A veces es necesario pellizcarse para saber que uno está vivo y no ha entrado en el terreno de las pesadillas y alucinaciones. Ni un fuerte pellizco logra desentumecer el músculo. Vivimos dentro de un sueño que Shakespeare refiriera a la locura y Calderón a la decisión absoluta que la vida es eso. Un sueño desorbitado. Argentina la sueñan los locos y vivir es dormitar alucinando.
Cristina, la última /única princesa argentina de la monarquía que nos gobernara, es una delincuente. Tengo de ello la íntima convicción y es sencillo entender que, si tenía 6 pesos cuando empezó a trabajar “full time” para el Estado, es decir para el pueblo, y hoy tiene 6.000 pesos esa progresión de sus riquezas está definitivamente ligada al robo y la corrupción. Una delincuente. Punto. Ni le quita ni le pone al sueño de muchos que la apoyan, la acompañan y, si ella lo pide, la votarán.
Los que son sus fieles súbditos no necesitan acusarla de nada porque el cariño libera culpas y quita acusaciones. Se quiere y listo. El asunto es para quienes no son sus fieles ni duermen dentro de esa carpa. El asunto (la visible contradicción) es para quienes han desarrollado todas las cuestiones referidas al pensamiento, la evolución, la economía, el tanto tengo y tanto gasto, las reservas, la panza llena y el corazón contento… y sin embargo le sonríen y le dicen si Kristina.
En buena lengua romance. El pensamiento científico sobre la economía da una resultante. Las decisiones políticas suelen contradecirla. La vida es el bolsillo y la dependencia del dinero o lo que se quiera usar para trocar necesidades básicas por sudores canjeables.
El mundo, en el Siglo XXI, acepta que la mitad de sus habitantes no tendrá trabajo en el 2025, que la comida existe y el confort también y que, de algún modo, hay que asegurarlo, porque todos saben que existe, que es posible una vida mejor.
Una mujer olvidadiza de sus acciones, a las que negó tres veces, plantada en mitad de un escenario 360, como pastora de sus rebaños, trayendo los fieles desgraciados a una corte de los milagros perdidos, subyuga a los suyos, que por algo son fieles creyentes, pero también despanzurra cualquier otra expresión de la derecha popular. Nada queda en pié, racionalmente hablando, en el espacio popular, si ella habla y llora, se enoja, vitupera, condena, besa y lagrimea.
Convengamos. Randazzo es un alfeñique. El otro intendente una mala aparición de los actores de reparto.
Sergio Massa dependerá mas de Clarín y los programas ad hoc a su caja y su proyecto para mostrar existencia real (sus votos provienen de una exposición mediática que lo hace dependiente de las chequeras y pactos y el entramado donde está sujeto)
La izquierda sigue con su genética de galaxia en expansión armando mini planetas de una constelación de cuentapropistas del marxismo, el trotskismo y finalmente el sueldo, la dieta y los viáticos. La izquierda está viciada de nulidad y deberíamos pensar si no proviene de esa mutilación uno de los males argentinos ¿Qué se puede armar, del centro hacia la izquierda, como proyecto de bienestar, crecimiento, solidaridad, reparto equitativo, con rapaces asesinos del proyecto común, preocupados en cobrar su sueldo y trascender con los hijos y sobrinos, los empleados de su revolución individual. La miseria de la centro izquierda argentina es uno de los problemas. Cuervos y analistas de ocasión terminaron por resignar principios por billeteras, escaños, posibilidades de existencia. Puaj. La izquierda unida es el peor insulto a los dirigentes… de izquierda
El radicalismo demuestra su grado de violador y asesino serial, oculto en diversos antifaces que concluyen en lo mismo. No tenemos un jefe único, solidario, trascendente, los perdimos a todos hace un tiempo, pero servimos para la mentira territorial; nosotros violamos los pactos, fornicamos, sodomizamos a los nuestros pero, desde 1880/90 estamos vivos, entramos en el tercer siglo. Nos necesitan, parecemos serviles pero terminamos como dijimos, como violadores seriales de cualquier rasgo, rango, rapto de honestidad intelectual. El radicalismo es el mayordomo que, en la película argentina, termina matando el futuro.
Mucho de cuanto sucede en el territorio deviene de estos traidores contumaces, los verdaderos dueños de la burocracia. En diversos sitios (España, Italia) las burocracias salvan a los gobiernos, porque funcionan mientras los parlamentos pactan nombres pero las leyes se cumplen y los servicios se mantienen. Nuestra burocracia legisla sobre si misma y se perpetúa. Es nociva.
La princesa, pastora de sus fieles y de su corte del fin de los milagros, dijo lo suyo y no importa una candidatura, importa una jefatura. Ella es la jefa. A la burocracia como partido, como enfermedad le sirve la princesa.
Enfrente todo parece mas milagroso, si cabe. Sin posibilidades de elaborar un discurso, con pocas cuestiones económicas resueltas, con diferencias profundas entre discurso, información y ejecución, se yergue Mauricio Macri.
Macri no tiene partido ni siquiera un bloque de ideas sólidas, concurrentes. Tiene, eso si, una vida diferente a la de la princesa y, también, diferente a la de muchos de sus aliados. Esos radicales fornicadores de distracciones, esos cuentapropistas de la centro derecha no son de su vida. Mauricio Macri gobierna según vive y esa, su vida de empresario exitoso, es su único programa verdadero.
Si alguien quisiese, en serio, pero para que, si alguien quisiese definir la filosofía política de quien nos gobiernas debería entender al empresariado corrupto, crecido bajo el sol que calienta desde el estado, que mira al mundo con cierto desparpajo, sabe idiomas y destinos pero claramente entiende que, con las leyes de ése mundo, no tendría destino ni su empresa ni su familia. Acabemos con los eufemismos. La mala traducción de una princesa soberbia, que creía en el zapatito de cristal, trajo a Mauricio al poder.
Ningún empresario argentino puede vivir con una ganancia del 5% anual por 30 años. Especular y mentir si. Planificar no. Rentas sobre el Estado si, eso si.
Ningún operario /obrero/dirigente gremial, burócrata sindical argentino admite que las leyes que rigen el mercado de trabajo son unas y las que traducen la solidaridad social a expensas del capital y cuidado: pactadas con el capital, que eso es el peronismo, son otras. Hoy se necesita esa esclarecida diferencia.
A horcajadas de este destino el 20 de junio volvió la Jefa Espiritual. Quiere ser Evita, no puede ser Perón. No vuelve descarnada después de 18 años de destierro, ni tiene su formación militar ni sus lecturas y esta es otra coyuntura histórica. Es, sin embargo, la jefa.
Ese mismo 20 de junio Mauricio visitaba a una cuenta propista rosarigasina y se fotografiaba en el Monumento a la Bandera que una empresa familiar (suya) está refaccionando. En 45 minutos llegó, saludó y se fue.
Hay un punto en común. El escenario circular. La fotografía con alguien (el uno por uno que las redes consagraron como arma, vehículo del mensaje) y la absoluta ignorancia de lo que pasa, de lo que ocurre, de lo que inevitablemente sucede: la Tercera Revolución Industrial. El mundo como distrito. La Renta Básica universal. El porvenir, no el ayer, el porvenir. Se insiste: Argentina la sueñan los locos y vivir es dormitar alucinando.
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