Google+ Raúl Acosta: Mudo

martes, 20 de diciembre de 2016

Mudo



Publicado en el diario La Capital, 20 de diciembre de 2016

Martes 20. Junto al mar. La definición mas corta sobre Carlos Gardel es esta:”el mudo”, “el bronce que sonríe”, el que “cada día canta mejor”.

Todos querían tener, en las poblaciones, en la familia, en los teatros, alguna relación con Charles Romualdo Gardés, el morocho del Abasto. Es cierto que el siglo XXI  es demasiado veloz como para detenerse en un cantor que murió en Medellín, Colombia, en el 1935. Pero Rosario tiene su bronce público de Gardel y la memoria ubica a “Lito” Bayardo, el de dos líneas de un  poema que lo define:”Recuerdos que nunca olvido, Rosario de Santa Fe, “ como el que logró que Carlos Gardel cante un tema suyo que sigue siendo valioso: “Duelo Criollo”. El tango que describe a dos varones peleando por una mujer. En su punto mas duro:”… y un farol en duelo criollo vio… morir los dos”. El cine Broadway mantiene la balandronada: aquí cantó Gardel. Lito Bayardo merecería un mini reconocimiento popular

En Rosario el tango fue parte de su construcción musical. La memoria (tan personal, tan selectiva) ubica a dos bandoneonistas en el Paraíso tanguero: Antonio Ríos y Cholo Montironi. El cholo sigue sacando maravillas desde el pulmón de su gusano loco que respinga. Alguno se enojará pidiendo por Fernando Tell. Y en algún momento alguien analizará la forma de componer sus textos para concluir que Lito Nebbia es, básicamente, un tanguero atrevido en el rock and rol. El primero y mas importante de los argentinos en el rocanroll. Sitio al que se sube Fito, que de algún modo tiene dos o tres temas mundiales en los que el tango se cuela.

El Auditorio de Mar del Plata se llama Astor Pantaleón Piazzolla y eso sólo define. Por mis afectos pondría algún paseíto para “el tata” Cedrón.

Y la ciudad feliz guarda, exhibe, no olvida a Gardel. Las esquinas se doblan, se agrandan y se achican, pero no se van. En la esquina de Independencia y Matheu, en MDQ, un sitio de comidas y encuentros ya desaparecido (El Retiro) esperaban a Gardel cuando venían sus caballos o los caballos de algunos amigos a correr. Si. Lunático. Si Irineo Leguisamo, el jockey que lo corrió y uno de los veteranos que mas apreció al “palo” Ortega. Cariño mutuo de los que, viniendo de la nada, entienden todo. Y la Diagonal Lisandro de la Torre era conocida como la diagonal de los studts.

Imaginar en, pongamos, 1930, un viaje con caballos de carrera, pertrechos (para el caballo y la carrera) y reservar lugar para todos los que acompañan a una comitiva de este tipo no es sencillo. No es sencillo imaginar sin resolver que la pasión era mucha. Si en esta temporada las noches son frías en aquellos tiempos,  sin camperones importados ni bolsas de dormir, la cuestión no habrá sido muy cómoda ¿Cantaba Gardel para comer o era de puro gusto de cantor de los studs, de peoncito que supo siempre donde estaba lo mas humilde de la sociedad?.

En diciembre la relación con el día 11, fecha de cumpleaños de “el Troesma” (así titula Hermenegildo Sabat su libro de dibujos sobre Gardel) que ha sido institucionalizado como Día del Tango por esa razón, los artículos fueron pocos allá, en Rosario o acá, en Mar del Plata.

Es extraña la relación del tango con las ciudades. Parece languidecer, camino al olvido que viene después de la tibieza. No hay pasión y sin pasión la vida es un libreto prescindible o, al menos, predecible.
No hay, en la ciudad marítima, una cueva tanguera potente donde se encuentren aquellos que lo cantan en televisión, porque no hay o son marginales los programas de televisión apuntando al tango y Tinelli, que hace bailar tantos ritmos a sus muchachas y muchachos para que después se insulten frente a las cámaras, no tiene una apología tanguera firme ni un ballet que erotice con “la pollera cortona y las trenzas” (…” y en las trenzas un rayo de sol”…)

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