Google+ Raúl Acosta: Papá Noel marca el estilo

jueves, 19 de diciembre de 2013

Papá Noel marca el estilo

Estamos cerca de un día clave en el modo argentino. Cualquiera sabe que papá Noel es trucho. Ni trineo, ni barba ni saco rojo, ni reno ni chimenea. Nada. No hay nieve ni circula el viento entre los altos pinos sobre el Paraná porque los sauces llorones no están para ventisqueros. Alejo Carpentier tiene un texto fenomenal sobre este fenómeno. Argentina, la zona litoraleña está más cerca del Cristo de las redes de Fandermole ( acaso el verdadero connotador en la poesía popular contemporánea)

Aceptar la truchada es parte del modo de los argentinos. Convenciones. El juego infantil de policías y ladrones, las estatuas, el juego de las escondidas, el último salva a todos.

Los papá Noel truchos ayudan a las ventas y las ventas son la base de una sociedad de compra venta. Aceptar de facto que somos una sociedad de compra venta tiene sus cosquillas. No hay revoluciones que puedan contra la liquidación por fin de temporada. Agravado el tema por los descuentos bancarios a las compras con las tarjetas de ésa institución bancaria. El 40% directo, mas 12 cuotas sin intereses demuelen cualquier asalto a la Bastilla. Mañana vemos quien es Robespierre.

Papá Noel está infiltrado en la sociedad latina. Latina y americana. Llegar a una sociedad como la que encabezamos en América latina cuesta. Años, tiempo y esfuerzo. Vidas. Hay muchos que creen todavía en la revolución. Una revolución, como en aquellos mitines del 1960, no admitía sueños cortos y zapatitos navideños. Una revolución, aconsejaban los manuales de insurrección y hombre nuevo, partía de voltear el viejo sistema social de la burguesía. Consejo básico. Cualquier revolucionario de pacotilla lo sabe. Se debe destruir la clase media por completo y en ese punto papa Noel es un contra revolucionario porque seamos francos: sí papa Noel no promociona ventas para que mantener un gordinflón sudoroso, que agita una campanita, anda en ese sulky ridículo y grita jinglebel. Digo Latinoamérica como uno de los sitios donde la clase media tiende a desaparecer, desapareció o nunca existió y sin clase media no hay compras navideñas, sólo recuerdos. Ni revoluciones tempranas ni justicia social ni PBI que mostrar al mundo. El mundo feliz tiene un aire a clase media que lo delata.

Puestas así las cosas el mecanismo de la farsa, del timo, de la mentirita es usual, llega como se dice: por default. Todos somos un poco irreverentes, un poco crédulos y un poco mentirosos. Damos y recibimos. Decimos y aceptamos mentiras.

En qué día de que año de su calendario le decimos al hijo que papa Noel es uno, uno mismo en complicidad con la sacrosanta madre que lo parió. Todos dicen que esa es una manzana que se cae sin ayuda de Newton. Que cuando está ya está. Listo. Bueno, pero tiene su rito. Armar y desarmar la farsa es todo un problema, los sicólogos saben del tema mas que los periodistas

Ni venimos de un repollo ni papa Noel es cierto, ni muchas de las otras cosas que se dicen por decir tienen otro destino que la piedad. La piadosa mentira que enorgullece a los mentirosos. La convención que permite crecer el cuento, la anécdota, el relato.

Pero un día, pongamos en enero, pasados las noches del negro Baltasar, sus amigos y el oro, el incienso y la mirra alguien viene y aclara: mirá que lo del viejo barbudo es farsa. Jodita tibia, mentira piadosa. Punto. Y salimos a buscar las mentiras carnavalescas de febrero, la de los idus de marzo y abril en Portugal. Mes a mes.

Creer un cuento, otro y otro no es bueno para la salud de la calle, del sueldo, del bolsillo, del pan y vino bueno. No es nada bueno.

Sin embargo todos sabemos que papa Noel existe y que se saca fotos con los hijos y los sobrinos en las frescas galerías comerciales. Somos pare del juego. Vamos con la mentira a cuestas.

Esa mentira no tiene diferencia con la que promete contigo pan y cebolla. Te querré hasta siempre. No te olvidare nunca. Todos los infinitos en las promesas. Siempre. Nunca. “El amor es nunca tener que pedir perdón”. Je. Je.

Más difícil de olvidar es la mentira en la justicia. Yo la maté. La encontré en el bulín y en otros brazos, dice la poesía lunfarda. Las pruebas de la infamia las traigo en la maleta.

Las mentiras nos acompañan desde la cuna. Es bello el bebé y se parece al padre. No lo hice ni lo volveré a hacer.

Por qué no entender, entre tanta mentira que acompaña nuestros sueños, que se puede multiplicar por 10 el patrimonio mientras se trabaja a tiempo completo para el bienestar general. Todo es posible si creemos en el trineo a la deriva por el río Paraná. Abogadas exitosas, hoteleras exitosas, empresarios exitosos. Son dineros buenos los que se consiguen cuando los amigos nos ayudan a vender y facturar en nuestro santo nombre. Como es buena la intención de quien quiere llevarse la maquinita de fabricar dineros a su casa. Pequeña PYME familiar para los morlacos.

Todos somos, finalmente, un papa Noel de ida y vuelta. Que sabe, por la cercanía de la nieve, que el barbudo existe, claro que existe. Es el que nos permite, con su existencia, sostener el relato.

1 comentario :

  1. Hola Bigote... no se si fue en tu programa... por la hs que lo oi.... seguramente, con mi abuela te escuchamos cada día...
    oi un relato sobre navidad,,, que llego a emocionarme... hacia un poco de historia.. en algo hay que creer... podrias decirme si fue en tu programa que lo pasaron? me encantaria poder compartirlo muchas gracias..
    judith

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