Google+ Raúl Acosta: Lagrimitas #AntesQueMeOlvide

jueves, 29 de marzo de 2018

Lagrimitas #AntesQueMeOlvide

Publicado en el Diario La Capital el  de Marzo.  
Puestos a buscar referencias a las lágrimas aparecen las canciones. Las hay de todo tipo, pero todas con llantos. Las lágrimas son un sinónimo de tristeza, de no te olvidé, de sufro por ti, de volvé mi negra. 
“Hay cariño, yo tengo un pecado nuevo que quiero estrenar contigo, beber el llanto de tus ojos… si has sufrido…” “Una lágrima tuyaaaaa me mata el alma…” 
Mas allá de las cuestiones físicas y anatómicas que madre Naturaleza programó ( una vez mas sostengo que la Naturaleza es un programa, no una sabiduría) tanto para humedecer como para expulsar basurillas el cerero le colocó una tarea diferente: expresar sentimientos. 
“No llorés, eso no es de hombres, con llorar nada se gana…” “… y el tan rana y tan compadre…lloró…como una mujer”. Los textos y su tiempo, su contexto definen cuestiones que hoy serían castigadas o tachadas de obsoletas cuando no de equívocas. El mismísimo Martín Fierro tira la suya cuando indica desconfiar “… de la renguera del perro y lágrimas de mujer”. 
Advierto que, hasta ahora, no he consultado página alguna de internet porque el llanto, la lágrima (y la hija de la lágrima según Charlie) acompañan a cada uno de nosotros. El llanto por el paseo perdido, por el jarrón caído al suelo, por la impotencia del penal que no se hizo y el equipo que perdió. Llorar está puesto en los sentimientos y los niños y los viejos (estoy cerca de ambos ejemplos) los cuidan menos o mejor dicho, cuidan menos las formas de la sociedad y dejan que aparezcan. 
Llorar hace bien porque salen cosas fuera. Nadie sabe bien que cosas pero muchos insisten. Lloré y lloré y poco a poco se me fue pasando. Cuando Norman Mailer escribe “Los hombres duros no bailan” hace referencias a la hombría, la dureza y el no llanto. 
Las madres lloran en silencio durante la vigilia del hijo enfermo y los jóvenes lloran en el regazo. El complemento ideal para el llanto por ausencias es el abrazo. Hay quienes esperan la llegada del amigo y ése abrazo para llorar. 
En “Conducta en los velorios” Cortázar describe los turnos de su familia para mantener el llanto en los velorios a los que iban para animar la fiesta. Si una fiesta es, básicamente, un encuentro de muchos Cortázar tiene razón. Se basa en un oficio ya en desuso: la llorona. 
Con los años y las películas sentimentales uno llora solo en el cine, a oscuras y deseando que no prendan las luces tan rápido que la humedad no se haya ido y el pañuelo no haya alcanzado a quitar las huellas levemente saladas. Con los pañuelitos de papel es un lío, provocan cierta diferencia que la tela disimulaba. Todas las tías de verdad llevaban en la manga un pañuelito para esas ocasiones. Las tías solían llevar sales para que se respirasen antes del segundo vahído por las malas noticias. 
Todos tuvimos una tía Angelita que lloraba por nada y un tío Pepe duro como una roca a la que nada conmovía (a la roca, el tío Pepe cuando murió el abuelo lloró a escondidas pero lloró. Yo lo ví) 
Algo toca en algún lugar que manda la orden y se produce: de repente lloramos. No diga que no porque sucede a cada rato. Aún en la oficina.  Cada  vez con mas frecuencia. Un amigo que no está, una escena que se recuerda y allí están las lágrimas, las lagrimitas. A veces un reencuentro. 
Están los llantos hiposos, los silenciosos, los con espasmos viscerales. Son manifestaciones conexas. Lo seguro es la lágrima. Hasta en situaciones risueñas confesamos: “nos hizo morir de risa, lloramos de risa…” 
No hay antídoto para las lágrimas, excepto enfermedad de los lagrimales pero esos temas glandulares no pertenecen al afecto sino a la medicina y los problemas que descubre y a veces, solo a veces soluciona. Hoy la medicina es cada vez mas aparatos de diagnóstico y resignación. La lágrima es otra cosa. 
Ha cosas seguras en la sociedad. La única manera de no malcriar al hijo mas chico es… tener otro hijo. Así sucesivamente mientras el cuerpo y la billetera aguanten. El mejor modo de demorar las lágrimas es ocuparse hacia delante. No detenerse, no recordar. No hay lágrimas por el porvenir. Toda lágrima es una factura del pasado, una evocación entrañas adentro, una cuestión sin olvido, puertas abiertas que no se han podido cerrar. Un acontecimiento añorado con  toda la carga del ayer que mirá vos, hoy sucede, hoy salimos campeones. 
El cine, entre otras cosas, al pagar la entrada y aceptar el convenio (no son los hombres y mujeres que son de carne y hueso sino que desde que pagamos y creemos son los personajes que representan) traen el llanto mas lindo, porque se puede llorar por lo que sucede en la pantalla y por lo que no podemos descifrar muy bien y llevamos dentro. En el comienzo el cine era mas claro. Las de aventuras, las de espadas, las de pistoleros, las de la selva y las de llorar. Imposible llorar con Canuto Cañete conscripto del 7, Superman o Duro de matar. 
Su fuese presidente de una corporación de espectáculos o simplemente presidente ordenaría mas películas de llorar. Lo impedirían los asesores. El que llora tiene sentimientos que afloran, se libera, piensa. Las  lágrimas no otorgan previsibilidad. Un héroe y un villano si. Las lágrimas significan sentimientos. No son parte del siglo XXI. En este punto me declaro ignorante, retrógrado. También llorón. Cada vez que la programan vuelvo a ver Cinema Paradiso.

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