Google+ Raúl Acosta: Brindis #UnaDeSalUnaDeArena

sábado, 31 de diciembre de 2016

Brindis #UnaDeSalUnaDeArena



Publicado en el diario La Capital, 31 de diciembre de 2016


El tipo está sentado en el cordón de la vereda. Para allá comienza la playa, en este sitio la costanera.
Llegó temprano, viajó como pudo por esa ruta 2, como hace 32 años. No igual, pero algo semejante seguro. En aquella oportunidad, según le contaron, fue la foto mas comentada por varios días. Cuando a uno le cuentan y le cuentan una misma cosa con  detalles que van cambiando (no hay nada mas traicionero que la memoria) al final parece que uno está ahí, que ya es parte del acontecimiento. Sucede con un gol, una bomba, un asalto. El mismo gol, contado mil veces es mil goles iguales, parecidos y diferentes.

No es fácil de explicar. El era el acontecimiento, había estado, no sabía nada y lo escuchó tantas veces que finalmente sabía todo, pero así: parecido y diferente. Extraño. Ajeno. No se puede explicar ésa sensación.

Venían sofocándose por la vieja ruta 2 con el Renaul 12. Su madre vivía con su padre. Los paró la policía “caminera” en la entrada a Mar del Plata, era fin de año y no era un control de rutina, era el brindis de Año Nuevo y ellos los últimos del 1982 y/o los primeros de 1983, según se mire. Los policías abrazaban a su viejo y deje el auto al costadito que los fotógrafos y las cámaras, por favor venga por acá y su vieja empezó a sentirse mal y  no llegamos y no llegamos y que hacemos y veamos cómo nos acomodamos que esto no espera y cuando sucede, bueno, sucede, que le vamos a hacer es la vida y ya está….

Caso único. Lo parieron en el control caminero. Juan. Llámenlo Juan dijo el oficial, como mi papá y como Perón, pero no le ponga Domingo

Las fotos por ahí están. En un viejo sistema (VHS) le habían copiado las notas de televisión. Ya no hay sistema para ver esas imágenes tan sencillas que no entendía bien y eso era lo raro, porque parecía clarito, clarito. Nunca pudo explicarse a si mismo, como tantos. Sos vos Juan, “mirate” pero el no tenía nada que ver con eso, su vieja era mas joven y su viejo aún estaba juntado con su vieja y cómo le vamos a poner el apellido que eso es en el Registro Civil y nosotros todavía no estamos casados y le pongo mi apellido y andá a cagar, había dicho su vieja.

Se llama Juan y no alcanzó. Todavía no alcanza. El fue el viajero 7.035 (su mamá la 7034  su papá 7033) del último día del año. Juan entró  a Mar del Plata en diciembre/enero del 1982/83.

Cada vez que llega fin de año el se encuentra, no importa donde esté, el se encuentra envuelto en una toalla de manos, secado con papel higiénico y llorando en el control caminero, Juan para fin de año queda enfermo de gerundio: está llegando a Mar del Plata, la ciudad feliz. Parece que tiembla y espera los ruidos y las luces de tantos colores que no conoce, pero todo finalmente es rojo, verde y color estrellas blancas, brillosas, fugaces.

El Renault 12 allá quedó, según le cuentan; a su madre (y a él) en un viejo móvil policial, un Falcon azul, los trasladaron al hospital zonal. No hay apuro, le repetían a su madre, usted será famosa, atorrantes, al día siguiente nos rajaron, cuenta ella desde entonces. Yo era una negrita, no les servía para la foto turística para Crónica, La Razón y la revista Gente. Tu padre ya ese día se estaba escapando…

Sentado en el reborde se huele el mar. No se huele nada bueno, nada nuevo. El sabe que todo los años hará lo mismo. En Mar del Plata el 31, cuando ya es primero, estallan luces, fuegos artificiales, muchos, siente un vago temblor, se le caen solas las lágrimas, le parece que vuelve a nacer y que esta vez será feliz. En la ciudad donde vive están prohibidos y sabe que sin las lucecitas de colores en el cielo el se muere todos los 31, casi cuando es primero. Mejor acá. Con  los fuegos vuelve a nacer. Son famosos los fuegos artificiales. Lindos. Inocentes. Le dan vida. Allá los prohibieron. Una lástima.

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