Google+ Raúl Acosta: Una democracia chiquitita

miércoles, 21 de mayo de 2014

Una democracia chiquitita



- La señora Graciela Fernández Meijide es ex diputado, miembro de CONADEP, autora del libro “Eran humanos, no héroes”, y protagonista del documental “El diálogo”, que este sábado se presentará en el Parque España a las 11 de la mañana. 
¿Cómo está mirando este 2014-2015? ¿Mejora aquella democracia que arrancó en el 2003?

No, yo creo que los dos primeros años del 83 el gobierno de Raúl Alfonsí, incluso la oposición, reconstruían las instituciones, el sistema republicano. Después, la crisis económica puso todo en reversa y, salvo algunas cuestiones, como la parte mejor de la Reforma Constitucional del 94, que fue la inclusión de los pactos internacionales, el tema de Derechos Humanos, el tema de apertura de información, etcétera, después hemos retrocedido. Hoy por hoy, si yo tengo que preguntarle a la gente “¿usted cree que esta democracia está satisfaciendo todo lo que usted necesita –sobre todo en cuanto a las cosas que el Estado puede y debe dar, como la educación, la salud, la seguridad, el control de la cuestión económica?”, me van a decir que no. Por lo tanto yo diría que, como decía Guillermo O’Donnell, es una democracia de baja intensidad.

-Yo le he robado eso y digo, y no quiero que usted se haga cargo de eso, que estamos viviendo una monarquía de baja intensidad en este momento. Otra pregunta: la situación del país era una en el siglo XX, el siglo XXI incorporó varios elementos en la superficie, uno de ellos la corrupción estructural, y una suerte de perdón a esta corrupción. ¿Lo ve usted como problema? ¿Ve alguna manera de solucionarlo?

Creo que es un problema de la sociedad argentina. Yo nunca puedo escindir que nuestra clase política viene de esta sociedad. Y creo que nos hemos hecho muy tolerantes con el tema del abuso del poder para el enriquecimiento de los gobernantes. Ya en la época de Menem estaba la frase “roban pero hacen” y eso no impidió que se lo reeligiera. Es decir que la sociedad recién castigó cuando la económica le tocaba el bolsillo. Lo mismo sucedió ahora. A nadie se le escapa que todo el escándalo con la casa de la Moneda, la empresa Ciccone no tiene un solo responsable y que es Boudou. Sería ingenuo pensar eso. Boudou carecía de todo poder de decisión, como sigue careciendo ahora –o peor ahora-, y sin embargo no hubo problema en elegir. Hoy, cuando se toca el bolsillo, seguramente eso será un agravio que se va cargar y que se cargó para resultado de octubre. El resultado de octubre fue un fuerte parate para el gobierno. Yo creo que en eso tenemos que revisar todos qué estamos haciendo y pensar que no es que todos los pueblos sean mejores que nosotros, sino que se dan instituciones que castigan al que trasgrede. Y en el tema del poder ocurre así. No es que no haya gobernantes corruptos en otros lados, cuando se descubren se echan.

-¿El régimen de premios y castigos nuestro es el equívoco?

La conciencia de que aprovecharse, desde la coima chiquitita al policía para que no le hagan la boleta hasta el robo desde el poder es mala. No me gusta la cuestión de somos todos culpables, porque creo que no, que hay gente que se resiste a todas estas cuestiones por una posición ética, pero me parece que somos muy tolerantes. Y cuando uno es tan tolerante con la corrupción, algún pedazo de lugarcito está en “si yo estuviera en ese lugar, ¿no haría lo mismo?”. Ahora, le puedo decir una cuestión: se puede pasar por el poder sin aprovecharse de él para enriquecerse. Un ejemplo fue Alfonsín y su gestión. Otro ejemplo, yo, pasé por el poder y no soy más ricas. Y Alfredo Bravo y muchos más. Lo mismo la gestión de Binner y de Bonfatti. Uno podrá criticarles cosas, sin embargo creo que nadie va a hablar de corrupción.

-Usted va a presentar el documental “El diálogo”. ¿Este diálogo es con un militante montonero?

Un ex militante montonero, 71 años que vive en Brasil, es sociólogo, politólogo, filósofo. Y él ha hecho una crítica muy fuerte a su vez con un diario, un testamento de los 70. Es una autocrítica pero también una crítica a la violencia. La violencia no importa desde qué lugar, con el criterio de que no hay muertes malas ni muertes buenas.

-Adhiero a las cosas que usted dice, pero no puedo menos que preguntarle si esto no ha servido para que la aíslen mediáticamente, o algunos sectores del poder que se han encargado de abusar o hacer demasiados elogios de aquellos años.

La verdad que no me siento aislada porque donde quiero estar estoy. Si usted se refiere al gobierno, que se yo, yo no soy parte del gobierno, no soy funcionaria, no estoy militando en ningún partido político y no me siento ni mejor ni peor que cualquier ciudadano. Si se refiere a programa como 678 o algo por el estilo, la verdad no me interesa ir ni lo veo tampoco, pero no porque sea del gobierno sino porque las pocas veces que le eché una mirada no me interesaba. Pero, ¿sabe qué? Yo tengo 83 años, he pasado por muchas situaciones, algunas muy dolorosas y otras no, pero de mucho trabajo; y si escribo estas cosas, como escribí antes “La historia íntima de los derechos humanos”, donde ya había hecho una crítica la violencia, es porque creo que sobre todo aquellos que padecimos la falta de justicia tenemos la obligación de pelear para que no se incline la balanza, y para que no se engañe a la juventud, diciéndole que los que emprendieron la lucha armada en los 60 y los 70 se habían equivocado, no quiere decir que sean malas o buenas personas, hicieron una mala elección, eligieron el camino de la violencia en lugar del camino de la política y causaron y se causaron mucho dolor. Del otro lado también; los militares que aprovecharon estas circunstancias para tomar el poder e implementar un régimen de terror con la figura perversa de la desaparición, también hicieron sufrir. Y ahí todavía no hemos escuchado una voz que diga “lamentamos haber hecho sufrir a la sociedad”, por lo menos.

-Es cierto lo que usted dice: no hay voces del Ejército. ¿Pero se cerró eso? Porque creo que uno de los sitios en donde estamos empantanados es en revisar los 70 y no resolverlo. Me parece que el gobierno no intentó resolverlo.

Es que no intenta resolverlo si lo heroifica, si considera que eso fue heroico y le pone nombres simbólicos a sus propias creaciones, como La Cámpora a los jóvenes. Que en realidad, si uno lo piensa, pobre Cámpora, era tan conservador y era un hombre leal a Perón; y realmente su cercanía con montoneros, que en el momento que tomaron el gobierno creían que no iban a compartir el poder sino que querían todo el poder, Cámpora fue víctima de esas circunstancias. Es realmente mucha manipulación de la historia. Pero, como siempre, estos sufrimientos están demasiado cerca, se está escribiendo y pensando mucho sobre este tema, cómo no hablar dentro del país de una confrontación que es tan reciente que todavía hay víctimas vivas. Se salda de a poco. Ahora, la mejor manera en que se saldan estas cosas es teniendo democracia vigorosas. Que es al revés de lo que pasó en ese momento. En ese momento, el tema de la democracia le importaba tres pepinos a todos, a la izquierda, que quería la revolución y consideraba que la democracia era un concepto de pequeño burgués, y a la derecha, que quería el poder desde la dictadura. Entonces, la mejor respuesta y la mejor forma de curar esas heridas hoy sería una sociedad puesta a reconstruir una democracia vigorosa, que sirviera a los intereses, sobre todo, de los más desprotegidos.

-Una última pregunta. Creo que hay una génesis, y de allí una genética, que hace esta sociedad muy cercana al peronismo, y que ha ido hacia el fin de siglo quedando con lo puesto, y se ha llevado al olvido bipartidismo. ¿Cree usted posible armar un país con oficialismo, oposición? ¿Cree usted posible una alternancia? ¿Cree usted posible un juego de una democracia plena?

Mire, hoy no hay partidos políticos en la Argentina. Tal vez el socialismo, sobre todo en Santa Fe, pero no hablemos de partidos políticos. Se están construyendo y se han destruido, han estallado, los dos tradicionales que quedaban. No hablemos ya del conservadurismo, hablemos del peronismo y el radicalismo. Hoy no existen. La prueba está en las elecciones de octubre, más disperso el voto no podría haber salido, y la prueba está en que todos buscan alianzas, desde Massa, hasta Scioli, los radicales, los socialistas, el Pro. ¿Si se van a armar? ¿Es deseable? Sí, es deseable que se armen partidos vigorosos también, porque son los pilares de la democracia. Ahora, ¿vamos a ser capaces de hacerlo? Esa es una pregunta que no la puedo contestar.

-La repregunta inevitable: ¿el que ha sobrevivido es el peronismo?

No, ¿dónde está el peronismo? ¿Usted se podría afiliar al peronismo ahora? ¿Tienen dónde? No, es una forma, un acercamiento de gente que tiene una visión del poder construido desde los funcionarios. Después hay una identidad abajo, muy fuerte, peronista que tiene que ver con un pasado donde, es cierto, el peronismo rescató a mucha gente que había quedado fuera de la sociedad y fuera de la ciudadanía. Eso en el 45 para adelante. Pero entre los que hoy manejan el peronismo, ¿usted me va a decir que Scioli es un peronista clásico? ¿Qué Boudou es un peronista clásico?

-Usted no puede vernos, pero la risa suya es la nuestra.

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