Google+ Raúl Acosta: No somos adivinos, somos periodistas pero…

lunes, 12 de febrero de 2018

No somos adivinos, somos periodistas pero…

Publicado en el diario "El Litoral", el 12 de febrero de 2018


En estas columnas que amablemente publican en la ciudad capital de la provincia de Santa Fe, en el diario con el que me crié y donde, entre otras cosas, el corrector no cambia y “santafesino”, el gentilicio que me pertenece va con “ese”, se han dicho cosas del sur, con eje rosarigasino, que han gustado mucho, poco o nada, según el cristal, las ganas y los amores, pero eso es lo usual. Debo agregar algo más: no soy de los que se deleita con el “lo habíamos dicho” y sí con el “...se debe corregir lo que sigue estando mal”.

La violencia urbana es un problema endémico del siglo XXI, con recidivas, brotes, y sitios donde es más virulento. Lo que está claro es que muerto Al Capone el crimen organizado siguió. Nunca se termina el mal, simplemente se perfecciona. Como los insectos contra los insecticidas. Cuando matas un mosquito no mataste a “los mosquitos”.

Hay zonas de Rosario donde esto es visiblemente así y lo que entusiasma a los funcionarios el “mapeo” del delito pone zonas calientes y sitios emblemáticos en los que sucedieron cosas (el mapeo es sobre muertes, robos y sucesos... ya sucedidos) que deberían empezar a resolverse de otro modo. Porque ¡páfate!, suceden “againmente” una y otra y otra vez.
Rotonda redondaque se enloquece
Para quien conozca la ciudad sureña, el cruce de bulevar Oroño (el de las palmeras) con bulevar Pellegrini (el cruce rápido y salida hacia Córdoba) es fácil de reconocer. Hay semáforos, diferentes pasos de rojo a verde y, por lo menos, 12 a 15 muchachones limpiando, vendiendo, robando ante cada “paso” de los semáforos. Son el punto más ciudadano de una entidad desconocida, anónima y desaparecida (ejem) de Los Monos y su conexión leprosa. Los obligan a usar trapitos rojos y negros o escudos identificatorios que a un santafesino pueden confundir, son rojinegros. Las bandas manejando las drogas, siguen, seguirán, es una constante.

Pregunta: ¿cómo es posible que siga habiendo robos y descuidismo en esa esquina durante el día? Otra pregunta peor: ¿cómo puede haber accidentes de tránsito en un cruce tan advertido? Son muchos. Uno de los colmos de las estadísticas es que en esa rotonda todos los años para Navidad, la Municipalidad arma, con luces, un súper arbolito gigante. Sólo falta que convoquen al Niñito Dios, y si no lo hacen no es porque los socialistas sean ateos, es porque sucedería lo que ya es una tradición en la zona: se robaron los patos del lago, se robaron los focos, se han robado los bancos y, de hecho, se roban el reloj botánico que usan las novias para casarse. A mi se me hace cuento que roben en una esquina semejante (diría Borges) y que el mundo fue y será una porquería (cantaría Discépolo). Mordisquito le gana a Georgie y Tania a María Kodama.

Las autoridades no son borgianas ni discepolianas, son coyunturales y han sido nombradas para solucionar problemas que deberían ver ya que los vemos todos.
Los kioscos crepusculares
Hay barrios, zonas donde los kioscos de cigarrillos y algunas golosinas abren a la tarde. No es usual. No es lo común. Es habitual y se acepta en algunas barriadas sospechosas. Una sola razón los ampara. Reemplazaron los búnkers, esos minipresidios donde los soldaditos vendían droga y perdían vida.
Los GPS de los taxis deberían indicar de qué modo recorren la ciudad y dar una medida de sus circuitos nocturnales. Los GPS de los autos policiales también. Aparecerían lunares a determinadas horas que cubren retazos de la ciudad y descubren otros. ¿Es posible verlos, estudiarlos y actuar en consecuencia...? Cambiemos la pregunta: ¿es posible no verlos?

Hace muchos años, verdaderamente muchos, la “hermanita Jordán”, una monja luchadora incansable, como todas, me decía “venga a la mañana, porque los borrachos y drogadictos están durmiendo, no venga después de la siesta que es más peligroso todo el barrio, sabe”. Era la década del 90. Ya su sitio, el barrio Toba, era una clara muestra del porvenir de los arrabales rosarigasinos. En esa década varias veces lo recorrí con ella. Yo me asustaba. Ella sonreía. La fe mueve montañas de coraje. Fui y soy un agnóstico infectado de cobardía. Por años, el ateísmo proselitista (la monja no diría jamás vote a pirulo) dejó a la hermanita a la intemperie. Hace mucho tiempo que la droga abatió la mansedumbre barrial, cambió costumbres y pervirtió la conducta social. Muchos años. Tal vez los mismos que lleva la desidia de las gestiones. Y se usa la palabra desidia para no mencionar la más clara. Complicidad por omisión o manifiesta, por asociación.

Paréntesis: las monjas en los MdeC cometen errores, se vuelven falsarias e improvisadas. No es su hábitat. Otra hermana, la monja Pelloni, acusó a Binner de raptar chicos. Hermes no hizo juicio, la monja no se rectificó y los colegas que la usaron siguen con su costumbre. Ay, Discépolo, en algún momento y de un modo impreciso, pero visible, el mundo fue, es y será una porquería...
Muertes po fin de temporada
Los ministros encargados de la seguridad (incluidos Rosúa y el secretario de la pistola Glock al cinto, antes funcionario, ahora empresario, me refiero al Dr. Rossi) sabían y saben. Aún saben que la gran contradicción es entre la pulsión del deber y el bajo sueldo versus la corrupción y la vida más fácil. Instrucción, normas estrictas, vigilancia, rotación, penas reales, conductas ejemplares en los mandos, la pirámide militar respetada a rajatabla y, además y básico: la aceptación de la sociedad. El aplauso por el deber cumplido. La sociedad, abusada por los crímenes de lesa humanidad odia al uniforme. Los periodistas militantes de la APDH tienen esa costumbre en la sangre. La autoridad es el demonio. No hay salida. Miliquitos viviendo en el mismo barrio que los capos de la droga, mal pagos y mal criados, en viviendas miserables, con esposas / madres que no saben cómo llevar sus hijos a la escuela, un sur en el que no hay, todavía no hay muchos policías “nyc”(nacidos y criados en el sur), son en un 95% norteños y, como si todo esto fuese poco, declaraciones que sostienen que puede haber crímenes estacionales que aumentan el porcentaje dejan el tema en un punto de difícil retorno. El ministro declara: Pullaro atribuyó a la recesión y al verano el rebrote del delito violento en Rosario. El ministro de Seguridad dijo que “históricamente en los meses de diciembre, enero y febrero aumentan los delitos contra la vida”. También señaló que los problemas económicos incrementan el “delito predatorio”.

Si esto fuese así es cuestión, como con la DPT (Difteria, Pertusis, Tifoidea) de vacunarnos en primavera. Termina de complicar el asunto que la intendente, la nicoleña Fein, declara: “Habrá mayor presencia de fuerzas federales y de la Policía provincial”. La intendente habló sobre la escalada de violencia que se registra en Rosario desde los primeros días del año... Si se sabía, por qué no vacunarse antes... Finalmente nosotros, los periodistas no somos adivinos pero es posible sostener que a algunas cosas las sabíamos. Los gestores de la cosa pública también.

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