Google+ Raúl Acosta: Relojes #AntesQueMeOlvide

viernes, 8 de septiembre de 2017

Relojes #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

No teníamos relojes todos los muchachos en aquellos, los años de ida por el mundo. Ni eran tan cuidadas las maniobras con las manos como para que sobreviviesen a nuestros gestos, peleas, ejercicios de crecimiento.

Tampoco eran muchas las marcas ni las publicidades. Un reloj de muñeca se compraba prácticamente para siempre. No existía la competencia de mercado de un  modo tan furioso y, por lo demás, no había casi publicidades. Solo en las relojerías cartones publicitarios de algunos relojes.

Mi padre tenía un reloj, mi madre otro que no usaba siempre. Dentro de la casa qué sentido tiene usar un reloj. La vida transcurría, en aquellos años, con una flecha del tiempo absolutamente previsible.

El reloj de pared, a cuerda también, porque es necesario indicarlo, no había relojes a pilas ni automáticos que solos se automedicasen dándose manija (cuerda). Aun recuerdo esas llaves trabajadas, para esas cuerdas con ese ruido tan particular que es imposible olvidarlo o describirlo.

Un profesor, Nievas, se quitaba el reloj de su muñeca, dos tiras de oro para un  reloj de oro con un broche que lo aseguraba. Comenzaba la clase. Duraría exactamente una hora.

Un reloj de bolsillo, marca “Te Bagley” certificaba que alguien en la familia había ganado un premio que era ese, un reloj de bolsillo. Como el del tango:” antiguo reloj de cobre”. Máquinas leales. Cuadrantes que hasta soportaban una cerámica como base.

Pertenezco a una generación que aprendió los primeros números romanos observando el reloj. Los otros números también, con la imaginación para  las 14 y 13 o las 20 y 25 en relojes con aguja grande y chica y pocas señales mas.

La malla de cuero, el adelanto de la malla elastizada. Unas como de resorte. Otras casi pulseras, duras, firmes. El reloj era una prenda de vestir, como los gemelos. El alfiler de corbata. La traba. La perla en el alfiler.

Era un premio el reloj. Según. Un tío, jubilado de una institución después de 30 años de servicio recibió una medalla de oro y un reloj con su nombre escrito.

Para las etapas del crecimiento social el reloj indicaba el fin de una infancia. Económicamente también. Hasta tiene reloj el Beto. Ahora pasó a cuarto año del secundario.

Teneme el reloj que voy a pelearme a trompadas con el Cacho. Si. Era un ritual la pelea y cuidar el reloj ante las peleas.

Me siguen dando vueltas las conclusiones del tío premiado con medalla y reloj. La medalla era bañada en oro, no de oro y el reloj enchapado, no de oro y no tenía los 14 rubíes, estimado sobrino y la verdad, la verdad, hubiese querido seguir trabajando un par de añitos mas… . Conservo la enseñanza. No todo lo que reluce es oro. El tiempo es oro. El trabajo también.

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