Google+ Raúl Acosta: Matador #UnaDeSalUnaDeArena

miércoles, 8 de febrero de 2017

Matador #UnaDeSalUnaDeArena



Publicado en el diario La Capital, 8 de febrero de 2017

Miércoles 8 de febrero. Junto al mar. Reí silenciosamente cuando Cacho Castaña dijo que Mar del Plata era la ciudad de los amores clandestinos. Cubríamos todo, contábamos un  poco. Otros códigos. Otros tiempos. Monzón. Susana. Cacho.
  
No se si me recuerda. Ha pasado tanto rostro cerca de su vida y es tan eterna (su vida) que da igual. Conversa sabiendo que tiene un solo interlocutor. Que cambia rostro y actitudes, pero él habla con alguien porque Cacho es una conversación argentina en la que entramos y salimos ¿Cuántos de nosotros somos un  poquito suyos? En la rabia y la sonrisa. Vamos. El matador o la reina de la bailanta. Son extremos, eso está claro. Son extremos.
  
Escribí, en estas columnas (“una de sal y una de arena”) que había una cuestión especial entre “Cacho” y la gente. No pasó inadvertida para el resto de los jurados. La titulé “Idolatría”, magia dije, magia parecía  esa jerarquización de ídolo al que se va a escuchar sabiendo que nada romperá la cadena que los une. Que todos entendíamos la trampa de la mosqueta y dónde estaba la carta elegida, que siempre es esquiva y que con Cacho no importaba. Eso fue visible la noche de los Estrellas de Mar en el Salón Auditórium Astor Piazzolla.
  
Llegó el domingo y acondicionar el hotel fue necesario, ya no dan las tabas (los pulmones, las tabas también, pero no importan, los pulmones si) y llegó a la ceremonia sabiendo que su premio estaba después del cuarto corte, el premio al Recital del verano, la actuación que tanto emocionó. Que tenía posibilidades de ganar y que, al cabo, el mimo de traerlo (cuestión de amigos empresarios que lo quieren) era como París, bien valía una misa.
  
Sentado a la derecha, mirando al escenario, con ése bastón que lo sostiene y el saco negro de luces, el pelo retocado y la chalina blanca que lo acompaña, como a mi las gorras, no era un invitado mas. Había flashes, los colegas no se aguantaban.
  
No me alcanzará una columna para escribir lo sucedido. En una sola hora calendario. Premio a Balá, del que seguramente escribiré y detrás del escenario, entre bambalinas, porque no quería la platea asignada ya que es difícil subir esos escalones, la señora. A Mirtha no la veían los colegas y Balá es lo dicho: otra cuestión, otra nota. Noventa de Mirtha, 91 de Carlitos, mas 70 de Cacho. Había 250 años de historia popular reunidos.
  
Votamos, los jurados, el premio “Estrella de Mar de Oro, temporada 2016/17” y lo ganó. Antes ganó el premio al Recital del verano. Ciro y los Persas y el pibe Benjamín Rauch tenían  “33 de mano” los dos. Para ganarle a esos recitales Cacho  fabricó una falta envido especial. Cuando subió, acompañado de alguno de sus amigos, a recibir el premio al mejor recital cambiamos las frases comunes: ”que haces / estoy vivo / no es fácil /no, ya lo se / pero seguimos / y si, qué otra… / te felicito / tranquilo…” el protocolo contenía mas de 140 años por las calles.
  
No es sencilla su vida ahora, pero nunca fue sido sencilla, eso es fácil de recordar, a poco que se lo haya seguido en su carrera. Es, sin embargo, un claro visualizador de un costado del país y de sus tribulaciones, de sus deseos mas escondidos.
  
Su “Café la Humedad” y la ubicación geográfica: Gaona y Boyacá, es algo mas que un juego de palabras que encajan rítmicamente en los versos de su tema. Está escondida (no tanto, no tanto) la continuidad del café con mesas que nunca preguntan y esto: “Yo solamente necesito agradecerte la enseñanza de tus noches que me alejan de la muerte.  Café La Humedad, billar y reunión... Sábado con trampas. ¡Qué linda función! Yo simplemente te agradezco las poesías que la escuela de tus noches le enseñaron a mis días”, esto es continuación al encuentro elemental del habitante de ciudades, smog y lejanías, los versos de Cacho vienen directos de un sitio, el que ocupó, sin dudas, con “la ñata contra el vidrio en un azul de frío” y mas, mucho mas a  su faltante:“José, el de la quimera. Marcial, que aun cree y espera y el flaco Abel, que se nos fue pero aún me guía”… No lo dirá nunca, porque ése es el trato, pero esos son los que ganaron el premio con él. Los que no están, pero aún  lo guían.

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