Google+ Raúl Acosta: Tecito #AntesQueMeOlvide

martes, 25 de julio de 2017

Tecito #AntesQueMeOlvide


Publicado en el diario La Capital

No somos un país de tomadores de te. En muchos casos llegamos a la vida adulta sin haber probado el te, excepto con la enfermedad. Anda mal de la panza, un  tecito y que haga dieta. La cura de los vecinos está dentro del delito mas conocido: ejercicio ilegal de la medicina. Quien se va a enojar por eso.
  
Distinto es Doña Hilda, que curaba el empacho con el centímetro de las modistas y los tres movimientos de su antebrazo, que cuando daban, con la mano de Hilda, sobre la pera indicaba: muy empachado, tecito y pan tostado, que no vaya a la escuela hoy y mírelo mañana si no tiene fiebre. Hilda no recetaba nada para aflojar la panza (tránsito, tránsito intestinal) y todos la queríamos. De grande se animaba a curarlo de palabra, pero a las palabras, ya se sabe, se las lleva el viento. Al empacho no.
  
El te era te y después estaba el te de paico, el de carqueja  (súper amargo) y el de manzanilla. A la manzanilla siempre le desconfié, era una especie de Aloé Vera barrial. Servía para un te que calmaba los nervios y así figura hasta en las novelas inglesas  como “te de camomila” pero si uno tenía las nalgas irritadas estaba el “baño de asiento” con agua tibia y manzanilla. El baño de asiento quitaba romanticismo a cualquier aventura infantil, creo que es de lo peor para la hidalguía. Como si eso fuese poco estaba la tintura para los pelos de esa chica, con esos pelos teñidos con manzanilla. Un  insulto de conventillo y/o almacén para la rubia de la otra cuadra, la que se animaba a fumar en público. Elsita, todos la mirábamos.

En calle San Nicolás, cerca de Cruce Alberdi, había una farmacia que vendía yuyos. Tenía un olor penetrante el salón. Herboristería. Entrar a mirar los estantes y cajones era participar de un curso intensivo de medicina alternativa, latín y chamanes.

Durante muchos años, aquellos años de ida, un par de  comisarios de a bordo le llevaban a un conocido cantautor las cajas de te Cachamaí a España.

En Catamarca probé, por primera vez, el te de coca, con el mismo sistema que los saquitos de yerba para preparar el mate cocido. Dicen que es bueno y necesario. No hay porqué descreer de la fe que otorga propiedades al te de coca. No le tuve fe.

El te, la infusión, el líquido tibio, con un bouquet de hierbas, entrando en la garganta es necesario, al menos eso creo, para frenar carrasperas y sequedades. Uso mate cocido.
El te en hebras, el verdadero te, que antes era negro y ahora es negro, blanco para adelgazar, de rosas, de jazmines, de Ceylán (Sri Lanka) de limón, de la India, lo preparaba mi madre cuando estábamos enfermos. El te es sano y sanador, por eso se corresponde con algún desequilibrio, que eso es la salud ausente, la falta de equilibrio entre muchísimos parámetros y computadoras del cuerpo humano. El día que visite Londres lo pensaré mejor. A las cinco en punto de la tarde.

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