Google+ Raúl Acosta: Almanaque #AntesQueMeOlvide

lunes, 14 de agosto de 2017

Almanaque #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

Recuerdo el primer almanaque que vi, colgado en la pared del que era living, comedor, sala de juegos, mesa de los deberes y pieza de estar. Sobre la mesa que soportaba la radio a lámparas (válvulas) el almanaque tenía la foto de Perón montando un caballo blanco con manchas (caballo pinto). Al año siguiente hubo que sacarlo y un paisaje de la Cordillera de los Andes gobernaba la habitación.

Los almanaques no se compraban, los regalaba el almacenero, a veces el de la tienda de la esquina sorprendía con unos mas pequeños.

Creíamos que éramos reyes de la modernidad con los que se tenían que armar (un triángulo en cartón ilustrado) dejando un semestre de cada lado.

Después fuimos los reyes de la pornografía con unos diminutos, tipo tarjeta de créditos, que tenían de un  lado el año calendario y del otro una señorita demostrando que podía sonreir en ésa extraña posición, sobre ese balcón y sin ropas.

Para confesar la verdadera certeza. Nunca mirábamos el almanaque. Las fechas de fin de semana se contabilizaban según  local y visitante del equipo de los amores, la pasión y la vida. Una vez cada 7 días en casa y una vez cada 7 días escucharlo por la radio. La misma que estaba debajo del almanaque.

En el almanaque en la pared la vieja (mamá) tenía anotados el teléfono del bar, el del almacén y el de la farmacia. No había delivery ni cadete. Decile a mi marido que venga que ya está la comida. Necesito que me digan si ya llegó el jabón en barra. Tiene extracto de aceite de hígado de bacalao, si no tiene avíseme asi no hago el viaje inútilmente. Teléfonos útiles en el almanaque.

En el almanaque decía Jueves/Viernes santo, Sábado de gloria, Domingo de resurrección. Decía miércoles de cenizas. 12 de agosto día de la reconquista. Las fechas de enero y febrero, pasando reyes magos, no tenían valor real, solo las mirábamos calculando los días faltantes hasta el comienzo de clases.

Con el almanaque poníamos en apuros a dos clases de personas, los primos chiquitos y los tíos muy viejos. A los primeros para que lean los números porque el prescolar era para eso. El silabeo y los números. Con los mas veteranos el desafío era que leyesen sin anteojos.

Una señora que venía una vez por semana a ayudar a la vieja (mamá) con la limpieza general (todo patas hacia arriba y expulsión de polvos, polvillos, telarañas y humedades) no aceptaba el desafío de leer sin anteojos (no los tenía, decía que se los había olvidado) y nosotros insistíamos hasta que la vieja (mamá) cerró esa mañana de sábado con un bueno basta de los mas secos que le escuché. Cuando se fue la señora me miró a mi, como el culpable, y me dijo: doña Natalia no sabe leer, pobre. La vida te hace comprender que no todo es una letra, un número colgando en la pared. Que la vida, al cabo, es mas que un feriado o una semana santa en el almanaque.

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