Google+ Raúl Acosta: Memoria #AntesQueMeOlvide

domingo, 25 de marzo de 2018

Memoria #AntesQueMeOlvide

Publicado en el Diario La Capital el  de Marzo.  
Hay muchos que sostienen, de algún modo comparto, que la memoria no es inteligencia pura y usan el caso de los ascensores con memoria que te pasean por varios pisos porque siguen el orden de “la apretada”. Quien oprimió el botón primero deja una orden en el ascensor que, cuando uno llega, obedece a su memoria que es independiente de tus deseos. 
La memoria, esto es observación periodística y nada mas, la memoria permite entender la misteriosa tabla del siete, que fluor, cromo, bromo y yodo ( ahora le agregaron astato y téneso) son los halógenos y había que saber la tabla periódica… de memoria. 
Hay otra memoria animal que impide quemarse dos veces con el asa de la pava y otra que recuerda las caras, como la de mi tía, que siempre usaba un pañuelo en la cabeza porque tenía poco pelo y le decíamos, por esa razón, la tía pelito. De ninño, por aquello del exceso de carga, la memoria acumula voces, paisajes que acaso no servirán nunca mas para nada positivo, excepto para eso, para el recuerdo. 
La memoria entrecruza ayeres para resolver presentes y no tiene futurología. El porvenir es pura fantasía claro que, un automóvil por la carretera, a 180 klm por hora despierta angustias y vértigo y hay quienes gustan de emocionjes fuertes pero la memoria indica que todos los datos recaudados hablan de mas posibilidades de accidente a esa velocidad horaria que a 45 klm por hora. Puestas las cosas así las carreteras, las calles con sus nombres, los edificios tienen su historia y conmviene recordarla, para eso las secretarías de la memoria urbanística. En Argentina, además, existen instituciones para mantener fresca la memoria de algunos horrores que no merecen olvido. Las memorias urbanas algunas veces se exceden en la evocación y en otras son muy necesarias. La escalera de “La Favorita”, la puerta tallada del “Palacio Fuentes” no pertenecen a dueño alguno porque de eso se trata en la memoria colectiva, de un recuerdo, de un hecho, de un memorioso suceso u objeto que tiene pertenencia múltiple. 
Algunos cerebros trabajan con poca velocidad y otros aceptan el vértigo y la incertidumbre. El jugador, el apostador es un esclavo de su adrenalina, de esa seducción del vértigo y no saber que pasará en la próxima curva y que número saldrá en la ruleta. Otros, mas fatalistas, sostienen que la vida entera es un azar y que la memoria solo retiene vestigios del tiempo, momentos. 
Donde el asunto se complica es con los abuelos, los abuelos están cada vez mas sanos y mas eternos, porque la medicina y la salud social estan estirando el promedio y la utilidad del hombre no termina cuando fijan las leyes jubilatorias, que en rigor protegen al Estado y al hombre en partes iguales., A veces mas al Estado que no devuelve, en agradecimiento, a quien fue actor principal 50 años atrás. Lo tira un poco como trapo de piso. 
La prolongación de la vida útil trae achaques impensados, enfermedades crónicas y memoria selectiva que recuerda cosas del ayer, como sucede con la memoria, y se ha convertido en un elemento de diagnóstico. Toda pérdida de la memoria para saber que a la calle Córdoba le sigue la calle Santa Fe es tomado como enfermedad y probablemente lo sea. También distracción. 
El “esteee”, el “¿como era?”… se han convertido en parte del diagnóstico cuando no del escarnio. La calidad de la memoria define la calidad de vida y no siempre es así, nunca es así, no debería ser así. 
Está claro que clinicamente, dicen los clínicos, los ejercicios mentales ayudan a definir el grado de obsolencencia ( o no) del cerebro humano. 
Mas claro: algunas cosas no son como antes y la definición de la vida en estadíos no debe enojar a nadie. 
Durante mucho tiempo se ha intentado ( estoy firme en esa corriente) definir la verdadera vejez con la merma del deseo de aprender. Abandonar la lectura, el trabajo, el entretetimiento del cerebro, la agitación de las  neuronas, es un signo de cansancio y ganas de rendirse. 
Hay vida sin memoria… Qué tema. Conocemos enfermedades que destruyen la memoria de a poquito o rapidamente. Los shocks del corazón o el cerebro suelen traer esa secuela. Quedan memorias del cuerpo pero hay conexiones que desaparecen, momentánea o definitivamente. Quien lo sabe. Un cuerpo en un pulmotor es una memoria de miles de millones de células que empujan que si y otras que ya no existen y se llevaron la memoria de respirar con ellas. 
Es despiadada la frase pero real:…” mientras el cuerpo aguante…” Todos los métodos con medicinas espirituales, de la vieja botánica, de tribus ancestrales y fenomenales descubrimientos, como el tiempo de oxidación de las células y esas cosas científicas que divulgan un poquito y uno se aferra a ellas con ganas,  no son mas que cuotas que alargan la vida. 
Hay quienes sostienen que “las palabras cruzadas” y otros ejercicios mentales alargan la vida. El fanatismo podría llevar a sostener que la memoria es salud. No parece tan cierto. Deberíamos remitirnos al Martín Fierro:…” porque saber olvidar también es tener memoria”. En política seguramente que es así. Pero estas no son reflexiones políticas.

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