Google+ Raúl Acosta: Petiso #AntesQueMeOlvide

jueves, 15 de junio de 2017

Petiso #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

El petiso de los mandados. Hay una discusión que el diccionario no resuelve. Se escribe con “ese”, por estos pagos pero, pero, pero el diccionario RAE (Real Academia Española) no se juega tanto: “Para esta voz, procedente del portugués petiz ('niño'), existen las grafías petiso y petizo, ambas válidas. No importa. Hay petisos y petisos, no son iguales. Para nada.

Estoy hablando de los petisos con rango, los petisos de polo. Después están los del cirujeo, que aún dan vueltas por la ciudad. Esos los mas castigados.

Hay una tercera categoría, los caballos petisos para la foto. Para que alcance a subir el nene. Esos están bien peinados y mejor cuidados sus arneses, sus correas. Son escenografía para el recuerdo del momento. Como el burrito, la llama, en algunos países el camello, total, que la foto de la criatura montada en un animal (hasta en elefantes) es una seducción infantil que, cada tanto, ataca a los mayores. Si hay disfraces para el nene mejor. Un sombrero. Un poncho. En los adultos el uniforme de turista es un disfraz pertinente.

Los mas despeinados son los del cirujeo. Horas, días, la vida tirando de esos carros con ruedas de goma, silenciosos y vergonzantes en el centro de la ciudad que, en rigor, no los quiere erradicar definitivamente porque es lo que se dice:” un hecho cultural”. Quiere que estén lejos.


Quitar la tracción a sangre, así se define finamente al cirujeo con  carros y caballos, no quita el cirujeo, la mendicidad, ni nada que se le parezca. Quita a los caballos de la vista para un tránsito que no mejorará por 10 caballitos menos bosteando por el centro. Tampoco rejuvenecerá el  tránsito urbano sin los carros. La foto si. Esa quedará linda. Los caballos atrasan.


Antes había otros caballos y otros carros. El lechero, el verdulero. Aquellos que están por estos pagos terrenales con espaldas bastante usadas sabrán del dicho de “seguir la ruta como carro de verdulero”. Ignoro que GPS los guiaba, pero hacían media cuadra y paraban. Cruzaban la bocacalle, tres casas y paraban frente a lo de Doña Anita. Solos. No era el látigo, ni las riendas, ni el freno. La Naturaleza tiene un GPS para los equinos que nosotros, los humanos, no conocemos bien.

El clop – clop de sus patas calzadas con herraduras es un sonido que el bullicio ha escondido, quitándolo de los ruidos comunes en las calles, pero persiste en el mejor sitio: la memoria.


Esos caballos tenían, a veces, una flor entre las correas que cerraban el freno y esas anteojeras laterales, para que mirasen sólo hacia delante. Un clavel. Que no se marchitaba fácilmente.

Cuidar el caballo, no importa la altura, es parte del negocio de ganarse la vida con animales.
Las anteojeras una buena razón para seguir el camino. Una censura para saber qué pasa alrededor. Pero los caballos no piensan como nosotros. Estoy casi seguro.

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