Publicado en diario La Capital, 19 octubre de 2016
El premio Nobel a un poeta que canta (Bob Dylan) evoca fantasmas.
Muchos. No premiaron una persona. Un largo colectivo ilusionado viene detrás.
En la casa de “el gordo Bollea”, sobre calle San Juan, nos juntábamos. El
conjuro era la poesía y la canción. El texto iluminado. Algunos, como José Luis
Bollea, venían de la canción coral, de coparticipar con ése fenómeno que fue
Cristian Hernández Larguía. Otros simples “oidores” de ruidos en la
calle. Pensábamos una canción que diese vuelta cuestiones sociales injustas,
extrañas, desesperadas. En ése living, con el piano en la entrada de la casa,
poco mas allá de 1960, garabateamos los primeros textos cantados y escuchábamos
los acordes de los “negros spirituals”, las canciones de trabajo, los
intentos de vivir mas libremente en y por una melodía. Peter, Paul and Mary
desde un vinilo que vino desde yankilandia, sostenían que la respuesta estaba
en el viento. No llegábamos sanos, indemnes, inocentes o vírgenes a ese verso
de Dylan. Ya estábamos heridos, bautizados. Sabíamos de que se trataba. Doy
detalles.
“ No te detengas. No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el
desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi
un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No
dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase
lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida
es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la
poderosa obra continúa: Tu puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el
silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes /…/ Las
experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida La sociedad de hoy somos nosotros: Los
"poetas vivos". No permitas que la vida te pase a ti sin que la
vivas” ...(Walt Witman,1819,1892)
Hay mas: “Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la
locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los
negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de
ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la
maquinaria nocturna, que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la
noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría,
flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz, que desnudaron sus
cerebros ante el cielo bajo El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose
sobre techos iluminados/…/ para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani
saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio, con el
corazón absoluto del poema de la vida, descarnada de sus propios cuerpos buenos
para comer mil años (Allen Ginsberg -1926- 1997)
Ya cantábamos de memoria la mas exacta canción de protesta en
castellano, escrita en 1944, vinilo del 1950, aproximadamente. “Amalhaya
la noche traiga recuerdos, que hagan menos pesada la soledad. Como sombra en la
sombra, por esos cerros, el arriero va, el arriero va. Las penas y las vaquitas
se van por la misma senda. Las penas son de nosotros; las vaquitas son
ajenas”. Dos octosílabos, “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”.
No pueden superarlos. Atahualpa. 1908-1992
Sabíamos de la incomprensión y la nostalgia. “Me moriré en París con
aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París –y no
me corro– Tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. Jueves será, porque hoy,
jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto a la mala y, jamás
como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo. César Vallejo ha
muerto, le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un
palo y duro también con una soga; son testigos los días jueves y los
huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos…” Cesar Vallejo. 1892 - 1938
nos representaba a todos, incluyendo el destino parisino.
Hay mas: “Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la
libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos. Para la libertad, siento más corazones que arenas en
mi pecho dan espuma a mis venas; y entro en los hospitales, y entro en los
algodones, como en las azucenas. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada, y hará que nuevos brazos y nuevas
piernas crezcan en la carne talada. Retoñaran aladas de savia sin otoño reliquias
de mi cuerpo que pierdo en cada herida; porque soy como el árbol talado
que retoño: aún tengo la vida. (Miguel Hernández, 1910- 1942)
El galardón a Dylan no es sólo suyo. Es el premio a un cronista. El vive
los ´60, es su época. Como un péndulo que nos lleva y nos trae del olvido, el
premio Nobel a un cantautor rescata lo perdido y cierra, por ahora, el camino
de la peor vulgaridad, la ignorancia. (“en un instante que hoy emerge
aislado, sin antes ni después, contra el olvido, y que tiene el sabor de lo
perdido, de lo perdido y lo recuperado” J.L.B.)
Reflexión escrita en Argentina, en el siglo XXI, el mero tiempo de De la
Rúa, Camaño, Puerta, Rodríguez Sáa, Duhalde, NK, CFK, Macri. Ah… si lo hubiesen
escuchado allá, cuando todos empezamos…
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