Google+ Raúl Acosta: Bicicletas de ida y vuelta

miércoles, 28 de agosto de 2013

Bicicletas de ida y vuelta

No se su fecha de nacimiento. Llegué al mundo y estaban. Las bicicletas forman parte del paisaje urbano. El paisaje urbano suele contaminarse hacia el cielo e intoxicarse de gases de combustión. Las bicicletas alivian la contaminación.

Las bicicletas tenían rueditas laterales en algunos muchachos, pocos, en el barrio. Las chicas, Gracielita una vecina, tenía bicicleta con rueditas laterales, suerte de andadores que ayudaban al aprendizaje del equilibrio. Aprender a andar en bicicleta costaba varios porrazos. Las rodillas eran la prueba, con sus cascarones. El viejo, algún hermano sostenía el asiento de atrás para el primer lanzamiento por la vereda. Después del equilibrio, inmediatamente después, aprender a doblar.

El equilibrio en bicicleta, como el acto de tragar el humo del cigarrillo, como los inequívocos gestos del sexo se aprenden una vez y no se olvidan. Mirar el rostro de otra persona (amada) reconocer la tibieza del humo, pedalear levantándose del asiento para darle mas fuerza al envión se incorporan y están. Allí se quedan.

Antes, cuando las bicicletas solucionaban la vida en los arrabales, las bicicletas eran de ida y vuelta al trabajo. En el bar de la esquina quedaban apoyadas contra la pared mientras se jugaba al billar, al truco o al chinchón. Variante: tute cabrero. Vermouth con papas fritas, lupines y “Manises”. Decirle maníes denotaba arrogancia, casi arrogancia desafiante, una figura jurídica que en el bar se consideraba absolutamente pecaminosa. El bar denuncia, fiscaliza, juzga y condena o absuelve. El bar y la barra de la esquina.

Las bicicletas de mujer tenían diferente el cuadro, el triángulo, que no es triángulo, que va del manubrio al asiento, al piñón y los pedales. Las “bici” de mujer tenían una curvatura para permitir la subida hasta el asiento sin revolear la pierna, tipo montar a caballo, porque las niñas y sus faldas (diga polleras) no la tenían fácil. La adopción del jean como vestimenta universal unificó las formas y el fondo, verdadera Gestalt de piñón fijo, piñón contrapedal y piñón libre o clásico, y el asunto se descontracturó. Hoy cualquier varón que se precie puede usar la bicicleta con el caño chueco, como si fuese de señorita necesitada de ayuda por la amplia falda. No tiene importancia.

Las bicicletas tenían guardabarros. El de las niñas tenían una especie de bolsa del pan, de esas bolsas tejidas, propias de manualidades en el cole, una suerte de seguro contra la falda enredándose entre los rayos y provocando una catástrofe. Como la de aquella mujer famosa, la Isadora y su echarpe, que la ahorcó al enredarse en las ruedas de una Bugatti superesport. El entretejido del guardabarro trasero aseguraba que las niñas no enredasen su falda y andar en bicicleta se volviese un estropicio. Hoy todo ha pasado, renace la calma, un himno a la igualdad reflejan las bicicletas.

Los guardabarros tenían lo suyo. Eran épocas de calcomanías en el caño, de la dínamo y los faroles, de los timbres y las bocinas. Engrasar la bicicleta y decidir, discusión mediante, si los frenos de alambre eran mejor que los frenos a varillas. Épocas del gomín y la pinchadura con tachuelas. Del bicicletero del barrio y alinear la rueda delantera, torcida apenas le das velocidad, fijate.

El paseo con/en bicicleta, en el verano, no tenía destino o final. Tenía enemigos. El adoquinado un enemigo eterno, aún hoy. La lluvia un enemigo indeseable. Julito tenía una bicicleta de carrera, nosotros de paseo. El rusito Putchkin una bicicleta inglesa, una Phillips, o algo así. Ruedas mas anchas.

El rodado mas grande era el 28, debe seguir, esas cosas son universalidades que no se alteran mucho. Se alteró, eso si, el uso de la bicicleta. Las mujeres se ponen unas mallas apretadas y salen a bicicletear. Se considera un ejercicio, sano ejercicio. Recomendado.

El asiento antes era de dos tipos. De carrera o de paseo. Siempre bromas con ése tema. Las bicicletas de carrera tenían el espacio y el soporte para pequeños bidones, vasijas para agua o bebidas energéticas. El casco siempre fue motivo de broma en las bicicletas y en los bicicleteadores ¿Cómo se dice a los que andan en bicicleta? ¿Ciclistas? La duda es por el “bi”. Si cada rueda es un ciclo la bicicleta es de dos ruedas. Divagaciones de barrio y primeros tomos de la enciclopedia Inglesa, que Julito tenía, su padre tenía y nos dejaba mirar. Años de bibliotecas públicas y primeras películas del neorrealismo italiano. Tiempos de imposible imaginación. Cómo saber que se llegaría a estas bicicletas llenas de resortes y tensiones y cambios de marcha. Cómo imaginar que la soltura de la cadena sería una metáfora del enojo a mansalva. Cómo pensar que las robarían para cambiar por un feísimo cigarro de basura tóxica. Cómo saber que sigue y sigue, para el fondo del arrabal, llevando y trayendo laburantes. Y cómo imaginar los insultos de los automovilistas por las absurdas sendas, bicisendas, que angostan la calle y no quitan el peligro del transporte en una ciudad apurada, donde ya no se oyen ni los timbres ni las bocinas de las bicicletas, que siguen perdiendo contra el adoquín y las lluvias.

1 comentario :

  1. Lo cotidiano tiene sus resplandores, pero esos tonos y lumninosidades sólo los descubrimos después.
    Lujito de Letra y Humanidad estas Páginas.
    Saludos para Usted, Poeta.
    Virginia.

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