Google+ Raúl Acosta: Mascotas #AntesQueMeOlvide

viernes, 8 de junio de 2018

Mascotas #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 8 de Junio

El verdulero de mi barrio tenía un loro. El decía que cantaba, y que decía “viva Perón”. Había que querer al loro para entenderlo pero pasa lo mismo con algunas personas. Solo queriéndolas se las entiende. 
Pero no es lo mismo una persona que un loro. Hay quienes hablan con un gato, un perro, varios gatos, varios perros. Hay quienes crían un canario, o varios. Hay quienes se especializan en la crianza y quienes fabrican alimentos para canarios, perros, gatos, loros, casi todo. Fenomenal negocio. Mamaderas para perros huerfanitos. 
Hay quienes crían hipocampos que deben vivir aislados de otros animalitos del agua. 
En muchas mudanzas una de las cuestiones a resolver es no olvidarse de la tortuga.
El afecto por un animal existe y viene de larga data. El hombre, como raza, convive con otras y de esa convivencia una suerte de pacto entre uno que demuestra el afecto de un modo y otros que tienen afectos que demuestran de modo diferente. Sinceramente ignoro como demuestran el afecto los conejos, los canarios y los pececitos de colores pero allí están. 
La vida en las ciudades trajo la cuida y la crianza y la manutención, el alimento como un negocio. La crianza no es la misma en el parquet. 
Amaestrar perros fue y es todo un trabajo. Ahora pasearlos existe como forma de vida de sobrevida, un oficio. 
La cantidad de vacunas de algunas razas es cercana a la de los humanos, que como raza debemos protegernos de muchas pestes, que van de la viruela boba a los neumococos. 
Hay otros animales que conviven en nuestro mismo espacio sin pedirnos permisos. Los roedores están en esa lista de indeseables, de okupas de un hábitat donde ya cambiaron el equilibrio ecológico. Casas a 6 ratas por persona no estaba en los planes de Darwin. Ni de cualquiera que imaginase una ciudad. 
El Siglo XXI trajo, de modo exponencial, los afectos y sus desvíos o “by pas”. Mi madre me quiso yo quiero a lulú, mi perrita pequinesa que me hace compañía. Es inteligentísima. 
En el siglo XXI y en los sitios mas organizados una necesidad trajo un trabajo. Cuidar el afecto de los animales domésticos cuando los dueños se van de vacaciones. Un crucero en el Adriático no es el sitio para dos caniches y un conejo que alguien debe cuidar 21 días. Vengan a  casa, instálese, viva para que los animalitos sientan al humano cerca, aliméntelos, use el baño y la cama, no haga tanto despelote, en 21 dias volvemos. Parece broma. No lo es. 
Cuidame tres galgos y un caballo viejo. Dos tortugas y dos gatos. Una perra entecada y una fresca. Vuelvo en dos semanas. Antes era una tía y un vecino. Chau. Es un oficio de este siglo. 
El Siglo XXI aumentó los solos, quitó hijos y proyecto pajaritos, gatos y perros de las razas directas, las cruzas y los injertos. Una señora, en la campiña inglesa pidió tratamiento especial para un jardín porque ella le hablaba a sus rosales todas las tardes. Pidió que cada tarde pasasen una grabación suya para que no extrañasen la voz. Vengan, vivan, usen la heladera, no se olviden de repetir la grabación todas las tardes. Un rosal no es un animal, pero mucha gente le habla a los jazmines y otros seres humanos que son como cactus no merecerían ni que se los riegue. 
Cuando me preguntan porque en Siglo XXI la vida es diferente y no todos podrán vivir y entender  es por cosas como esta. La pasiva dominación que ejercen las mascotas. Se de quienes han pedido que cuiden dos culebras y otra que pidió alguien que venga a su casa por un mes para cuidar…un pequeño tigre autorizado po el ayuntamiento. 

No hay hijos en algunas de esas casas. Son familias diferentes. Excesos culturales, desviaciones, formas diferentes. Una querida amiga, persona de nuestro medio, pasaba las grabaciones de su loro que cantaba, sostenía , la marcha peronista y otro colega, durante la transmisión le mandaba saludos, con palabras clave,  a su perro que solo en el departamento, con el radio receptor encendido, escuchaba a su dueño, amigo, compañía que cada hora le hablaba personalmente. En fin… Guau. Guau. Y socorro también. Las mascotas avanzan por América Latina.

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