Publicado en el diario La Capital, 10 de febrero de 2017
Viernes 10 de febrero. Junto al mar. No somos iguales, somos muy parecidas y muy diferentes. Así dialogarían las dos ciudades (Rosario y MDQ) con puerto, gente que viene y que va y muchos italianos, muchísimos. Españoles otro tanto. Tanos y gallegos. Igualdad. Humildes inmigrantes. Ellos dan el tono. Pero en el origen no son iguales las dos ciudades.
En conmemoración del 143° aniversario de Mar del Plata, este viernes 10 de febrero, se llevarán a cabo distintas actividades, organizadas por la municipalidad, para celebrar el “cumpleaños” de la ciudad. La crónica resalta la fecha.
Por un decreto de la gobernación de la Provincia de Buenos Aires del 10 de febrero de 1874, se reconoció al pueblo de la Laguna de los Padres y se le dio el nombre de Mar del Plata, por iniciativa de su fundador, Patricio Peralta Ramos.
Cada 7 de octubre se celebra el día de la ciudad, en homenaje a Nuestra Señora del Rosario. Al contrario de otras ciudades, como Córdoba, Santa Fe o la misma Buenos Aires, que festejan su día en el aniversario de su fundación, Rosario lo hace el día de su virgen patrona. No hay nadie que se haga cargo. Propio esfuerzo, ciudad “self made people”. No hay fundador, historia, prosapia, abolengo. Nada. Laburo. De a poco.
Mar del Plata festeja mediante un DNU. O casi. A MDQ la funda un decreto de ciudad. La población estaba. Demasiadas cuestiones legales se resolverían de otro modo si la ciudad existía. Básicamente las tierras, sus propietarios y su uso. Ejemplo fenomenal ¿La arena es privada o pública? La “ley de sirga” no le cabía a don Patricio. ¿Se entiende? Tenía las tierras desde antes de la Constitución que liberó la margen de los ríos y los mares.
Ladislao Martínez es el primer nombre que aparece, preso en la ciudad de Buenos Aires tras haber acompañando en su suerte el derrotero del General Lavalle. Pierde. Negocios son negocios.
Durante el embargo de sus bienes, Ladislao Martínez vendió su estancia y sus ganados a José Gregorio Lezama. En agosto de 1856, Lezama vendió las estancias Laguna de los Padres, La Armonía y San Julián de Vivoratá, a un consorcio brasileño-portugués encabezado por el Barón de Mauá.
Mauá poseía el 50 % de la sociedad, mientras que el otro 50 % se repartía entre Coelho de Meyrelles, Pereira de Faría, Figueredo hijo, De Souza y Sa Pereyra.
Vamos a encontrarnos con Argentina, la constitución de 1853 jurada y la provincia de Buenos Aires afuera. El Barón de Mauá era comerciante y, a la vez, testaferro de la corona portuguesa. Estas tierras no juraron la Constitución Nacional, fue necesaria la reforma de 1860. Mauá fue huérfano, aventurero, ladrón, testaferro y anciano maltratado. Es el mismo que, en Rosario, aún es cortada.
Meyrelles vendió a Peralta Ramos sus tierras, el 25 de septiembre de 1860. Eran las estancias "Laguna de los Padres", "San Julián de Vivoratá" y "La Armonía", las cuales hacían un total de 136.425 hectáreas. Un terrenito junto al mar. Sucundun.
Cuando fallece su mujer (Cecilia) en 1973 Peralta Ramos gestionó ante Mariano Acosta, gobernador de la provincia de Buenos Aires, el decreto.
Los fundamentos del pedido son elocuentes: " Este punto llamado a gran desenvolvimiento, es ya hoy un pueblo, excelentísimo señor. Hay en él un gran saladero cuyo costo primitivo fue de cuatro millones de pesos, aproximadamente. Hay un muelle de "fierro" que costó treinta mil duros. Hay un molino de agua que puede elaborar la harina suficiente para las necesidades de la localidad. Hay una iglesia de piedra y cal con todo cuanto es requerido, que puede contener cuatrocientas personas… Reparemos en la frase: “es ya hoy un pueblo”. No estaba la pesca. Llegamos a la ciudad.
Don Mariano Acosta le dijo si. El DNU es del 10 de febrero de 1874. Una fecha de cumpleaños que nadie olvida. Los rosarigasinos tienen una virgen para ubicarse. No es lo mismo. Es otro el negocio. El puerto y los inmigrantes se encargaron de acercar los destinos.
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