Google+ Raúl Acosta: Todos los teléfonos descompuestos

miércoles, 30 de enero de 2013

Todos los teléfonos descompuestos

Hay un diálogo imposible que no pertenece a la patafísica. Ni Alfred Jarry ni Eugene Ionesco lo firmarían. El dialogo imposible es el de un argentino con otro argentino. De alguien que asume una realidad con quien la resume de otro modo y la regurgita con olores y colores diferentes. Las mismas palabras, iguales fonemas, dos idiomas. Dos intenciones diferentes. Haga la prueba. Cualquier palabra. Diga diálogo. Debate. Consenso. Pronuncie las mágicas 10 letras: democracia.

Si el sector agrícolo ganadero es un motor importante de la economía y se sostiene que se quiere crecer y progresar para derramar el bienestar, lo elemental sería cuidar ése sector. No sucede. Ni vaca ni leche ni cueros ni galletitas ni industrialización de la soja ni reivindicación del maíz ni amor por el Kafir. Nada. Expoliarlo. Quitarle la posibilidad mas sencilla: aquí la industrialización. Y repartir comida. Imposible el hambre si se fabrican alimentos. En Argentina hay sectores hambreados. Y la duda final. Se marcha hacia un estado que ataque a lo privado hasta la expropiación si o no. Hola. Teléfono descompuesto.

Si la soberanía debe ser sostenida a como de lugar los acuerdos mineros no son de lo mejor. Tampoco el control. Por los puertos privados de la Región Rosario salen vagones precintados en aduanas interiores llevándose “vaya-uno-a-saber-qué”. Vienen de las minas de algún lugar. Hasta podrían venir del Potosí y/o ser parte del oro de los Incas. Catamarca. San Juan. Jujuy. Bolivía. Oro. Cobre. Plomo. Plata. Azufre. Selenio. Teluro. Hasta los minerales que jamás pensamos que existían. De Argentina se llevan sin vigilancia la tabla de Mendeleieff. Los metales y metaloides raros o críticos. Nadie sabe ni revisa. Los contratos, esos contratos de explotación, nunca fueron denunciados, revisados, divulgados. Este no es un gobierno argentino. La minería en Argentina es un secreto que parece mas profundo que el mas oscuro socavón. No hay modo de sostener que se busca un país nacional y popular con esos antecedentes, con esa realidad. Y la duda final. Se vive para la independencia económica y la soberanía política o se trabaja para construir una neo colonia con desarrollo capitalista dependiente. Hacia la justicia social no se marcha por esta senda. Hola. Hola. Teléfono descompuestísimo.

La salud, la educación y la seguridad son temas nacionales. Definitivamente del estado. No es posible que un estado derive al otro y al otro y al otro la resolución de la salud. De la educación. De la seguridad. Después discursos para tirar las culpas por encima del tapial. Es imposible tener diferentes criterios sobre quien es el dueño de la pistola, del vademécum y del silabario. Rousseau indicaba posibilidades para contratarse en la sociedad. Es de absoluta incompatibilidad de caracteres que rediscutan esas necesidades básicas. Irrenunciables. Se mienten las estadísticas, se roban el dinero de los planes, se sumerge la educación en atrasos inconfesables. Hay chantajes, amenazas, mentiras literarias. Libros de educación que cuentan una vida muy imaginaria. Y la duda final. Se quiere un pueblo saludable, educado y en paz si o no. No somos contractualistas. La revolución francesa no nos corresponde. Vivimos en el reinado de algún Luis, vamos hacia el ayer. Hola, hola, hola. Cha digo con el teléfono.

Petróleo y comunicaciones, vías de comunicación, modos del flete y su energía son parte indiferenciada de la economía. Bancos. La banca. Rubros que no se conciben sin una táctica y una larga, larga estrategia que lleve a la libertad e independencia. El General Mosconi lo sabía. Irigoyen lo bancó. Perón creo una flota mercante para eso. No hay dos modos de entender el camino, si de verdad se va por ése camino. Un transporte tiene subsidios si es de mi incumbencia. Los pierde si es de la tuya. Suben y bajan los mismos pasajeros, ajenos a la incumbencia territorial. Algo es equívoco. Se explota el petróleo un día si y un día no. Pierdo los tiempos y las cadenas. Compro mas y mas afuera. No necesito barcos, por tanto no los fabrico. No reactivo los trenes. No creo, no fabrico, no propongo energías alternativas. No pacto con mis vecinos para producir bienes en común. Perdimos el ideal sudamericano. Uno la carne, el otro la parrilla, aquel el carbón, el de mas allá cuchillos y mesas para el asado común. La duda final. Somos un solo territorio americano si o no. Aló, aló presidente. Aló.

El teléfono ha desaparecido en el tema mas duro del mundo. La guerra y las armas ilegales. La cadena trae al narcotráfico, que fabrica el dinero negro para ensangrentarlo. Después se purificará. Después. Del narcotráfico a la marginalidad. En la marginalidad los cómplices reales y los idiotas útiles. Agreguemos un rubro protocolar. Desprevenidos. Con estos distraídos (se repite, la calificación es de protocolo) los idiotas útiles y los marginales se conforman las barras bravas, las mafias y los tenientes territoriales. Se suman policías corruptos, gobernantes enfrascados en la pelea por el puestito y en la competencia territorial; juntos buscarán la carnacha, la indigencia estructural, la basura social, la traición y la adicción. El miedo tiene su sitio. La pelea contra el miedo, la oscuridad, la complicidad y la idiotez se detiene en quienes quieren el bien defendiendo, en el pago chico, si es ñul o central y la pasión quien encendió las muertes. Demoran la partida. Basta de eufemismos melindrosos. Es la droga, la barra brava, es la suma de equívocos. Desenfocar la pelea es parte del juego de los malos. Pregunta general. Es que alguien tiene duda de quienes son los malos. Ah.

Bip. Bip. Bip. La línea con la que intenta comunicarse se encuentra momentáneamente suspendida. Tuuuuu.

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