Google+ Raúl Acosta: Agenda #AntesQueMeOlvide

martes, 26 de junio de 2018

Agenda #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 24 de Junio


Hay una agenda periodística de acontecimientos y otra de contactos. No son iguales ni van por el mismo camino pero sirven al mismo objeto: el oficio. 
Desde que yo recuerdo, y recuerdo muchas décadas del siglo pasado, hay temas recurrentes donde, como dicen Gardel y Lepera, siempre se vuelve, siempre se vuelve al primer amor. 
El calendario de vacunas, una amenaza de epidemias sarampionosas o neumocócicas (ahora reapareció una vacuna contra el neumococo que es cara pero segura, ja, segura). Y…. en las vacunas hay que creer. 
Las recomendaciones para las emanaciones de gas, los braseros dentro de las viviendas precarias o los descuidos con las estufas y la falta de ventilación. Todos los años. Todos los años. Así se murió, un invierno, Germán Rozenmaccher (Cabecita Negra, Réquiem para un viernes a la noche) 
Los borrachos de los sábados. Los descuidistas y las mecheras. Las aguas que suben, las aguas que bajan. La sequía. El calor. Las calles anegadas. El sueldo de los funcionarios. Los hoteles llenos para un fin de semana largo. La falta de presión del agua. La suba del bacalao para Semana Santa. 
Todos los años, desde que uno recuerda, estas cosas interesan. Con sus mas, con sus menos. Como el horóscopo y los ambos atrasados a la quiniela. 
Y los imponderables. Un acontecimiento que se superpone con otro. Uno bueno que  tapa uno muy malo. Uno recontra importante que tapa otros. Aldous Huxley (Un mundo feliz / Brave New World)) muere sobre el asesinato de John  F. Kennedy. Nos enteramos tiempo después. 
Sobre los primeros días  de agosto están Hiroshima, Nagasaki, la muerte de Marilyn, la Independencia de Bolivia, el cumpleaños de mi madre. Porque debemos agregar los acontecimientos personales que se suman. En esos primeros días de agosto, como en cualquier otra  jornada del almanaque las efemérides se acumulan. 
En los diarios había (hay una sección que acomoda los acontecimientos del ayer. Están porque alguien los lee. Alguien los lee porque la memoria necesita incorporar y / o recuperar acontecimientos de la agenda. 
La otra agenda es la personal, la de los teléfonos y contactos. Hay colegas que no entregan esos teléfonos ni por dinero ni por amenazas. Hay periodistas que, cuando se mudan de sitio, se llevan a su jefe de producción porque es una especie de agenda viviente. Secretos. Confianza. 
Recuerdo una oportunidad en que Juan José Lujambio, el hombre de “estudios centrales” de la época de oro de José María Muñoz, Radio Rivadavia, “La Oral Deportiva Edmundo Campagnale” llamaba a la casa de Roberto Perfumo. Teléfono de línea, disco para eso, para discar el número. Fui testigo. Hola, hola ¿está Roberto señora? Habla Lujambio… Y lo vi colgar. ¿Por qué colgaste? Dije Lujambio y me pregunto ¿Quién? Entonces no es la casa de Perfumo… 
El periodismo es mucho de eso inmanejable, imponderable, en el mejor lugar del momento exacto. 
Una mañana, cuando en la vieja LT8 teníamos toda la mañana, la costumbre de llegar temprano me puso en situación ventajosa. Se había incendiado un boliche nocturno, el “Rilke 2”. Tragedia grande en serio. Un borracho, un sachet de nafta, vertido escaleras abajo, un fosforo, una trampa mortal. Verdaderamente mortal. El hombre que leía los diarios, como micros dentro del programa de Quique Pesoa, era Suriani, Ignacio José Luis Suriani de San Román. Nacho. Tenés que salir ya mismo para allá. Dónde. Le dimos la dirección. Tenés que hacer de móvil. No se. Dale, es sencillo. Es en el centro. Poné la cara y pasá. Llamá al directo desde el teléfono del Jockey Club. Te estaremos esperando. En un papel, viejo vicio de productor que trata de cubrir los flancos, le anotamos el teléfono directo. Llamó. Había llegado. Contó la tragedia, Dio un número de muertos. Hizo un móvil inesperado. Alguien había llamado, la noticia era exacta. Golazo. 
Sobre el mediodía nos llamaron a la dirección de la emisora, intervención militar, claro está. Van a tener que cambiar la información. Los muertos no son 18, son 17 y no  se murió un militar porque no había ningún oficial con ninguna señorita dentro de ese antro… 
A veces con la agenda y la memoria no alcanza. O mejor: alcanza y sobra. A veces sobra. Pero siempre hacen falta. Agenda y memoria.

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