Google+ Raúl Acosta: Perrera #AntesQueMeOlvide

miércoles, 24 de mayo de 2017

Perrera #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital


Hay que esquivar el título de Vargas Llosa, en rigor un  libro muy bueno:”La ciudad y los perros”. Esquivar la crítica literaria y dedicarse, al menos en esta nota, al recordatorio de otras infancias y, acaso, otras ciudades, pueblos, puestos de estancia: otros sitios.
  
En otros sitios y en otros tiempos los perros estaban a nuestro lado, pero de un modo diferente. El patio era el sitio de los perros, en plural porque solían ser varios. El patio y la calle.

La puerta que daba a la calle no se cerraba, eso cuando había puerta. Los perros entraban y salían, eran parte de un paisaje o mejor, de un eco sistema urbano en el que estaban incluídos.

Los perros comían lo que sobraba, no eran años ni sitios de comidas especiales para perros ni dietas balanceadas. Honestidad brutal. No sobraba mucha comida. El perro del carnicero tal vez.

Los perros tenían un  sitio: la cucha. Allí dormían. Cada cosa en su sitio. Los perros en la cucha.

Aquellos años, mas simples y mas duros, tenían lo suyo. Pelearse como perro y gato. Tener la vida de un perro. Solo como un perro. Un trato peor que a un perro. Y, paralelamente, el perro es el mejor amigo del hombre; cuando mas trato a los hombres mas quiero a mi perro. Fiel como un  perro.

Un poema gauchesco, cuyo nombre se me escapa, hablaba de un perro tan fiel que, sintiéndose atacado por “ la rabia”, iba a clavarse al cuchillo del amo para no atacar la familia. La rabia, en rigor una enfermedad virósica letal, tiene sus vacunas y su síntoma externo: hidrofobia. No hay, hace años, en Argentina, porque la prevención logró quitarla del nomenclador de las pestes urbanas.

Un día desapareció el collar de marlos quemados que curaba el moquillo. Estamos en años de “parvovirus”. Otro país.

El Martín Fierro habla de los perros cimarrones, peligrosos por su ferocidad y cualquiera sabe que aún existen jaurías de perros hambrientos en algunos campos.

Hoy el alimento balanceado destaca, por su existencia, dos cuestiones novedosas. El perro es un producto diferente y mas cuidado en la civilización del siglo XXI. El hombre (dicho como un genérico) convive mas con su soledad y el perro tiene un destino de hermano solidario.
  
Ha desaparecido una palabra: perrera. Los de “La perrera”. Se sustantivaba a quienes cazaban a perros sueltos y sin vacunar. La jaula, el carro, el camión de “la perrera”, el sitio donde los retenían hasta que los buscaba el dueño, los reinsertaban o algo peor, mucho peor. Ha desaparecido una palabra que era mas que eso. Ahora las cosas son mas claras. Como suele suceder, el problema no estaba en la palabra.

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