- Primero vamos por lo más importante: felicitaciones, anduvo bien su Central.
Sí. Y salimos campeones. Imagínese si salíamos subcampeones como nos iban a gastar los de Newell’s.
- La otra vez le escuché algunas reflexiones sobre lo importante que es la pasión en el fútbol, y lo importante que es frenar las barrabravas.
Absolutamente. Pero además yo diría que, como en otros campos de la vida, hay que crear un contexto cultural distinto, o más que cultural, para defender nuestra cultura del deporte. Yo la verdad que soy un apasionado de Central. He sumado en estos 42 años de vivir en Mendoza el gran cariño por Godoy Cruz, pero la verdad que este fanatismo que comparto con tantos amigos de ser canalla y de Central me lleva a ponerme muy contento cuando le ganamos a Newell’s, pero no me lleva a pensar que Newell’s es un enemigo. Porque cuando uno cree esta cultura de que el fútbol es una guerra y que el adversario con el que uno compite es un enemigo se da un campo propicio, no para las barras de los hinchas, sino para la violencia y el delito disfrazados de barras de fútbol.
- Ahora, lo que advierto es que se ha alterado absolutamente, inclusive aquella pasión desatada pero que tenía un eje cercano a lo permitido por la ley. Ahora, advierto, la barras no son eso, sino que son parte de un complejo equipo delictual en el que hay desde droga hasta connivencia con el Estado, con los dirigentes, con la policía Me parece que esto de una sociedad medio loca está metido en un fútbol medio loco.
Yo creo que está muy conectado. Me parece bien que la gente que no tiene notoriedad y los que tienen notoriedad mas aún, exprese su pasión y su entusiasmo, incluso si quieren participar en la conducción de un club. Pero me parece que mezclar el tema de la política, o de cualquier otra actividad, con el tema del fútbol no corresponde y lleva a este tipo de situaciones. Que además terminann alejando. Hay datos positivos, eso sí es verdad, yo seguía por televisión todos los partidos canallas y la verdad que lo que me alegra y me entusiasma es ver en la tribuna la cantidad de mujeres, que muchas veces están con sus hijos, pero eso es un dato en positivo. No es como antes, que estaba la tribuna de las mujeres. A mi me gustaría ver en el fútbol, tal vez con un poco más de pasión, el clima que uno ve con la selección, la familia que va a la cancha, que nadie tiene que sentirse preocupado o inseguro. Yo creo que es una gran tarea que tenemos que llevar adelante y que tiene que ver con muchas cosas. Primero, los hinchas no debemos generar violencia cultural contra los adversarios, debemos generar cultura. A partir de ese cambio de cultura tenemos que trabajar seriamente todos los sectores, los dirigentes de fútbol, los dirigentes que tienen responsabilidad política, la gente de la prensa.
- Sobre esto, tengo dos cabezales puestos: uno es Erich Fromm, aquel sociólogo y su desarrollo del hombre masa; y la otra los políticos y el ejemplo que bajan que, convengamos, no es de los mejores.
Es que hay una interacción. Recuerde usted que el nombre que se le da al presidente, la presidenta y demás, es el de Magistratura. Y la palabra magistratura viene de magíster, de enseñanza. Entonces el que está arriba tiene que dar el ejemplo. Si uno tiene la costumbre, a lo mejor incorrecta, como ciudadano, de estacionar en cualquier lado, cuando es funcionario tiene que tratar de estacionar solamente donde le corresponde. Pero también los ciudadanos, lo digo ahora que no tengo ninguna responsabilidad pública, también tenemos que asumir nuestra propia responsabilidad. La primer responsabilidad viene de arriba hacia abajo, pero también tenemos que proponer una cultura de abajo hacia arriba. Fíjese en el Papa; la verdad que lo que a mí me entusiasma es la actitud de humildad y servicio que tenía cuando yo lo conocí, yo tenía 20 años y él tendría 30, hoy duplica ese actitud de servicio porque sabe que ahora lo miran todos los católicos y los no católicos.
- Soy clase 44 y estoy en el movimiento nacional y popular, mirándolo de costado, pero dentro desde el 55. Estoy matándome, tratando de encontrar razón para algunos comportamientos del peronismo. ¿Cómo ve esto, un país que genéticamente tiene conductas propias de nuestro movimiento, las peores conductas...?
Yo no empecé tan joven, aunque nos llevamos un año. Yo empecé cuando vino el golpe del 66. Yo era un joven dirigente demócrata cristiano y cuando vino el golpe entendí que esos valores del humanismo trascendente, que levantaba la democracia cristiana, se expresaban de una manera mucho más profunda en el justicialismo. Y para nosotros fue una doble causa: la causa de la justicia social pero también la de la libertad y de una democracia mejor. Y yo creo que del fundador Perón, no hay que quedarse en la nostalgia, en la memoria, y creo que cuando vuelve a la patria después de 18 años, vuelve con un mensaje muy fuerte, que es un mensaje de sentirnos todos argentinos desde las distintas perspectivas y donde había que armonizar la lucha por la justicia social junto con el pluralismo y la claridad de las instituciones, y la transparencia. Y me parece que a veces dentro del movimiento, por falta de reflexión, por falta de debate, hemos perdido esta capacidad de dialogar, esta capacidad de debatir con respeto, esta capacidad de que si alguien le gana a uno una interna el que perdió no es que deja de existir, sino que aporta lo que significa dentro de una conducción donde el otro tiene mayoría. Y esto ha llevado a una situación muy lamentable donde, salvo algunos sectores, prácticamente ha desaparecido la vida interna de algunas fuerzas políticas. No hay debate, la gente cuando tiene una diferencia lo juega afuera o se va a la casa. Esto le está haciendo muy mal a la política pero, lo más grave, le está haciendo mal al justicialismo. Vos ves gente de pasa de postura de un lado a otro con una velocidad que no soportaría un análisis de sus ideas políticas. A mí lo que me preocupa es como en 4 o 5 años sobre temas sustanciales del país la misma gete puede decir cosas exactamente contrarias, votar una cosa con entusiasmo levantando las dos manos y tres años después votar exactamente lo contrario, con las mismas dos manos y sin siquiera hacer una reflexión de por qué cambió el voto. Esto va desprestigiando el sentido de la política como servicio y como responsabilidad.
Es que hay una interacción. Recuerde usted que el nombre que se le da al presidente, la presidenta y demás, es el de Magistratura. Y la palabra magistratura viene de magíster, de enseñanza. Entonces el que está arriba tiene que dar el ejemplo. Si uno tiene la costumbre, a lo mejor incorrecta, como ciudadano, de estacionar en cualquier lado, cuando es funcionario tiene que tratar de estacionar solamente donde le corresponde. Pero también los ciudadanos, lo digo ahora que no tengo ninguna responsabilidad pública, también tenemos que asumir nuestra propia responsabilidad. La primer responsabilidad viene de arriba hacia abajo, pero también tenemos que proponer una cultura de abajo hacia arriba. Fíjese en el Papa; la verdad que lo que a mí me entusiasma es la actitud de humildad y servicio que tenía cuando yo lo conocí, yo tenía 20 años y él tendría 30, hoy duplica ese actitud de servicio porque sabe que ahora lo miran todos los católicos y los no católicos.
- Soy clase 44 y estoy en el movimiento nacional y popular, mirándolo de costado, pero dentro desde el 55. Estoy matándome, tratando de encontrar razón para algunos comportamientos del peronismo. ¿Cómo ve esto, un país que genéticamente tiene conductas propias de nuestro movimiento, las peores conductas...?
Yo no empecé tan joven, aunque nos llevamos un año. Yo empecé cuando vino el golpe del 66. Yo era un joven dirigente demócrata cristiano y cuando vino el golpe entendí que esos valores del humanismo trascendente, que levantaba la democracia cristiana, se expresaban de una manera mucho más profunda en el justicialismo. Y para nosotros fue una doble causa: la causa de la justicia social pero también la de la libertad y de una democracia mejor. Y yo creo que del fundador Perón, no hay que quedarse en la nostalgia, en la memoria, y creo que cuando vuelve a la patria después de 18 años, vuelve con un mensaje muy fuerte, que es un mensaje de sentirnos todos argentinos desde las distintas perspectivas y donde había que armonizar la lucha por la justicia social junto con el pluralismo y la claridad de las instituciones, y la transparencia. Y me parece que a veces dentro del movimiento, por falta de reflexión, por falta de debate, hemos perdido esta capacidad de dialogar, esta capacidad de debatir con respeto, esta capacidad de que si alguien le gana a uno una interna el que perdió no es que deja de existir, sino que aporta lo que significa dentro de una conducción donde el otro tiene mayoría. Y esto ha llevado a una situación muy lamentable donde, salvo algunos sectores, prácticamente ha desaparecido la vida interna de algunas fuerzas políticas. No hay debate, la gente cuando tiene una diferencia lo juega afuera o se va a la casa. Esto le está haciendo muy mal a la política pero, lo más grave, le está haciendo mal al justicialismo. Vos ves gente de pasa de postura de un lado a otro con una velocidad que no soportaría un análisis de sus ideas políticas. A mí lo que me preocupa es como en 4 o 5 años sobre temas sustanciales del país la misma gete puede decir cosas exactamente contrarias, votar una cosa con entusiasmo levantando las dos manos y tres años después votar exactamente lo contrario, con las mismas dos manos y sin siquiera hacer una reflexión de por qué cambió el voto. Esto va desprestigiando el sentido de la política como servicio y como responsabilidad.
- Agregaría lo siguiente. La falta de un cambio ¿no va además convocando a un susto, a un qué hacemos ahora?
Yo no quiero entrar en detalles, pero sinceramente a mi me preocupa, y me preocupa como justicialista, este tema de ‘nosotros o la nada’, que el que critica algo esté en el campo del enemigo. También me preocupan ciertas oposiciones, sean políticas o mediáticas, que uno ve que se levantan todas las mañanas a ver cómo le niegan todos los logros al gobierno nacional o al gobierno de turno. Me parece que es producto, en el fondo, de la inseguridad.Yo creo que la gente que está convencida de lo que hace tiene dos actitudes: una, no tiene miedo a corregir los errores, a cambiar el rumbo; y lo segundo, la gente que está segura de sí misma no necesita destruir y desprestigiar al otro. Me parece que este clima político no corresponde, me parece que este clima político no tiene que ver con el sueño de Juan Domingo Perón cuando vino a reunir a los argentinos en 1973. Y no los vino a reunir olvidándose del pasado y renunciando a sus convicciones, sino dándose cuenta que en la lucha por la justicia social el enfrentamiento de la mitad de los argentinos no nos ayudaba a ninguno. Me parece que muchas veces lo olvidamos y a mí me duele. La verdad que yo soy justicialista, pero no siento a otra fuerza política como enemigos, sino como compatriotas que buscan hacer un país con ideas distintas a las mías pero con muchas coincidencias que podemos llevar adelante.
- En la década del 90, donde aparece Menem y se lleva ese 50% de los votos, apareció una oportunidad de dialogar y plantear una mirada hacia delante. Y esos fueron ustedes: la idea de reconversar el justicialismo, reconversar las fuerzas del campo popular, volvieron a hacer creer en una forma de política racional desde el campo popular. Sobre el 99 no sé que pasó. ¿Vos qué mirás de eso?
Dos cosas. A mí me ha quedado el corazón partido, porque por un lado sentía que había que darle un cauce a gente del campo popular, como vos decís, sentía que lo que había sido un buen resultado, la estabilización del país, si seguíamos con esa política terminábamos en el desastre que se terminó. La verdad que siempre tuve el corazón partido porque irme de la fuerza política y ver a muchos compañeros a quienes quería, y quiero, estar del otro lado la verdad que me hizo un candidato que tuvo ni la alegría ni el entusiasmo que tuvo el candidato a gobernador de Mendoza que ganó en el 87. Ese era yo, pero era otro Bordon.
---fue un cisma?
Ahora, la verdad que yo me fui porque no me dieron una interna abierta. Otros se fueron por otros motivos. Yo lo hablé con Carlos Menem a esto. Le dije “yo te aseguro que aunque esté muy en contra del rumbo que le estás dando al país si me ganás la interna me la tengo que aguantar”. Y él me dijo “yo soy el candidato natural, vos tenés que venir conmigo porque después te va a tocar a vos”. Entonces, ése punto de no permitir ese debate interno, esa idea de no va a haber una interna conmigo, esa conducta es la que se repite en Argentina y es la que nos lleva la fracaso.
Dos cosas. A mí me ha quedado el corazón partido, porque por un lado sentía que había que darle un cauce a gente del campo popular, como vos decís, sentía que lo que había sido un buen resultado, la estabilización del país, si seguíamos con esa política terminábamos en el desastre que se terminó. La verdad que siempre tuve el corazón partido porque irme de la fuerza política y ver a muchos compañeros a quienes quería, y quiero, estar del otro lado la verdad que me hizo un candidato que tuvo ni la alegría ni el entusiasmo que tuvo el candidato a gobernador de Mendoza que ganó en el 87. Ese era yo, pero era otro Bordon.
---fue un cisma?
Ahora, la verdad que yo me fui porque no me dieron una interna abierta. Otros se fueron por otros motivos. Yo lo hablé con Carlos Menem a esto. Le dije “yo te aseguro que aunque esté muy en contra del rumbo que le estás dando al país si me ganás la interna me la tengo que aguantar”. Y él me dijo “yo soy el candidato natural, vos tenés que venir conmigo porque después te va a tocar a vos”. Entonces, ése punto de no permitir ese debate interno, esa idea de no va a haber una interna conmigo, esa conducta es la que se repite en Argentina y es la que nos lleva la fracaso.
--- después el finde siglo...
El 99 para mí fue otra cosa. Por eso yo no participé de la Alianza, por más respeto que tengo a muchos radicales que estaban ahí y a muchos muchachos del Frente Grande que estaban ahí, porque me parece que tratar de cambiar de cambiar el país con la buena conducta y transparencia, que tenían muchos muchachos, pero en el mismo programa económico que nos estaba llevando al borde de la catástrofe tenía que terminar como terminó. Es cierto, la Alianza recibió dos temas que no le correspondía: la crisis de la convertibilidad y el otro problema es que creyeron que podían cambiar haciendo lo mismo, y además en un contexto internacional de precios, sobre todo agrícola, que era muy desfavorable. No era el positivo que estamos teniendo en los últimos 7 u 8 años que ha ayudado a fortalecer buenas políticas de este gobierno, pero que también ha ayudado a disimular errores de la actual gestión. Por eso mi deseo y mi conversación con miembros del gobierno, al cual yo pertenecí hasta el año 2007, fue “reflexionemos no solamente que estamos creciendo y sacando mucha gente que había caído en la pobreza en el 2001, 2002, sino fijémoslo qué cosas nos corresponde a nuestras buenas políticas y qué cosas es porque el contexto es favorable”. Lamentablemente esta costumbre argentina, que se da en todo, cuando nos va bien nos sentimos semi dioses y nos parece que aquellos que nos marcan diferencias son unos derrotistas y esperan nuestro fracaso. Si no cambiamos esa conducta nos va a ser muy difícil mantener buenos rumbos de crecimiento y equidad en el mediano y largo plazo.
El 99 para mí fue otra cosa. Por eso yo no participé de la Alianza, por más respeto que tengo a muchos radicales que estaban ahí y a muchos muchachos del Frente Grande que estaban ahí, porque me parece que tratar de cambiar de cambiar el país con la buena conducta y transparencia, que tenían muchos muchachos, pero en el mismo programa económico que nos estaba llevando al borde de la catástrofe tenía que terminar como terminó. Es cierto, la Alianza recibió dos temas que no le correspondía: la crisis de la convertibilidad y el otro problema es que creyeron que podían cambiar haciendo lo mismo, y además en un contexto internacional de precios, sobre todo agrícola, que era muy desfavorable. No era el positivo que estamos teniendo en los últimos 7 u 8 años que ha ayudado a fortalecer buenas políticas de este gobierno, pero que también ha ayudado a disimular errores de la actual gestión. Por eso mi deseo y mi conversación con miembros del gobierno, al cual yo pertenecí hasta el año 2007, fue “reflexionemos no solamente que estamos creciendo y sacando mucha gente que había caído en la pobreza en el 2001, 2002, sino fijémoslo qué cosas nos corresponde a nuestras buenas políticas y qué cosas es porque el contexto es favorable”. Lamentablemente esta costumbre argentina, que se da en todo, cuando nos va bien nos sentimos semi dioses y nos parece que aquellos que nos marcan diferencias son unos derrotistas y esperan nuestro fracaso. Si no cambiamos esa conducta nos va a ser muy difícil mantener buenos rumbos de crecimiento y equidad en el mediano y largo plazo.
-Yo no votaría jamás una re-re. ¿Vos?
No. Y no es un problema actual. El segundo conflicto que tuve con Menem fue que no acompañé que planteara una reforma para cambiar las reglas de juego para él; y aquí en Mendoza seguimos con 4 años sin reelección inmediata.
- Como en Santa Fe.
Dije que si se cambiaba había que cambiarlo para el futuro. El peligro es que uno se quiera quedar para siempre. Las reglas de juego nunca hay que cambiarlas para la circunstancial mayoría. Hay que cambiarlas mirando hacia el futuro para que sean parte de las nuevas reglas de juego. No es que porque estoy en contra de Cristina estoy en contra de cambiar la Constitución para una tercera reelección, sino que estoy en contra para mí, para ella, para Menem y para cualquier otro que quiera ser presidente. Porque cuando uno hace eso pone en peligro la calidad institucional del país. Además, este gobierno, aunque no le vaya muy bien en esta elección, Cristina va a poder tener mayoría legislativa, no mayoría especiales, en ambas Cámaras hasta el final de su mandato y la mayoría de las provincias gobernadas por su propio partido. Es un escenario fantástico para hacer dos años de correcciones, de ratificaciones, de políticas de Estado, de diálogo con los demás, de superación de conflictos innecesarios con los vecinos; y después, como es joven, puede volver cuatro años más o dedicarse a ser una extraordinaria ex presidenta. Yo no sé por qué la ponen en este juego que nada ayuda a ella, ni a su gobierno, ni al país. Y lo digo con respeto de que los únicos dos senadores jóvenes y nuevos que me acompañaban en la década del 90, cuando yo peleaba como senador contra la falta de transparencia y ética en muchos estamentos de la justicia, estaba la joven senadora Cristina Fernández de Kirchner.
No. Y no es un problema actual. El segundo conflicto que tuve con Menem fue que no acompañé que planteara una reforma para cambiar las reglas de juego para él; y aquí en Mendoza seguimos con 4 años sin reelección inmediata.
- Como en Santa Fe.
Dije que si se cambiaba había que cambiarlo para el futuro. El peligro es que uno se quiera quedar para siempre. Las reglas de juego nunca hay que cambiarlas para la circunstancial mayoría. Hay que cambiarlas mirando hacia el futuro para que sean parte de las nuevas reglas de juego. No es que porque estoy en contra de Cristina estoy en contra de cambiar la Constitución para una tercera reelección, sino que estoy en contra para mí, para ella, para Menem y para cualquier otro que quiera ser presidente. Porque cuando uno hace eso pone en peligro la calidad institucional del país. Además, este gobierno, aunque no le vaya muy bien en esta elección, Cristina va a poder tener mayoría legislativa, no mayoría especiales, en ambas Cámaras hasta el final de su mandato y la mayoría de las provincias gobernadas por su propio partido. Es un escenario fantástico para hacer dos años de correcciones, de ratificaciones, de políticas de Estado, de diálogo con los demás, de superación de conflictos innecesarios con los vecinos; y después, como es joven, puede volver cuatro años más o dedicarse a ser una extraordinaria ex presidenta. Yo no sé por qué la ponen en este juego que nada ayuda a ella, ni a su gobierno, ni al país. Y lo digo con respeto de que los únicos dos senadores jóvenes y nuevos que me acompañaban en la década del 90, cuando yo peleaba como senador contra la falta de transparencia y ética en muchos estamentos de la justicia, estaba la joven senadora Cristina Fernández de Kirchner.
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