Google+ Raúl Acosta: Luche y vuelve

domingo, 5 de diciembre de 2010

Luche y vuelve

Luche y vuelve

Usted luche, que así el vuelve. Si luchamos volverá. Los verbos, claramente, son dos: Luchar y volver. Con su lucha se consigue el retorno de él. De Perón.
La más clara connotación del verbo luchar es que quien lo hace allí se queda, que no huye, que da pelea, que se mantiene, que resiste, que se opone.
La más clara connotación de volver es el empeño por estar donde antes estuvo, de retornar, de recuperar un lugar que se ha conocido. Nadie vuelve donde no estuvo y menos lucha por algo que desearía abandonar. El volver de la consigna era para que retornase Perón. Con su retorno un paraíso perdido reaparecería.
La consigna luche y vuelve es de los años setenta en Argentina. Usted luche que el, Perón, vuelve.
El peronismo, en cuanto movimiento social de Argentina, ha tenido niveles diferentes con el poder. Perón vuelve al poder. Luchemos para que Perón vuelva al poder. No existe un formato que encuentre al peronismo alejado del poder o de su objetivo. La toma y reconquista. Allí esta su ciencia.
El peronismo del setenta, que tantos jóvenes ofertó, devenía de una larga sequía de poder peronista. También de claudicaciones personales.
El peronismo ofertaba la memoria que, de 1955 hasta el 70, traía la nostalgia de haber sido y el dolor (tango) de ya no ser.
Desde setiembre de 1955 hasta el retorno, el verdadero retorno al sitio propio: el poder político formal. Perón lo consigue. Asume después de la tonta mascarita del Dr. Cámpora (recordemos algo inusual, un candidato a Presidente con este Slogan:”Cámpora al gobierno, Perón al poder). El “tio” fue, cuanto menos, un inocente, acaso algo mas insultante. Perón pidió su renuncia. Era obvio que quería el gobierno y el poder, tan unidos, por otra parte. El poder que no se ve no se apartó del peronismo en los años de la, así llamada, ”Resistencia Peronista” . Este poder, que fue tan grande que hasta podía transferirse, sostuvo y abandonó a políticos que juraron lealtad y traicionaron la misma. El más elocuente traslado fue para Arturo Frondizi, fenomenal hombre político que nunca, pese a su mandato expreso, quitó los cargos judiciales contra Perón.
Solo Perón ensayó y obtuvo la transferencia de votos a un tercero. A su muerte, el 1º de julio de 1974, han sido otras las cuestiones para votar al peronismo, pero eso ya no es transferencia. Legado, engaño, superchería, nostalgia. Otra cosa.
La consigna luche y vuelve sirvió para el último coletazo del verdadero peronismo, aquel de su titular. El peronismo de primera y segunda presidencia aumentó en 10, en algunos claustros 20 veces la matrícula universitaria. Los que estaban aumentando esta población, intelectualmente mas activa, en los años posteriores a 1960, provenían de hogares en los que fue posible, para los pobres, trabajar y estudiar, acceder al estudio universitario. Si se quiere: estudiar y soñar con un crecimiento social en alza. Con una realización finisecular. “M’hijo el doctor”. Un sueño y la certeza: se podía soñar con la movilidad social. El uso reiterado de la palabra sueño es una elección. El primer peronismo dictó esa elección. El mejor mandato peronista fue la justicia social. El sueño de la igualdad. Esa fuerza inercial colapsó a mediados de la década del ’60.
Quienes sostenían este sueño, acaso de un modo proverbial, eran los padres, los abuelos, las generaciones que vieron cambiadas sus vidas desde 1945 al 1955. Sus propias biografías y las de sus grupos. Ellos de un modo, se insiste, proverbial, construyeron el sueño, el ayer, el necesario retorno a la verdadera utopía, el buen lugar. Es el peronismo el sitio de los sueños del país. Deberíamos reflexionar sobre la importancia de los sueños estropeados, inconclusos, alterados.
Los que pensaban no encontraron un pensamiento superador. Los que añoraban no consiguieron remplazo a lo añorado. Los jóvenes, tras un sueño propio, adhirieron al luche y vuelve. Todo confluyó en lo único nacional: el peronismo
Un joven tumultuoso de 1970 no podía, por simple cuestión cronológica, ser el mismo que perdió sus sueños el 16 de setiembre de 1955.
El luche y vuelve, consignado como luchemos que volverá, refiere, entonces, a un tiempo ideal que no se conoció, pero se imaginó bueno, el mejor posible, el de las mas claras propuestas. Asistimos a una constatación notable. La restitución del slogan del setenta. Su reaparición. Falta reconocer en calidad de qué.
El “luche y vuelve”, el reconocido afiche callejero, el que mostraba a Perón en alza y Evita en el gesto del enojo por los humildes y la lucha permanente trasladó un sueño del 1955 a 1970. Dio razones sentimentales al reclamo. Los que no pudieron vivir el peronismo en ejercicio del poder pidieron el retorno. Obvio, para que el sueño aquel se hiciese realidad. Pidieron y lucharon para que volviese. Volvió.
Para muchos el sueño fue pesadilla. La peor. Para otros un olvido. Traición. Queda sin resolver una cuestión que ya no tiene cierre. Las definiciones de los que vivieron, sobrevivieron y re interpretan la historia están cambiando el relato. Los que rescatan para si la militancia y lucharon para que vuelva, esquivan que el país que ofertaron no fue el que Perón propuso. Claramente no lo fue. Su último discurso acerca más a los obreros que a los militantes juveniles a la herencia que, se sabe, es universal (“mi único heredero es el pueblo”). La voz popular es la que se llevaba en los oídos, no las consignas de saltar por hache o por be reivindicando a San La Muerte. Los militares entraron a saco en este sueño.
Luche y vuelve es, sin embargo una consigna publicitaria estupenda. Perón invitó a votar rompiendo alambrados y saltando tranqueras. Raúl Alfonsín (R.A. en los carteles) copió a los yankis:¡Ahora! Ahora Alfonsín. Carlos Menem declaró: Síganme, no los voy a defraudar. Vaya pastor el riojano. Los publicistas de Fernando de la Rúa, usaron el sujeto tácito: somos más. Claramente: somos más que ellos, los peronistas. Por una vez lo fueron en votos. Así nos fue en los hechos. A todos los votamos mucho.
Cargada con toda la sangre derramada desde junio de 1955 hasta 1970 la frase tenía lo que se ha dicho: un sentido histórico en quienes estaban vivos cuando los años de injusticia y proscripción se sumaron con dolor. Fue el título y argumento de una novela épica, una fenomenal carga emotiva en quienes imaginaron aquel peronismo en el poder. Luche y vuelve el paraíso perdido. El que no conocimos. Claramente: el que nadie conoció.
El peronismo original, Perón en realidad, se alzó contra quienes tenían el poder y le negaban la oportunidad de ejercerlo y concretar sus propuestas. Hombre y circunstancia.
Las reediciones de la novela épica cambiaron a los héroes. Más páginas. Basura multicolor. A los muertos reales mas muertes sosteniendo conquistas novelescas. El relato es un eco deformándose ¿Contra quien alzarse hoy? Luche y vuelve ¿quién?
Hoy la consigna es retórica y acaso peor: lucha contra su imagen en el espejo para mentir supervivencia. Pasado y paranoia. Mala suma.

Raúl Acosta
Testigo

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