Google+ Raúl Acosta: Alcanfor #AntesQueMeOlvide

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Alcanfor #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

Recuerdo la bolsita, prendida con un alfiler de gancho, del lado de adentro de las camisetas de mis amigos, en invierno. No importaba que no se viese, igual se olía. El alcanfor, una pastilla casi transparente, sostenían las tías y las madres de las tías, casi abuelas finalmente, que prevenía contra las pestes. Los resfríos, las toses, los catarros eran pestes. La epidemia de polio, sobre aquellos años ’50, aumentó su uso.


“El alcanfor es una sustancia semisólida cristalina y cerosa con un fuerte y penetrante olor acre. Es un  terpenoide con la fórmula química C10H16O. Se encuentra en la madera del  árbol alcanforero Cinnamomum camphora, un enorme árbol perenne originario de Asia (particularmente de Borneo, de donde toma su nombre alterno "Árbol de Borneo"), y en algunos otros árboles de la familia de las lauráceas. Puede también ser sintetizado del aceite de trementina. Se usa como bálsamo y con otros propósitos medicinales”.

El aceite de hígado de bacalao, el esperma de ballena, el extracto de cartílago de tiburón y otras yerbas (carqueja, “canchalagua”, ambai) pertenecían al cortejo de curanderas y comadronas y sus recetas magistrales. Estaban los tíos que sostenían que el hígado, las borracheras y la pesadez se combatían con un vaso lleno de jugo de limón bebido en ayunas. Francamente: prefería  las pestes.

Tengo amistades, afectos que conservo de aquellos años, que sostienen que una docena de ajos picados curan el corazón y mantienen lozanas las arterias. Por lo que se (muy poco) el exceso de ajo trae un olor que sale por la boca y por los poros, se suda según se come, eso aprendí pero acaso lo mío también pertenezca al terreno del curanderismo pro positivo.

Esto del “pro positivo” es de los actores políticos que sostienen que sus críticas son pro positivas que quiere decir que son para el bien. Ignoro el bien de una cucharada de ajo molido en ayunas pero nunca me embarqué en tales “propositividades”, si se permiten neologismos en los recuerdos.

El alcanfor, la bolsita con alcanfor debajo de las camisetas de frisa de por lo menos dos amigos, eran para preservar la salud que, para recordar con exactitud, se comprometía bastante jugando al fútbol y sudando por varias horas, en las tardes de aquel barrio, hasta que la luz desaparecía, con el cansancio y la alegría del triunfo o el fastidio del gol de ellos en el final del partido.

La información sostiene que desde 1903, ante la posibilidad que se extinguiese y por su costo, se produjo artificialmente, en laboratorio, el principio activo y el “alcanfor” pasó a ser artificial.

Es muy posible que la mamá de los Batistti, una adicta al alcanfor en pastilla y en pomada (friegas en el pecho) creyese que era un árbol de Sumatra, Java y /o Borneo el que protegía a Lito y Pirulo de los resfríos de aquellos inviernos con tricota de lana y otra y otra mas. Sin camperones de tela sintética. Aunque la modernidad ya estaba golpeando a la puerta. La fe era sana. El alcanfor trucho. 

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