Google+ Raúl Acosta: Pajaritos #AntesQueMeOlvide

miércoles, 3 de mayo de 2017

Pajaritos #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital, 3 de mayo 2017

En las ciudades el cielo nunca es azul y un entrecruzado de cables desprecia el horizonte y lo vuelve crucigrama. Los pájaros están, pero no están. Las cosas han cambiado. Lo llaman, técnicamente, “contaminación visual”. Cables en el cielo.

Hay un recuerdo de infancia con el hombre que vendía pájaros. Un carro lento, canarios de sangre oscura y cardenales poco serios. En la cuadra de atrás un señor tenía una pajarera y una vez nos dejó entrar. Una pajarera como patio, una cárcel de lujo para un tordo y otros pájaros de diverso plumaje. Decía los nombres y los mezclaba con latinazgos y orígenes y no era fácil recordar. La cárcel y/o la jaula si.

Con la gomera nosotros apuntábamos a los gorriones. El flaco  Aranda, una vez, le pegó a un gorrión y no se si fue bueno o malo, simplemente  no me gustó. Demasiado abuso. Ningún pajarito en el alambre sabe que viene el proyectil.

Otro sistema era el del “llamador”. Una jaula y otra jaula por debajo con un cantor traidor. El llamado, suponíamos, al otro u otros pájaros, que entraban a la jaula trampa. Todas las jaulas son trampa, según se mire. Y en todos los casos un llamado te mete en una jaula. La vida imita al arte y atrapar pájaros es todo un arte.

En la ciudad estas cosas son y no son, forman parte de la mitología urbana. El poema dice, usando mal las palabras, que el loco mira a Buenos Aires “del nido de un gorrión”. Difícil lugar para mirar la ciudad que sea. Deja certezas la poesía. No puede mirarlo desde el  nido de un hornero porque no hay muchos nidos de horneros y, según Atahualpa Yupanqui, están en la cumbrera del rancho (de don Ata). Está clarito, clarito, que en la ciudad hay pocos pájaros.

Los expertos, en la barra había expertos, mencionaban tijeretas, torcacitas, horneros, calandrias y negruchos, una plaga, créame, decía el padre de Pepe, que además de ferretero era colombófilo o algo así. Criaba palomas mensajeras.

Cardenales y canarios entraban en la categoría de pájaros finos y la mayor rareza los tordos silbadores, una leyenda de la muchachada, que siempre soñó con un loro parlanchín, que nunca llegó. Tal vez si. Hay tanto disfraz en estos días. Y malos usos.

Come como un pajarito. ¿Cuánta y cómo es la alimentación de un pajarito? Las usanzas son terribles y los vegetarianos un destino. Alpiste o mijo los dos granitos que comían. Ya hay nietos criándose con leche de mijo, que es mas sana que la leche de vaca. Y prepara para volar, eso aseguran. El siglo XXI es apropiado para volar.


El presente texto pertenece al libro ”Cronicas rosarigasinas” (Antes que me olvide) de próxima aparición.

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