Google+ Raúl Acosta: Ladridos #AntesQueMeOlvide

miércoles, 4 de julio de 2018

Ladridos #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 4 de Julio


Toda nuestra crianza, nuestra vida, ha sido cerca de los perros. Conocemos su lenguaje. El ladrido. Tienen otro mas. La cola. Cualquiera sabe que un perro tiene diferentes ladridos. Distintos modos de mover la cola. Losmuy especializados hablan de los ojos y las posturas. 
Desde el fondo de los tiempos los humanos, que somos una especie, tenemos trato con esa otra especie, devenida del lobo y que habita junto a nosotros. El perro. 
Con la cola entre las piernas. Ultimo cola ‘e perro. Un ladrido de perros a la luna. Una vida de perros. Sola como un perro. Ni un perro que la acompañe. A otro perro con ese hueso. Mas contento que perro con dos colas. El mejor amigo del hombre. Fiel como un perro. Vida de perros. 
Los dichos que los mencionan se acumulan y cada sociedad, cada grupo agregaría algunos. Nosotros usamos lo cercano para ubicarnos y el perro es cercano. Usar al perro como ejemplo, al árbol, al agua, al tiempo, es parte de nuestro modo de referenciarnos, de auto referenciarnos. 
No recuerdo cuadra o calle de mi primer sitio de vida, mas allá de mi casa, de la casa donde me crié por primera vez, que no tuviese perros. Ni recuerdo esa primera casa sin perros. Siempre los hubo. Con su plato de latón allá, afuera, comiendo las sobras, los restos de la comida  de todos. Durmiendo fuera, en ése patio donde estaba su “cucha”.
 La crianza con los perros cerca es diferente, era diferente antes que ahora. El trato con los animales también. Cuando Edmundo Rivero canta “ tu perro pekinés” define una forma: el perro faldero. Teníamos perros guardianes y perros compañía. También perros que aparecían y se quedaban. Aprendían las costumbres y sabíamos que les hacía falta quedarse. 
El poema del perro que se contagia del virus de la rabia y el dueño tiene que acuchillarlo, como las leyendas de los perros cimarrones que diezman el ganado son parte de un folklore. Como el perro que iba detrás del sulky. Seguidor como perro ‘e sulky. Ni ese carromato existe, excepto como rareza. 
El perro de raza perro, cruza de cruzas inocentes y casuales era el mas común. El salchicha, el de policía, los galgos pintados en el lateral de una empresa de transportes, la broma de los chihuahua en el bolsillo de un músico y una esplendida mujer (Xavier Cugat y Abbe Lane, respectivamente) y las historias de heroicidades de perros con sus dueños. Fui lector de Jack London y entendí “Colmillo Blanco”. Soy de la generación que entendió el “vacunar contra la rabia”. Usado en los perros y convertido en cruda metáfora en las malas relaciones humanas. 
También pertenezco a los que se rebelan contra el exabrupto desgraciado:” cuando mas conozco a los hombres mas quiero a mi perro”, desgraciada imagen de si mismo, de alguien que se comunica tan poco con su raza, la humana,     que debe refugiarse en otra que no es la suya. Que no lo será. Para ellos guardo siempre una maldición. Ojalá te conviertas en perro. 
Claro que hoy no se si los destinos son aquellos que hacían de los perros una cosa y de los humanos otra. Paseadores de perros. Comida para perros jóvenes, comida especial para perros viejos, sicólogos, paseadores de perros, sitios de guarda para cuando se viaja. Mantas, suplementos dietarios. Dentistas, peinadores. Mantas, cuchas, huesos ficticios. 
Aquel perro que estaba en casa cuando empecé a mirar la vida cavaba la tierra del patio trasero para enterrar un hueso, comida para un mañana incierto. Movía la cola cuando, después de comer, la vieja juntaba los restos del almuerzo y los llevaba hasta ese plato de latón. Cerca el tacho con agua. Listo. Un perro.
Ni tierra para esas uñas y esas patas que se deforman. Ni esperar que coman los humanos para comer los restos allá, afuera.  Ni el oficio de guardianes con sus ladridos. No hay mas “perrera” que se lleve de la calle los perros vagabundos. Raciones especiales. Denuncias por malos tratos. 
El 40 % de los pibes argentinos viven como vivían aquellos seres entrañables con los que crecí. Viven una vida de perros. Los perros de ciudad tienen legislación a favor, así vivan sueltos en situación de calle. Los ladridos ya no avisan nada, solo demandan, piden atención especial. Habría que cambiar un texto. “Che, Sancho, avisale al flaco que empiece a cabalgar, que no estamos ladrando al cuete…”

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