Lo primero que recuerdo sobre “Higiene y Puericultura” es a mi madre diciéndome andá a lavarte las manos, las tenés sucias. En las manos las uñas. Volver de la calle era llegar a un registro de inspección de raspaduras, roturas del pantalón y / o las zapatillas y lo básico. Andá a lavarte, así no podes venir a la mesa.
No recuerdo la época de bebé y, solo por mirar otros casos, advierto en que hay un tiempo en que la higiene del propio cuerpo depende de otros y que, en determinado momento de determinado día y a una edad que difiere de unos a otros, pero que todos alcanzamos, debemos bastarnos a nosotros mismos para las “aguas menores”, las “aguas mayores” y detalles de limpieza.
Yo se que mi madre decía vení que te corto las uñas, que las tenés largas. Allí aparecía yo en un raro escorzo para dejar la mano sin contracciones musculares (la mano muerta) para que ella las cortase como prefería, muy al ras de la piel. También recuerdo el retruque en el barrio: está de luto… (indicando las uñas sucias) y recuerdo las manos curtidas de los albañiles, de los mecánicos, de los carpinteros de todos los que, según dicen los viejos libros: “viven por sus manos”. En ellos era sencillo entender las uñas sucias. El trabajo les juntaba pequeñas partículas de grasa, de maderas, de pinturas, de tierra debajo de las uñas y en mitad de la tarea limpiarlas no era lo prioritario. También entendí, como todos los chicos de la cuadra los gruesos guantes de los que trabajaban con la electricidad, las cadenas, lo pesado de la vida cotidiana. Los guantes de trabajo. También los guantes de goma, para no arruinarse las manos, de algunas mamás jóvenes, hermanas cuidadosas y, después novias con la misma precaución.
Una vez vi a un fenomenal guitarrista, de origen rosarigasino, pintarse una y otra y otra vez las uñas de las manos. Su explicación era sencilla. El barniz le da mas dureza. Sacarle sonidos a las cuerdas es posible si se las confronta con los dedos, con las uñas y en ese “rasgueo” las uñas no le ganan fácilmente las batallas ni a la prima ni a la bordona.
El olor de quienes se despintan, para volverse a pintar las uñas es uno y conocido. Acetona. En rigor éter. Un alcohol que perdió átomos, según informan. Que es volátil y tiene un olor particular. El “despintador de uñas” contiene éter, que es un “disolvedor” de pinturas muy eficiente. Un algodón que lentamente se colorea y una uña que lentamente se vuelve transparente y deja ver la piel fina por allá, por debajo,. La primera vez que vi otra cosa con el mismo olor fue en un lugar bailable, en la costa esteña, en la década del 60/70 llamado Afrika (léase afríka) Las chicas y muchachos iban hasta el mostrador y les tiraban en las manos un líquido que ellos ,refregándose las manos, se acercaban a la nariz. Como el otro olor que impregnada el lugar era el del cigarrillo especial, el “charuto”, era el olor de la marihuana no entendía pero pronto el fotógrafo, que era mas experimentado que yo (estábamos cubriendo la noche en Punta del Este uno de esos veranos que Argentina invadía (Buenos Aires, cierto sector de Buenos Aires) invadía ése paraíso que es la punta del Río de la Plata y el Océano. Se estimulan mejor mientras bailan, me aclaró.
Resulta difícil colocar en el anaquel correcto de la memoria que aquel olor de mi madre, de mis primas, de mis tías en las siestas de los sábados, aprestos previos al baile, era el mismo y tenía otro sentido. Como años después fue necesario una corrección para entender que el olor del “cemento pegalotodo”, una maravilla que apareció sobre el fin de los 50, cuando Frondizi abrió, al sur del paralelo 42, el permiso para que entrase todo lo que quisiesen. Desde el chicle bazooka hasta los suéter de una sustancia liviana, suave y poco manejable: el “banlon”. Con todo eso el cemento pegalotodo, que remplazaba a la cola del carpintero y la cola del zapatero y cualquiera podía comprar… e inhalar.
Pintarse las uñas, como colocar alfombras, acomodaron sus olores en distintos anaqueles de la memoria. Confundían los resultados. Pero ya todo estaba distraído. Los mínimos alicates nos volvieron autosuficientes, las limas de cartón y de color nos volvieron carne del mercado de consumo con las uñas y, finalmente, la manicura que sostiene que un hombre no debe ser descuidado y se las dejo casi “esculpidas”, como las de su señora…
“La uña es una estructura convexa de la piel localizada en las regiones distales de los miembros. La uña de los animales se denomina garra o pezuña según sea su forma. Las uñas están formadas principalmente por células muertas endurecidas que contienen queratina, una proteína fibrosa que el cuerpo produce…” La información de Internet nos alivia. No sirve para mucho en los humanos. Como el tercer molar y la uña del dedo pequeño del pié y el mismo dedo pequeño del pie lo vamos, generación tras generación, haciendo desaparecer, como los Dinosaurios de Charlie. Como algunos dichos que ahora nadie entendería. Vaya un ejemplo: “… a este gobernante no le veo uñas para guitarrero…”. Já. Manda pista. Hace playback. Tiene el tele pronter. También las uñas barnizadas pero el on line permite otro tipo de transacciones que no necesitan de uñas largas. Ni el éter para restregarse en la pista de baile. Ahora es otra la milonga. Las abuelas se pintan de varios colores las uñas de los pies. Se puede.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario