Eduardo van der Kooy en La Mañana Entera
-La reflexión que te pido es sobre lo que está sucediendo con nuestra señora Presidente, que cada día va como de cadena en cadena, o eslabón en eslabón. Y me preocupa saber si vos ves una disminución en el empate que debe tener una figura presidencial.
No sé si hay una disminución. Me parece que es un perfil que la Presidenta vino marcando desde hace bastante tiempo. Para irnos más atrás, y lo digo con algún conocimiento de causa y con la observación que tenemos todos desde el lugar que ocupamos en el trabajo, yo creo que hay, en el recorrido político de Cristina como legisladora y Presidenta, dos tiempos. Hay un tiempo que concluye cuando muere Néstor Kirchner; y hay un tiempo que se inaugura cuando muere Néstor Kirchner. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que ella, como dirigente, fue siempre una persona que de buena manera aceptó el liderazgo de su marido, aceptó la conducción política de su marido. Me parece que ella no siempre estuvo dentro de la corriente del pensamiento de Kirchner, menos dentro de la corriente del pensamiento, heterogéneo cierto pero pensamiento al fin, que significa el peronismo hoy en día. Y creo que a partir del momento del fallecimiento del ex presidente, ella comienza un nuevo curso. Y me parece que libera –yo lo digo así- muchas inhibiciones personales e ideológicas que tenía y que las mantenía atadas, digamos, respondiendo a la conducción política de Kirchner.
Bueno, creo que esto se fue acentuando con el paso del tiempo, creo que el 2011 y aquel 54%, que ella digo que fue 55 hace poco, fue como la ruptura definitiva de cualquier dique ¿no? y es lo que uno ha venido observando, in crescendo, desde aquel momento.
La verdad es que ya uno no se sorprende a esta altura de las cosas. Le podrán parecer bien o mal. Debo reconocer, más allá de las profundas diferencias que tengo con ella, que ha logrado construir un liderazgo con una administración escénica que es llamativa, es admirable.
-Sobre esto, la otra pregunta para escuchar tu reflexión, es referida al cargo escénico que tiene, a la forma en que se presenta ante “el público”. Y de qué modo esto se transfiere al hecho político. Más claro: ella está marcando una forma de hacer política, lo que no sé es si esta forma de hacer política, que ella define con sus actos, nos conviene a los argentinos.
Claro que ella ha marcado, y marca con esa conducta, una manera de hacer política. No hay duda. Yo, la verdad, creo que, siendo más concreto sobre lo que decís, de ningún modo esa forma de hacer política y de bajar esa línea ha ayudado a la sociedad, por lo menos en estos 8 años de su mandato. Particularmente en los últimos 4 años, donde todo pareció acentuarse en ese aspecto. Yo creo que ha sido perjudicial. Creo además que, lo comentaba ayer en una reunión con un grupo de gente, no vamos a tener un tránsito sencillo, más allá de si gana Scioli o gana Macri. No vamos a tener un tránsito sencillo, por lo menos entre diciembre y el 2017. Yo creo que va a ser muy complejo, porque creo además que la conducción de ella ha generado un nivel de compromiso o, en algunos casos, fanatismo en algunos núcleos sociales, que van a ser complejos de administrar en los años que viene.
-Yo no estoy, e intuyo que vos tampoco, en el círculo cercano a la compañera Presidente. Pero me preguntaría, y te pregunto, es hasta qué punto ella escucha consejos, si atiende a alguien, si alguna de las cuestiones con las que nos enfrenta como sociedad, son producto de una reflexión de un grupo o son decisiones absolutamente personales. ¿Escucha consejos la señora Presidente?
No. La verdad que, esto lo puedo decir con cierta cercanía porque algún grado de contacto tenía, escuchaba cuando vivía Kirchner, porque lo reconocía como su jefe político. Hay que entender que ellos funcionaron como sociedad política, más allá de su condición matrimonial, funcionaron muy bien como sociedad política. Y él ejercía el rol de conducción que ella aceptaba disciplinadamente. Yo no sé si escuchaba consejos, escuchaba órdenes y las aceptaba. Pero desaparecido ese actor, me parece que ese produjo todo lo demás. Y hoy prácticamente te diría que lo que escucha, así como un modo de herencia pero no recibe esos consejos a modo de orden como era antes, es de parte de su hijo Máximo. Pero no mucho más que eso.
-Todo lo que ella hace tiene una resolución política inmediata y una mediata. En esa de mediano alcance, esta vez son de tiempo corto por las elecciones del 22 de noviembre, lo que ella está haciendo, a la posibilidad de crecimiento, de mantenimiento, de sobrevida, de Daniel Scioli, ¿le hace bien o le hace mal?
Yo estoy convencido que le hace mal. Es más, creo que es, de alguna manera, un poco el eje de lo que pensaba escribir para mañana, con tres o cuatro elementos que han pasado esta semana. Yo creo que le hace mal. Es paradójico, porque creo que Scioli llegó, en términos electorales, al punto que llegó en gran medida por el impulso que le dio Cristina; Pero eso mismo impulso tiene un techo que lo limita mucho en esta carrera al 22 de noviembre.
-La repregunta es inevitable. ¿Lo estará haciendo porque le sale o porque de ese modo ella queda de jefa?
Yo tampoco creo que todo sea maquiavélico. No soy de los que creen que ella jugó a perder, para nada. Creo que es cierto que nunca le entusiasmó la candidatura de Scioli, que lo eligió porque no tuvo más remedio, que es cierto que hizo un diseño electoral acorde a sus intereses. Y que jugaba a ganar con eso. Me parece que el gran golpe que recibió la Presidenta el 25 de octubre fue perder la provincia de Buenos Aires. Ella pensaba que ese era, más allá del triunfo o derrota de Scioli, junto con Santa Cruz, los dos grandes campamentos a futuro en los cuales ella iba a conducir el movimiento y pensar en su propio futuro a partir de esos dos bastiones políticos. Bueno, la derrota en Buenos Aires significó para ella un traspié muy serio, en términos de proyecto a futuro. Ahora, indudablemente ella, cuando se ubica en la escena política, se ubica como la jefa, la conductora que es. Y la verdad que uno también lo puede describir objetivamente: lo es, y a mucha distancia de los que vienen. Esto es así. Ahora, también es cierto que una cosa es serlo en ejercicio del poder y otra cosa es serlo fuera del poder, mucho más grave aún si su partido termina derrotado.
-Cuando empezamos a charlar decías que, cualquiera sea el resultado, desde el 11 de diciembre no vienen tiempos claros ni tranquilos. Pensaba que en Senado van a estar mejor que lo que están hasta el 11 de diciembre, y en Diputados tienen la llave de peaje. No le va a ser fácil ni a Van Der Kooy, ni a Scioli, ni a Macri.
Yo, por suerte para la humanidad y la nación, no tengo nada que ver con esto. Pero claro que no va a ser fácil. Acá, lo que va a estar en juego otra vez, y es recurrente en el proceso argentino del 83 hasta acá, es la gobernabilidad. Claramente, otra vez está en juego la gobernabilidad de un país que permanentemente pendula entre procesos hegemónicos y dispersiones de poder. Ha sido así, cuando recorrés de Alfonsín para acá, ha sido siempre así. Por eso digo, sobre todo si le tocara ganar a la oposición, la gran misión que tendría en ese cargo un gobierno, como debió tenerla la Alianza en su momento, es simplemente concluir el mandato. Bien, regular, muy bien, eso se verá. Pero creo que en términos políticos e institucionales, demostrar que la Argentina puede tener una alternancia, me parece que es un elemento de valor, pequeño para 30 y pico de años de democracia y mucho más para la que tenemos nosotros, pero es lo que hay para poder sacarle una mirada positiva al tiempo que viene.
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