Google+ Raúl Acosta: CFK: un tercio es un tercio

domingo, 12 de abril de 2015

CFK: un tercio es un tercio

Sergio Berensztein en La Mañana Entera




-Estoy con una pregunta, ayúdame a resolverla: la gente que tiene empresas para hacer encuestas, entre ellas te cuento, está planteando hace tiempo que hay una preocupación muy grande por la inseguridad, y otra preocupación muy grande –o aparece en los números- por la corrupción, lo que yo me pregunto es ¿qué relación hay, pasado un tiempo, entre conocer que hay corrupción y reconocerse inseguro y, después, votar alguien que no soluciona estos problemas. ¿Cómo me explicás esto?

Bigote, hay muchos estudios que nos llevan años, en Argentina no tantos, pero sí conocemos comportamiento electoral en democracia más estables, más maduras, y la clave aquí es conocer la motivación del voto, por qué la gente vota lo que vota. Para responder esto, por supuesto, hay bastante sofisticación en las estrategias metodológicas.
Se han hecho encuestas muy amplias, se han hecho estudios de foco, entrevistas en profundidad, ejercicios de distintos tipos para entender motivaciones. Y las conclusiones son básicamente las siguientes: en primer lugar, todo voto se explica por una multiplicidad de factores, no hay un solo factor que explica el voto; segundo, esos factores varían en función del tiempo, la coyuntura, el país y la elección, es decir, una metodología general que te permite entender cómo vota la gente; tercero, si bien la economía en general siempre te explica un porcentaje muy significativo del voto, lo económico se traduce en distintas variables –a veces es el desempleo, a veces es la inflación, a veces es la carga tributaria-, y lo no económico, digamos los aspectos más simbólicos o bien muchas veces institucionales o cuestiones vinculadas, por ejemplo, a la calidad de las políticas públicas, suelen manifestarse en la multiplicidad de variables; la última cuestión -y esto creo que es crítico para entender lo que está pasando en Argentina, cómo explicar el voto- es que en general identificamos al votante, hablamos del común de la gente, pero en verdad tenemos posibilidades muy diversas, muy fragmentadas, muy heterogéneas, con lo cual la naturaleza del voto está bastante vinculado al grupo, nicho, de gente que estamos analizando. Entonces, tenemos en Argentina un segmento muy importante de la sociedad –y lo digo sin prejuicios de ninguna naturaleza, simplemente estoy analizando con la mayor objetividad posible lo que está pasando- lo que en general llamamos gente que vive en la base de la pirámide económico social: tiene ingresos bajos o muy bajos, que están en el límite de la línea de pobreza o un poquito más allá –y de la pobreza no de la manera oficial, sino con información que tenemos de fuentes privadas, más o menos un 25 o 27% de la población-; esa gente está mucho más preocupadas que el promedio por cuestiones económicas. Y allí, en los últimos años, tanto a nivel nacional como provincial y local, hubo un incremento enorme de la importancia de ingreso público en el total del ingreso de estas familias u hogares, o personas. Entonces, es cierto que vos podés tener gente que está preocupada por la inseguridad, preocupada por la corrupción o incluso por la inflación, pero al final del día votan muy influenciada por la importancia que tiene su ingreso, a veces son programas sociales, o jubilaciones, o salarios directos o indirectos vinculados al Estado; y como en Argentina el Estado está tan politizado, y los gobiernos hacen todo lo posible para que así sea, por ejemplo la asignación universal por hijo es un decreto, no una ley, ahí la sensación de los sectores más vulnerables es que un cambio de gobierno pone en riesgo algunos, digamos, o derechos adquiridos, o a veces planes contingentes que pueden desaparecer, o ese es el miedo, ante un cambio de gobierno. Es un tema complejo, pero que uno entiende que ciertos segmentos importantes de la sociedad sean influenciables con el riesgo de perder algunos privilegios, o derechos depende como lo mires, y en ese sentido, puede que ambas cosas sucedan al mismo tiempo. Y si le preguntás cuál es su preocupación de inseguridad o corrupción, pero al final de día, cuando tienen que depositar su sufragio, influya o quede su voto condicionado por este miedo a perder estos ingresos.

-Sergio, esto me lleva a dos repreguntas. La primera ¿en qué momento se decide el voto? ¿El voto es absolutamente coyuntural? ¿No hay un voto ideológico ni afectivo de larga data sino que es la coyuntura la que resuelve este tema?

Bueno, otra vez, a veces tendemos a generalizar hablando del voto de la sociedad o el votante, y tenemos que tener en cuenta que estamos ante situaciones de mucha fragmentación de la sociedad. Esto no es un fenómeno solamente argentina, pero, por ejemplo, en Argentina, las identidades partidarias o políticas tradicionales, el peronismo, el radicalismo, incluso las izquierdas, por ponerlo de una manera general, o los partidos más de centro derecha, todo está muy fragmentado. Al comienzo de la transición teníamos partidos relativamente débiles con identidad fuerte. Si tu papá era radical o peronista, había muchas chances de que vos votes lo mismo, ¿no? Esto se fue diluyendo a lo largo de esta transición y hoy, si bien quedan todavía algunos segmentos de la sociedad que se llaman a sí mismos como peronistas o radicales, y han aparecido nuevos partidos o identidades, como por ejemplo el PRO, de todas maneras lo nuevo es muy débil, como identidad, no están basadas en principios ideológicos, en general son personas que arman partidos –si bien es cierto, esto es un pie de página del PRO, no hay un culto a la personalidad-, pero son valores un poco light, característicos de partidos modernos o emergentes recientes en Argentina y en el mundo; y las viejas identidades también han sufrido un proceso de distorsión respecto de los valores originales como consecuencia del desgaste en la gestión o de los incordios políticos típicos, alianzas con uno o con otros, y al final del día todo ha quedado bastante confuso para la sociedad. con lo cual ya no queda esta idea del voto constante de la gente que vota tal o cual cosa, los votos tienen efectivamente mucho segmentos de la sociedad, sobre todo sectores más educados, pero también es cierto, y esto hay que remarcarlo, que hay algunos distritos en Argentina donde hay bastante complicidad de los votos. Entonces, yo diría que tenemos que mirar al país como un rompecabezas, muy confuso, muy heterogéneo, es difícil generalizar, el voto partidario te explica por ahí un tercio de toda la masa de votantes, pero hay dos tercios, sobre todo los jóvenes y sectores de clase media, donde estas identidades están muy licuadas y donde la gente tiene la libertad de votar lo que quiere.

-Por último, la mayoría de las encuestadoras –después vos me vas a dar tu números- muestra que la señora Cristina sostiene todavía una alta intención de la quiero mucho, poquito, pero la quiero. Arriba del 30 están dando casi todas, vos me darás tu número. Lo que pregunto es: ¿es posible esa transferencia hacia alguien?

Para entender la dinámica de la opinión pública en los últimos 4 o 5 meses, mirando el conjunto, lo más interesante aquí, desapasionadamente, es que todo el fenómeno Nisman implicó una onda corta, profunda, pero los niveles actuales son muy similares a los que veíamos antes de la denuncia y la muerte del fiscal. Si vos venís, digamos, desde noviembre y diciembre y mirás abril, en el medio hubo esta especie de pozo profundo, pero las cosas volvieron a estar de una manera bastante similar de lo que estaba antes del mes de febrero. Después podemos explicar por qué, si tuvo que ver con toda la campaña en contra de Nisman, veremos por qué, pero lo importante en tema de opinión pública es que hoy estamos como estábamos en diciembre.

-¿Sirve para alguien ese grado de la quiero que existe en la sociedad para con Cristina? ¿Puede ella delegar los votos, transferirlos?

Tengamos en cuenta que un tercio de los votos es un tercio de los votos, no es ni la mitad ni dos tercios. Es un piso, si querés, bastante alto, pero con un techo relativamente bajo. Dicho de otro modo, esos votos o ese apoyo, suponiendo que se traduzcan en voto, que por supuesto no siempre es así, tampoco te alcanza para ganar en primera vuelta, te alcanza en todo caso para llegar a la segunda. Entonces, si bien estamos hablando de una imagen relativamente alta, sigue siendo infinitamente más baja, la mitad de hecho, de lo que tenía la Presidenta cuando gana su reelección en el año 2011. Ahora, tu pregunta es muy importante, ¿puede la Presidenta influir en la decisión de sus votantes habida cuenta la popularidad con la cual cuenta? Bueno, efectivamente los dos candidatos más fuertes que tiene el oficialismo, que es el gobernador Scioli y el ministro Randazzo, tienen identidades o instalaciones relativamente exitosas –sobre todo el gobernador Scioli-, pero obviamente el peso de Cristina, el apellido Kirchner y lo que ella representa en una sociedad bastante polarizada, no es menor. Yo te diría, un bloqueo de Cristina a cualquier otro candidato sería definitivo. Obviamente un apoyo tendría un impacto en ese segmento, pero ese segmento, indudablemente, tampoco, insisto, le alcanza para ganar en primera vuelta. Con lo cual, muchos están sorprendidos por la fortaleza relativa de la Presidenta, yo quiero también enfatizar la debilidad relativa, digamos, no ver solamente el vaso lleno sino el vaso vacío. Tenemos esta especie de influencia por su operación reciente, después de todo el escándalo generado por el caso Nisman y la reacción tan peculiar de ella y su gobierno respecto a esta denuncia, recordemos que esto sigue su curso, esta semana la Cámara finalmente rechazó la recusación del fiscal Moldes y vamos a ver qué pasa en ese sentido, pero en principio tenés una presidenta que encara la última etapa de sus gestión negando la idea del famoso pato rengo sosteniendo un control de la agenda político y mediática muy interesante para una presidenta que no tienen reelección y que, efectivamente, está gobernando un país que ya lleva dos años de recesión.

-Yo a veces hago la broma, si Argentina fuese la camiseta de Boca, la franja de oro del medio, que es Buenos Aires, CABA, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, los grandes distritos donde hay grandes conglomerados urbanos, ¿hay una diferencia en el voto para con las otras provincias que, aun cuando se me enojen, podrían ser consideradas menores?

Sí, obviamente uno de los elementos que lleva a entender, volviendo un poco al comienzo de nuestra charla, el voto es el nivel de ingresos de la gente. Y las provincias que vos me señalas, si bien tienen bolsones de pobreza muy fuertes, obviamente estas zonas más modernas, más desarrolladas, son las de ingresos medianos a altos, en términos relativos respecto del norte. Hay mucha simetría adentro de estos distritos, sobre todo en el Gran Buenos Aires, donde hay bolsones de pobreza realmente escandalosos, pero en principio hay una diferencia importante en términos de la naturaleza del voto. Fíjate que, por ejemplo, la ciudad de Buenos Aires, el oficialismo es muy débil; en Santa Fe el Frente para la Victoria se encamina al tercer lugar; en Córdoba veremos qué pasa entre el oficialismo que gobierno y el Frente para la Victoria, pero en principio el Frente para la Victoria tiene el 10% de intención de voto; en Mendoza, el peronismo que va a ganar no es el peronismo de la Presidenta. Excepto en la provincia de Buenos Aires, donde hay un alineamiento bastante directo del gobernador, de los intendentes, por una cuestión obvia, con la Presidenta, en el resto de los distritos que vos marcás el oficialismo tiene muchos problemas. Veremos qué pasa en Entre Ríos. Lo cierto es que ya no tenés una presencia tan hegemónica del oficialismo en los distritos más modernos, donde la economía privada es más importantes en términos relativos en relación al ingreso público. Lo mismo uno puede ver en La Patagonia, donde entre las provincias más significativas, en Neuquén está en conflicto con el gobierno nacional, en Chubut se encamina a ganar Das Neves, en Río Negro veremos qué pasa, en Tierra del Fuego está muy disputado pero también puede ganar una especie de liga apoyado por toda la oposición, y lo mismo pasa en Santa Cruz donde una ve a Costa enfrentando al oficialismo. Con lo cual ve en estos segmentos de ingresos medianos y altos en la Patagonia ratifican un poco esta tendencia que yo te señalaba respecto a la zona centro del país.

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