La palabra comparsa viene de muchos sitios y termina en diferentes lugares pero nunca debería llegar al olvido. Es, un poco, nuestro destino.
“Grupo de personas que desfilan juntas en una fiesta popular disfrazadas, a menudo con trajes del mismo tipo…."las comparsas de carnavales; las comparsas de la feria de un pueblo; algunas comparsas tocan música con instrumentos de percusión" Conjunto de personas que representan papeles de poca importancia en una obra de teatro o cinematográfica o en otro espectáculo y aparecen en escena sin apenas hablar.
Todos, detrás del príncipe Hamlet, pueden ser “comparsa” y todos, excepto Juan Moreyra, la Vicenta y el Sargento Chirino son comparsa en una de las mas importante manifestaciones populares: la obra Juan Moreyra.
Cruz y Fierro son los personajes y el resto comparsa, indiada. Sin embargo es “el viejo vizcacha” el que desnuda el alma nacional y son sus dichos, verdaderamente crueles y cínicos los que definen el ser nacional. Se puede decir que José Hernández describe, cínicamente, a la comparsa argentina. Todos lo entendemos y lo aceptamos. “Hacete amigo del juez…”
En las cuestiones de Carnaval, en el barrio, en la primera infancia, todos éramos comparsa y nos juntábamos para armar y cantar, en la murga que creíamos comparsa, las cuartetas picarescas, casi procaces (“esta murga se formó / detrás del conventillo / y todos sus cantantes / no tienen…”) casi procaces no, verdaderamente procaces, con la desfachatez que ahora parece inocencia, tanto se ha desnudado el mundo.Después está la letra del candombe canción que cantaba Alberto Castillo:Siga el baile es una canción rioplatense con ritmo de candombe y tango compuesta con música del violinista arge ntino Edgardo Donato y la letra del pianista y compos itor uruguayo Carlos Warren. La primera versión conocida de este tema fue hecha por Alberto Castillo e incluida en su álbum De mi barrio de 1945….”Siga el baile, siga el baile de la tierra en que nací, la comparsa de los negros, al compás del tamboril”.
Allí está la comparsa. Hay, por otro lado, todo un juego de eso, de quienes somos comparsa para que otros sean primeros actores. En el teatro es común y se entiende. Una obra tiene eso, define puestos, sitios, roles. Excepto las obras de un solo personaje las demás tienen ”comparsa” y antes, cuando no había problemas por los sueldos, todas las obras tenían muchos actores secundarios. Ejem. Podría decirse que la vida imita al arte y viceversa. Hoy podríamos ser comparsas pero tienden a que las obras tengan pocos actores por los sueldos. Y se insiste con los mismos actores protagónicos y se advierte que a algunos, ay, ya no les da mas la cabeza para inventarse un nuevo personaje.
Si de malos entendidos con la comparsa se trata, acaso desde 1924 da vueltas uno fenomenal. La versión mas difundida de “La Cumparsita”, el tango de Gerardo Mattos Rodríguez, es aquella con la letra de Contursi y el poeta y periodista uruguayo Enrique P. Maroni (la que canta Gardel, que fuera estrenada en una obra teatral de 1924 sin que tuviese repercusión anterior a la versión de Gardel con guitarras) y no menciona a comparsa alguna (“si supieras…que aun dentro de mi alma… )
Cuenta la leyenda que es Enrique P. Maroni, el colega uruguayo, quien define una forma del periodismo, tan destinada a la inmortalidad como su tango. Desde 1936, en una emisora porteña lee, por la mañana, los titulares del diario La Prensa. Con la guerra, sigue la leyenda, las lecturas son oídas por muchos porteños (¿ cuantos radioreceptores habría?…. ¿ Se escucharía colectivamente…?. Poco ha cambiado el periodismo matinal desde aquellos años. Nada nuevo desde entonces. El tango que nos ubica en el mundo es La Cumparsita, que no habla de cumparsas ni comparsas “The Masked One”, en su versión yanky. Gardel es Gardel. El resto es lo que somos, lo que corresponde: comparsa. La que definió Castillo en el ’45. Siga el baile.
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