Google+ Raúl Acosta: Simpatía por el diablo

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Simpatía por el diablo

Simpatía por el diablo

… Encantado de conocerte
Espero que sepas mi nombre, oh yeaah
Pero lo que te desconcierta
es la naturaleza de mi juego, oh yeaah
ven abajo, baby
Éste es uno de los coros más duros del tema de los Rolling Stones: Simpathy for the Devil
No se sabe, puede ser que si, como que no. Acaso la señora presidente haya sido activa militante de la cultura Rolling Stone. Vulgo: una rolinga. Por sus actuales vestimentas no lo parece. Igual. La influencia de la canción es posible en la actual sociedad política argentina.
Interesa la idea que trae el título de la canción: simpatía por el diablo. Y la advertencia: espero que hayas aceptado la naturaleza de mi juego. La seducción. La intriga. El misterio. La atracción. También la clara invitación: ven abajo.
En el mundo simplista del alma rockera hay un cielo arriba y un infierno abajo. El amigo enemigo es nuestra simplificación.
Nosotros, en Argentina, estamos abajo. Kirchner lo dijo. Nos invitaron hace mucho, verdaderamente mucho. Dijimos que si. Faustos. Se sospecha que ni al diablo le hacemos falta. Pagó demasiado poco. No tenemos precio de reventa. Tenemos un alma de consumidor final.
Abajo, en el infierno está, sin aclararse todavía, la partida del país de la familia Cívita, dueños de Editorial Abril (¿Se acuerda de “7Días en la semana”?) y dueños originales de una idea: la fábrica de papel de diario. Nunca se sabrá si sus orígenes judíos o el simple desmanejo los apartó del mercado. Las simpatías por hurgar en las catacumbas trajo el tema. Sería bueno que se sepa ése misterio. Estaban en el mundo editorial en Argentina, Brasil y Méjico. De aquí se fueron primero. Suya fue la idea: Papel Prensa
El secuestro de “Dudy” Graiver también está en falta en esta saga que armaron y potenciaron los K. El folletín por entregas no apasiona, desmoraliza. Existe. Papel Prensa es un culebrón que se llevó la lápida de benditos muertos, dejando al descubierto sus miserias. Hay una pregunta antipática para las mutuas simpatías de quienes se revuelcan en tanta tierra sucia. El cerebrito de la ciudad de La Plata ¿simuló o verdaderamente fue secuestrado? Por quien. Montoneros o policías. Allí comenzó todo o los servicios de espionajes internacionales ya estaban participando del tema. Mossad. CIA. Side. FBI. La Federal. Ioseber Gelbard como padrino. Perón como el tonto de la película. Faltan capítulos. La biografía de la familia Graiver es inútil, pero con Belcebú lo inútil se torna forzoso. Eran años de Onganía/Lanusse cuando Dudy Graiver “se desapareció” para volver, rápidamente, como un joven liberto con patrocinio del medio ambiente mediático de entonces. La mas potente redacción periodística lo apoyó:”La opinión”. Su jefe y la plana mayor. ¿Nadie revisará esa nómina? La organización guerrillera peronista, la agrupación montoneros, le confió los dineros (mal habidos) de sus secuestros extorsivos. Don José Hernández es discriminador: “aves del mismo plumaje vuelan en bandadas”. ¿Qué se sabe de los Born? Hasta el fondo, pide el rey del Averno. Se disfraza. Su facha de simpático está llevando al precipicio las buenas intenciones K por regular el papel, todo el papel para la prensa escrita. Reflexión: duele mas una nota impresa que cien noticieros televisivos volando.
Todo refluye y hoy La Opinión gira en el centro del bochinche. El diario, copiado de Le Monde en sus tipografías góticas, reunía muchos de los que fueron todo. Juventud maravillosa (decía “el viejo”). Hubo stock en esa casa. Intelectuales al hablar, hombres de armas tomar y servicios de inteligencia habilitar. Por la puerta cancel del diario entraban ideas y también el sueño: una sociedad diferente. No hace falta mucha simpatía con Lucifer para unir las puntas de una misma cuerda. No había puros antes, como no los hay ahora. Aquellos jóvenes de toda laya son los sobrevivientes posedores de la soberbia, como peregrinamente titulara Pablo Giussani (“Montoneros, la soberbia armada”). Reavivaron el odio de los seguidores de Mariano Grondona, los sofismas y su barra brava, que torna a encender el caldero del enojo divino. Vamos, al menos en la prosa hubo dos costados endemoniados. Los hicieron volver. El “Innombrable” se regocija. El diario Noticias debería ingresar en los recuerdos. Miguel Bonasso estuvo. El diario de los Saadi. El del ERP. Todo resurge, como en un pozo ciego de los arrabales. Papel Prensa trae cargas y cargas de camiones atmosféricos. Regresan los asesinos de Rucci. De Aramburu.
Nada se ha dicho, a fondo, de Osvaldo Papaleo. El hijo del viejo panadero anarquista, el militante de FUA La Plata (Federación Universitaria Argentina). El periodista de diversas y disímiles publicaciones, que fue funcionario del peronismo (ya en caída libre) cuando todo atosigaba . El mismo Papaleo que estuvo en la cárcel (el barco) con Carlos Menem y Lorenzo Miguel. ¿Hablará Irma Roy, que comenzara su militancia con Eduardo Cuitiño, no con Papaleo? Ella sabe bien cuál fue la vida de su cuñada y su marido. El mismo, al cabo, que es hermano de su hermana, la “gringa” que se casó con “el paisano”. Es fácil oir la canción de los Rollings en el fondo de los pasillos de Bienestar Social. Es fácil. El maldito de las tinieblas ensaya pasos de baile con esta historieta. Es pura alegría. Mueve setenta veces sus siete colas. Hoy es ayer. Lopecito se restriega las manos. El Hermano Ariel lee el porvenir. El agente de policía ascendido a taquero se pone el uniforme y manda, a los sospechados de traición, a la muerte. Todo por el mismo precio, mientras le cambia la chata al viejo. Habrá traiciones. ¿Qué traición? Ya no se sabe. La Chabela ¿ fue presidenta o presidente?
Los sordos ecos de los insultos de Cirilo Perdía, la sosegada memoria de los hermanos Vaca Narvaja no consiguen cerrar la historia. Se ha encendido un fuego que no se apaga de un soplido. Firmenich, Abal Medina, Galimberti. Todo Montoneros está en juego. Su origen. De dónde vinieron y qué hicieron es el par de preguntas a la vuelta de Papel Prensa, Cuba y los millones de dólares. El “negro” Quieto, Santucho, “el tordo” De Benediti, “paco” Urondo. Ramus, el primero. La vasquita Enatarriaga, tan entrañable como los Molina, Fernando y Josema. Y Alejandrito Ulla. Demasiada gente cercana. La diferente calidad de los muertos no solo complica a Videla/Massera/Agosti, la trilogía de asesinos de la casa, sino al viejo tronco del PC y muchos que no estuvieron, precisamente, en el mismo calabozo donde fue a parar, después de innumerables torturas, el compañero Carlos Kunkel. O “la generala”, si es que conoció cárcel y cadenas por aquellos años. Puede ser. Tantas biografías se escriben distintas en el 2010 que una mas no molesta. Papel Prensa habilitó el rebote. No hay orsai.
El diablo parece ayudarlos. Al país lo desampara. Es él quien roba el mañana. Los K le caen simpáticos. No es bueno para nadie. Agua bendita y el rosario. Muy poco. Pasó el tiempo del rezo laico. La endiablada simpatía nos lleva al pasado, ahora lleno de azufre.

Raúl Acosta
Testigo.-

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