. Las especulaciones son eso: miradas en un espejo. El espejo no es la realidad, es el espejo.

Cuando esta historia comenzó, tras la implosión De la Rúa y el salvataje de Remes Lenicov, después Lavagna, para el mandato de Eduardo Duhalde, cuando los dólares sojeros nos acomodaron, ya los votos eran encuestas inatajables. El peronismo superaba el 60 por ciento de los votos. Menem 25 por ciento, Kirchner 23 por ciento y Rodríguez Saa superaba el 10 por ciento. El peronismo comprometía el 60 por ciento de los votos del país. Esa era la encuesta que valía.

Sobre el 2011, con la viudez encima, Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, acompañada de Amado Boudou, alcanzaba su punto más alto: el 54 por ciento del país le dijo si. No hay grandes cambios.

Antes De Narváez enfrentando a Néstor Kirchner, posteriormente Sergio Massa, en provincia de Buenos Aires, enfrentándola directamente, discutieron esa autoridad que otorgan los votos. Nunca se sabrá qué decían (verdaderamente) las encuestas "de mentiritas". Las reales eran claras. En el 40 por ciento del país los votos a favor de Cristina y Amado no eran tantos como en mitad del luto y apogeo (la muerte de su esposo es una prueba fáctica, sin contrafactismo posible. Murió. Lloraba. Los votos a la viuda fueron muchos: 54 por ciento).

En los otros territorios con peso específico las cosas también son claras. Mauricio Macri es un claro ganador en Buenos Aires y el voto ‘esclarecido' no la acompañó (Carrió, Pino Solanas, Lousteau). El peronismo no alcanza, por más esfuerzos que haga, más allá del 20 por ciento en Ciudad Autónoma.

En provincia de Córdoba posterior a Schiaretti, y con el retorno de este tras el mandato de De la Sota, el peronismo redondea el 40 por ciento. Los votos K no suman más del 10. En provincia de Córdoba, como en provincia de Buenos Aires la suma de votos peronistas arriman al 50 por ciento. No son todos de Cristina y Amado, pero son votos peronistas.

En provincia de Santa Fe, con el mismo mecanismo de redondeo, se sabe que el socialismo, ampliado con la base territorial radical (Fpcys) sumó el 38 por ciento y que el PRO Federal sumó el 35 por ciento. No son encuestas de alguna empresa que alguien paga y lee antes que otro, con derecho de pernada sobre los porcentajes. Son votos. Los votos del peronismo redondean el 22 por ciento. No es difícil argumentar dos variables posibles. Si mejora el PRO en dos puntos y empeora en uno el socialismo la provincia es otra. ¿Sucederá? Según los votos peronistas prefieran al socialismo o al PRO Federal terminará esta historia santafesina el 14 de junio.

De la lectura de los votos resulta fácil inferir que el peronismo es tercero (cómodo) en provincia de Santa Fe, cuarto o tercero en Buenos Aires, primero en provincia de Buenos Aires y primero en provincia de Córdoba.

El peronismo no remontará en Ciudad de Buenos Aires y acaso pueda servir de contrapeso en una elección entre dos partes claramente diferentes. Contribuirá al triunfo de otro. Puede ayudar a que pierda De la Sota en Córdoba. No puede perder el peronismo (una, dos o tres fórmulas) en provincia de Buenos Aires y puede consolidar al socialismo para siempre en provincia de Santa Fe. Sería el tercer mandato socialista, con tres posible reemplazos de candidatos en el 2019.

Estas cuestiones comarcales deben estar en la mesa de la señora Cristina, son las verdaderas encuestas. La suma del resto de los territorios es la otra variable, la que vigilan los que revisan las elecciones (encuestas) atentos a la sobrevida de los actuales gobernantes, sus políticas públicas, sus juicios pendientes y sus riquezas en cuestionamiento eterno. Los que heredarán el viento y la tempestad. Los que sumarán perdón y obstrucción en el legislativo que arrancará el 11 de diciembre de 2015.

La mitad de los diputados y un tercio de los senadores nacionales renovarán sus bancas. Jóvenes muy fieles serán necesarios, en la búsqueda de su primer millón. Pequeños caciquejos de territorios inviables pero reales (antigua paradoja nacional. Hay provincias con economías que dependen hasta el 120 por ciento del Tesoro nacional, sus ATN, sus beneficios impositivos, más sus subsidios).

La monarquía de baja intensidad tiene un mandato en votos que se despliega en las provincias mencionadas, secundadas por Mendoza, Tucumán, Entre Ríos, La Pampa y poco más. Y una decisión. Desde todos los territorios deberán llegar soldados fieles o enemigos tiernos. No hay escrúpulos en esta leva. Hay consignas. Los dineros de 2015 a cada provincia, a cada ciudad, a cada pueblo llegarán según los números de las encuestas verdaderas y el futuro necesario. Se estima en 14 millones los beneficiarios de los dineros que se entregan mes a mes, nominalmente. "Cautivamente". El ejemplo más fácil de ver del trueque K: Carlos Menem salvando a La Rioja, que por carácter transitivo lo salva a él. Hay ejemplos menos obvios. Barcos, trenes, gendarmes, carreteras. Todo sea por salvar el futuro, amenazado por las verdaderas encuestas. Es decir, por los votos.

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