Google+ Raúl Acosta: El fanatismo ilustrado

lunes, 26 de diciembre de 2016

El fanatismo ilustrado


Publicado en diario "La Calle", de Concepción del Uruguay, 26 de diciembre de 2016


Un amigo de un amigo de un amigo es un enamorado de Osvaldo Pugliese. Pianista. Director de una orquesta de tango que fuera mítica. Los sábados se iba a escuchar a don Osvaldo. Si venía otro día cualquiera era igual.

El tango, un sentimiento triste que se puede bailar. Un sin sentido muy eso: pleno de sentimientos. “Pu- Pu –Pu –Pugliese”. Lo gritábamos frente al escenario. Paraditos escuchándolo pasábamos la típica. La orquesta de jazz servía para recargar las pilas en el bufet del club. No éramos buenos bailarines el día de la exaltación por el maestro. Bailar implica soltar el alma en la melodía o el tirmo y pugliese era contemplación. Las primeras lágrimas frente a un escenario aparecieron cuando ”el negro Mela” al recitar señaló la butaca del pianista, frente al piano, con una rosa en lugar de la flaca figura. Preso por comunista. Llorar por amor al arte es liberador. La orquesta seguía tocando.

Club Unión de Santa Fe. Club Provincial de Rosario. Cito dos lugares donde fui parte del exaltado delirio ante su versión de “La Yumba”. Secretamente sabíamos que “A los amigos” debería ser para los ”camaradas” ¿y qué? Por don Osvaldo es fácil entender a los que seguían a Luca Prodam y, después, al indio Solari. Cofradía. El lenguaje común , los sobreentendidos, las explicaciones inútiles. Eso es el amor sin vueltas ni vuelta atrás.

Comprender que el mundo es ancho y ajeno es parte del crecimiento. Crecer es saludable. Detenerse enferma. Don Osvaldo Pugliese es parte de una historia. Parte, no el total. Hacer de ésa alícuota toda la vida no se lo banca ni Alfredo Lepera, para quien la vida entera fue (era) como un sol de primavera. Pugliese fue una luz. Sostener el camino sólo con aquella luminosidad conlleva la posibilidad de quedar a oscuras. Cerrar el camino. Sabotearse el mañana. Caminar hacia atrás. Una fotografía no es la película. Sentados en la mesa de un bar, cerrando los ojos frente a un  micrófono o un expediente hay muchos que creen que la vida ya pasó. Jua. Jua.
¡“Rompelo tano”! El grito salía de las primeras filas de lo que fuimos: fieles oyentes de una misa. Fui de los que le gritaba a un bandoneonista para que destrozase su instrumento. Estábamos perdidos en la exaltación. El instrumentista sonreía. Halagos. No eran ciegas instrucciones a cumplir. Nosotros estábamos afiebrados. Sonreir  ante el recuerdo (ahora) es parte de lo natural: el crecimiento. Indulgencia para el que vivía con los ojos cerrados. Certeza que abrirlos es triste pero necesario.

Un conocido de un conocido de un amigo es un enamorado de los Beatles. Todos los discos. Abruma. Asusta. Todas las fechas, todas las bateas, todas las versiones. Conocidas, piratas, extrañas. La respiración del dueño del pubs donde por primera vez y Alemania y etc. Etc. Etc. Discute hasta la exasperación sobre la fritura del vinilo al que considera mejor que el estilete del cidí. Púa de diamante contra rayo láser. Queda paralizado. El mundo se detiene en un instante. No sale ni con una ayudita de sus amigos. A los que siguen con los ojos cerrados una foto o un afiche es lo mismo que una estampita y San Cayetano con  la espiga de trigo tras la puerta. No hay explicación. Nunca la habrá

La fritura de los discos y las guitarritas de lata  no intimidan a los enamorados de Gardel. Carlitos. El bronce que sonríe. El que cada día canta mejor. El mudo. En junio de 1935 el mundo se detuvo. El perrito de la RCA enjuga un lagrimón desde entonces. Contra la vieja pared del arrabal los recuerdos pasan y sostienen: es cruel este silencio que nos hace tanto mal. Solución clásica: a la fonola otra vez y a los chirridos. No habrá ninguno igual, no habrá ninguno. Los nietos no entienden a los abuelos encerrados en el recuerdo de alguien que en el 1935 desapareció. Esos nietos tendrán sus propios vericuetos y guardarán en su memoria algo especial. Ojalá. Y el deseo completo: lo tengan y lo suelten.


No es fácil charlar con  el yeso de quienes se “estatuaron” (neologismo para mencionar a quienes ya no se mueven de una posición chiquita, no mármol no bronce: yeso) y decidieron quedarse en el camino, como estatuas, bustos de yeso. Cómo decirles del diferente costo de la vida, de las enfermedades individuales y las sociales, la injusticia social, las mentiras contadas por tevé, los negocios con chuna (de China), de India, los precios de las materias primas alterando los términos del intercambio, del dólar, el euro, la soja la coca y la cocaína, el Codigo Narco y los narco negocios y Aníbal Fernández y del precio testigo del Big Mac, que los comedores chatarras en Argentina ocultan porque el país es más caro que el mundo, aún para la hamburguesa prefabricada.
Si fuese fácil subiría al “yutube” a don Osvaldo con la versión de “La Mariposa” que yo escuché una  noche. Eh.

Haría una animación computada del perrito de RCA Víctor llorando por Charles Romualdo Gardés, el hijo de doña Berta, paz descanse. Eh.
Qué sentido tendría, como protesta, charlar en la cama con John y Yoko Ono. Pero lo haría  Eh.

Preguntas con respuestas conocidas, que nadie menciona.
El amor es exagerado. La pasión es absoluta. Nadie, que no esté muriéndose de amor, se asoma al borde del volcán Krakatoa. Contigo pan y cebolla. Si. Ja.
Debe, quien dirige a los demás, estar enamorada/o. Eh. Si. Puede. Vivir y morir de amor. Si. Recontra si. Que puede, caramba. Evita estaba enamorada de su lucha pasional por los más humildes. La madre Teresa de Calcuta libera de texto esta opinión. Ayer y hoy. Se puede.

La pasión impone ciertas condiciones que el apasionado ni siquiera repara que su fiebre le exige. Dedicación exclusiva. No hay enamorados que no sean “full time”. Hoy si, mañana no lo se. No. No es así. La pasión pide dedicación exclusiva y la consigue, por eso es pasión. De allí el dicho popular:” mandarse la pasión”. Mandarse la pasión es mentir. Dolores Ibarruri fue una brasita encendida. Ernesto Guevara otra. Aclaración. La honestidad no significa justicia, equilibrio o verdad,
El amor por Pugliese excluye el raciocinio. Creer que la vida comienza y termina en una canción de los escarabajos de Liverpol no está mal o bien, pero no incluye el manejo extraviado en las autopistas mientras suena “let it be”. Cada día hay menos peregrinos a Medellín.

La canción es un mundo cada día más abierto al misterio. El manejo de las cosas públicas quita pasión y pone entendederas. Neuronas. Consejeros y lo suyo: consejos.
Vivir pasionalmente, con cargo por los deberes, es el destino que se pide para el presidente, los gobernadores y los intendentes. Es el mandato que recibieron. Y que sepan de qué se trata. Fanáticos  sin ilustración no, porque hacen daño.

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