Por Raúl Bigote Acosta
Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 17 de junio
Si se miran las elecciones desde un punto de vista doble, esto es: territorial y de personalidades, aparecen cuestiones que no logran explicarse totalmente por la teoría política, la publicidad y la propaganda.
La mayoría de los analistas infiere un voto de adhesión entre candidatos locales, como una intendencia, y regionales, como una gobernación. No han sido tan lineales las adhesiones.
Los votos de Anita Martínez (a quien con especial regocijo se empeñaban en mencionar como Ana Laura) son más que los obtenidos por su candidato a gobernador. Torres del Sel colecta en Rosario menos votos. Para un voto consagrado en abril, y con pocos cambios, la diferencia demuestra que los territorios no son cosificables, del mismo modo que los votos no son tan transferibles como un cheque en una transferencia bancaria.
Del mismo modo los votos de otro candidato a gobernador, en este caso Omar Perotti, superaron los de sus candidatos territoriales. Héctor Cavallero y Roberto Sukerman no alcanzaron, en Rosario, la cantidad de sufragios de su jefe.
Todo y nada. Todo debe entenderse de otro modo por la aparición de la boleta única. Y nada debe decirse de una forma de votar que libera las categorías. Tiene aprobación legislativa e insultos de los dirigentes cuando opera en contra de decisiones partidarias.
Es en la boleta única donde deben encontrarse las explicaciones a los desacatos partidarios y los caprichos y/o definiciones electorales que liberan las ganas de votar a Juan, Perico y Andrés. A todos simultáneamente. En la provincia de Santa Fe se puede. ¿Que otra cosa que el voto liberado lleva al gobernador y diputado electo, Antonio Bonfatti, a cruzar la franja de los candidatos a gobernador y sumar más que cualquiera de ellos? Hay votos propios y extraños a un frente con números diferentes para candidatos de la misma cofradía.
¿Dónde estaban los votos de una izquierda sin complejos? No se sabe, pero estaban. Se dice que en las elecciones de medio término hay un voto liberado y que, por el contrario, al elegir Poder Ejecutivo el asunto es más ceñido. Nada de eso. La existencia real es inabordable desde el contrafactismo. Los votos de las izquierdas, lo mismo que el voto etáreo, tan escondido, definió cuestiones que nadie se anima a explicar porque nadie entiende.
Los cronistas porteños, puestos a entender realidades comarcales con su esquema capitalino, insisten con una alianza inexistente: Macri/Massa. Varias cosas diferentes eliminan la posibilidad. Está claro que si Pedro vota con Luis y con María Antonieta sumarían de otro modo, pero no es posible, no en las urnas. Es posible en las notas periodísticas, pero las notas periodísticas no son votos, no directamente.
La prudencia exige imaginar la elección en cinco categorías con votos diferenciados por colores y caritas y distintos pasados como cinco elecciones. Es imaginar la elección como un puzzle o un juego de la oca. Ni rompecabezas ni mero azar logran explicarla, apenas resumirla.
La otra cuestión que no se ha mensurado es la absoluta independencia del sur sobre el total de la provincia. La alineación de San Lorenzo, Villa Gobernador Gálvez y Rosario definió tendencias y consolidó ganancias.
Alcanza más del 40 por ciento de los votantes reales. Por su número algunos intentan esconder su influencia pero es imposible. Definió posiciones. Es visible.
En estas elecciones lo esencial ha sido visible a los ojos. Fue necesario el esfuerzo conjunto de candidatos, aliados, candidatos derrotados y voluntarios mediáticos para decidir el voto, para que un número positivo se redondease.
¿Y la diferencia generacional? No es posible hacer un peaje etáreo, finalmente sería discriminar, para ubicar los votos de una izquierda que se colocó por fuera de los dos progresismos. El K y el del FPCyS. No es posible pero esos votos no estaban en la memoria. Y menos en las encuestas.
Al revés, en la otra punta, el corazón reflotó el bombo; es la memoria evocada la que trajo el 30 por ciento de votos peronistas.
En Rosario Perotti y Del Sel sumaron la misma cantidad. No se pueden sumar. El uno con el otro no se encontraron en el presente. El pasado era otra cosa. Alguna vez hablaron. El olvido del voto peronista fue mortal para quienes jugaron a cruzar liberales, peronistas, radicales libres y animales políticos sueltos. No cohesionaron como pensaban.
Otra vez la frase. Son palabras esdrújulas, pero política no es matemática.
Al mejor estilo de los vendedores ambulantes, aquellos viejos vendedores de menudencias en los trenes y colectivos la frase es la justa: "Y como si todo esto fuese poco y por el mismo precio…" Ahora la sociedad exige recuentos minuciosos y decisiones nacionales en el mismo momento. Para que desde el sur surja el gobierno provincial…¿Sí? Afirmativo intenso. Sí señor.
Del mismo modo los votos de otro candidato a gobernador, en este caso Omar Perotti, superaron los de sus candidatos territoriales. Héctor Cavallero y Roberto Sukerman no alcanzaron, en Rosario, la cantidad de sufragios de su jefe.
Todo y nada. Todo debe entenderse de otro modo por la aparición de la boleta única. Y nada debe decirse de una forma de votar que libera las categorías. Tiene aprobación legislativa e insultos de los dirigentes cuando opera en contra de decisiones partidarias.
Es en la boleta única donde deben encontrarse las explicaciones a los desacatos partidarios y los caprichos y/o definiciones electorales que liberan las ganas de votar a Juan, Perico y Andrés. A todos simultáneamente. En la provincia de Santa Fe se puede. ¿Que otra cosa que el voto liberado lleva al gobernador y diputado electo, Antonio Bonfatti, a cruzar la franja de los candidatos a gobernador y sumar más que cualquiera de ellos? Hay votos propios y extraños a un frente con números diferentes para candidatos de la misma cofradía.
¿Dónde estaban los votos de una izquierda sin complejos? No se sabe, pero estaban. Se dice que en las elecciones de medio término hay un voto liberado y que, por el contrario, al elegir Poder Ejecutivo el asunto es más ceñido. Nada de eso. La existencia real es inabordable desde el contrafactismo. Los votos de las izquierdas, lo mismo que el voto etáreo, tan escondido, definió cuestiones que nadie se anima a explicar porque nadie entiende.
Los cronistas porteños, puestos a entender realidades comarcales con su esquema capitalino, insisten con una alianza inexistente: Macri/Massa. Varias cosas diferentes eliminan la posibilidad. Está claro que si Pedro vota con Luis y con María Antonieta sumarían de otro modo, pero no es posible, no en las urnas. Es posible en las notas periodísticas, pero las notas periodísticas no son votos, no directamente.
La prudencia exige imaginar la elección en cinco categorías con votos diferenciados por colores y caritas y distintos pasados como cinco elecciones. Es imaginar la elección como un puzzle o un juego de la oca. Ni rompecabezas ni mero azar logran explicarla, apenas resumirla.
La otra cuestión que no se ha mensurado es la absoluta independencia del sur sobre el total de la provincia. La alineación de San Lorenzo, Villa Gobernador Gálvez y Rosario definió tendencias y consolidó ganancias.
Alcanza más del 40 por ciento de los votantes reales. Por su número algunos intentan esconder su influencia pero es imposible. Definió posiciones. Es visible.
En estas elecciones lo esencial ha sido visible a los ojos. Fue necesario el esfuerzo conjunto de candidatos, aliados, candidatos derrotados y voluntarios mediáticos para decidir el voto, para que un número positivo se redondease.
¿Y la diferencia generacional? No es posible hacer un peaje etáreo, finalmente sería discriminar, para ubicar los votos de una izquierda que se colocó por fuera de los dos progresismos. El K y el del FPCyS. No es posible pero esos votos no estaban en la memoria. Y menos en las encuestas.
Al revés, en la otra punta, el corazón reflotó el bombo; es la memoria evocada la que trajo el 30 por ciento de votos peronistas.
En Rosario Perotti y Del Sel sumaron la misma cantidad. No se pueden sumar. El uno con el otro no se encontraron en el presente. El pasado era otra cosa. Alguna vez hablaron. El olvido del voto peronista fue mortal para quienes jugaron a cruzar liberales, peronistas, radicales libres y animales políticos sueltos. No cohesionaron como pensaban.
Otra vez la frase. Son palabras esdrújulas, pero política no es matemática.
Al mejor estilo de los vendedores ambulantes, aquellos viejos vendedores de menudencias en los trenes y colectivos la frase es la justa: "Y como si todo esto fuese poco y por el mismo precio…" Ahora la sociedad exige recuentos minuciosos y decisiones nacionales en el mismo momento. Para que desde el sur surja el gobierno provincial…¿Sí? Afirmativo intenso. Sí señor.
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