Las viejas fábulas y consejas, las de Monteiro Lobato, las de Samaniego y Esopo, todas apuntan a lo que las motiva, mostrar en animales la paradoja humana. Vagancia, enojo, equívocos, los pecados capitales con la soberbia como jefa. Las búsquedas de animales sin sociedades protectoras es acertado. Lidiar contra los enamorados del perrito faldero es tan difícil como enojarse con las damas de beneficencia colombófila y con aquellas ancianas (algunas ancianas del alma) que se enojan por el viejo carro de cartonero tirado por un caballo flaco que asusta y conmueve, conmueve tanto que no se fijan que encima va un personaje que es de su misma raza: humana.
La liebre tiene dos usos clásicos. Al mejor cazador suele escapársele. Y no hay que preparar la olla para guisarla si no se la tiene muerta y bien muerta previamente. Nacido en 1880, según otros en 1890, el radicalismo es humano, pero no tan, pero tan depredador. El radicalismo ha consumido a la sociedad y hoy es una suma de lunares y caciquejos que es cierto, suman varios millones, pero más cierto: no hay quién los junte, ni Borges, la rabia y el espanto. A los radicales los junta un discurso, una declaración, una discusión inútil. Han dicho que van por todo, a su modo. Que en 2015 el presidente debe ser radical. Como Alfonsín, como De la Rúa, como Illia, radical como López Murphy, como la inefable Carrió. Tienen un Dream Team fenomenal. Morales, Sanz, Aguad en la línea media. Gil Lavedra, Terragno, Barletta, hay Stubrin y Storani en stock. Una Stolbizer desorientada. Un Alfonsín que no es trucho, simplemente desentona. También una memoria flaca. En cada pueblo, un paisano.
El radicalismo, que apabulló en 1983 y se desubicó en 2001, ha perdido varios trenes, básicamente el convoy de la unidad y la humildad. Está desafiando la ley de la gravedad. Hace equilibrio sobre votos dispersos y una fórmula que no existe en un país que se desintegra, que desde 1999 se desintegra sin soja primero, con soja mal gastada después.
El peronismo basal, el que petardeó a Alfonsín (remember Ubaldini) ya ni los observa, son ese cuzco peludo que no cesa de morder la botamanga del pantalón, que acaso se volverá garronero. El peronismo guarda en sus oídos la más maravillosa música. La Carrió diciendo en 2009 que se terminaba el kirchnerismo. Antes el “changuicacerismo” por América Latina, el Tercer Movimiento Histórico. La Junta Coordinadora y muchachos como Campero, Moreau, Casella. Nunca tantos buenos muchachos perdieron tanto en tan poco tiempo. Con esas melodías el peronismo sigue cantando la marchita. En Santa Fe sin Binner (después Bonfatti) perdieron siempre. Los 10 puntos de Stolbizer más los 10 de Alfonsín y UCR sumaron 11. No aprenden. No aprenden más. El peronismo lo sabe, claro que tiene sus problemas.
CFK Argentina ya no da más. No es una pobre mujer, es una mujer extralimitada, sobregirada, hiperdemandada. Sabe hacer un discurso y hablar con tres cuerdas (íntima, desgarradoramente familiar y religiosa refiriéndose a su marido como un semidios y barricada/Evita) con lo que deslumbra. Fuegos de artificio. Gobernar es otra cosa. Políticas activas. Estrategia (que en rigor es futuro) y tácticas consecuentes. La viuda trabaja de jefa y caciqueja de todas las misas herejes del conurbano y, vía tele, de púlpitos humillantes en todo el país. Ya no alcanza. Podría irse del gobierno como la diosa Vuitton y quedar recontra bien en la historia. Primera mujer, doble mandato, reconstitución del poder presidencial pero no. Elige pelear por la yugular. Hobbes era sabio. Sigue siendo sabio.
Las tortugas son como los autos, los autos siempre le ganan a las autopistas, no importa el ancho, siempre colapsarán, aparecerán más autos que carriles. Las tortugas llegan. A Maradona, a Federer, antes a Pelé, mañana a Messi. Las tortugas se escapan de los soberbios que no las tienen en cuenta. La memoria es una tortuga incandescente que va con su brillo pasito a pasito y se fuma los relatos. Todos los relatos van rápido, pero no llegan a la realidad: son relatos. La inflación es una tortuga malvada que come de los bolsillos y los seca. Día a día avanzan las tortugas de la memoria, de la inflación, del desempleo, de la injusticia social. Esta tortuga es la que más se ríe. En la monarquía de baja densidad de Cristina quien reina es la injusticia social. No se destrona ese caparazón sin una revolución. Con quien ¿con Lázaro Báez? ¿con Verbitsky contra Lanata? Las tortugas en Argentina se están comiendo el relato pasito a pasito.
La paciencia popular es un caracol (moluscos gasterópodos provistos de una concha espiral). Los caracoles se mueven con lentitud alternando contracciones y elongaciones de su cuerpo. Cuando se retraen en su concha, segregan un tipo especial de mucosidad para cubrir la entrada que al solidificarse forma una estructura llamada opérculo. Cuando rompen el opérculo comienzan a caminar. Se salen del plato. No vuelven. No al mismo plato.
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