Google+ Raúl Acosta: Encuestas

viernes, 21 de julio de 2017

Encuestas

Las encuestas son la glorificación de lo probable. Con las encuestas se elige la foto y no la película y con ellas, hoy, se manipula la duda y la debilidad. Todos queremos a las encuestas.


Quien tenga el alma floja estará influenciado por las encuestas, que ya no son un valor numérico, relativo y circunstancial, sobre un punto específico de las dos coordenadas vitales (espacio y tiempo) sino una herramienta de transvaloración, engaño, superchería y manipulación para torcer los datos que (ahí está el punto) pertenecen a la información de campo, real y constatable, sobre la que se trabaja tendencias y constantes de la sociedad. Todos queremos a las encuestas.


Las encuestas sobre un universo probable de bebedores de champagne son una cosa, sobre los que dentro de tres meses largos (si, cien días hasta octubre) votarán a Juan, Perico o Andrés son otra cosa. En realidad es eso: la cosificación, la alteración, la tendenciosa y planificada estrategia: logremos que nos voten. 


El bebedor de champagne tiene dos posibilidades. Tiene o no tiene champagne pero es eso: bebedor de champagne. Las encuestas comerciales sobre potenciales clientes tienen un sentido estratégico: buscan clientes, amansan clientes, inducen clientes. Estudian el mercado con un fin. Todos sabemos que es para que mas personas beban champagne. Las encuestas sobre políticos y sus posibilidades, difundidas a mansalva, esto es: salvajemente, para reconducir el pensamiento reflejo de la sociedad son tanto mas impunes y crueles porque no es para posibles bebedores de champagne, es sobre quienes conducirán los dineros, destinos, policías remedios, escuelas, y presupuestos municipales, provinciales y nacionales. No es una copa de champagne. Es el destino popular. Todos queremos las encuestas.


En el final de la década del ’80, primeros años del ’90, encargué una encuesta (era tan joven el encuestador y su equipo) para conocer los estragos de las acciones del “trucha” Vanrell sobre el peronismo. Agregué preguntas posibles sobre personajes conocidos. A quien quiere y a quien no quiere. A quien conoce.


Un conductor de televisión de programas del mediodía, cordobés afincado en Rosario, Julio César Orselli, apareció con 100 en “grado de conocimiento” y 97% de lo quiero y le creo.


En el programa decía: ahora los datos del tiempo… y aparecía el parte meteorológico. Ahora el doctor Martínez Raymonda… y aparecía un personaje que podía ser nefasto, pero que no lo contaminaba.


Puestos a estudiar el caso con sociólogos, aquellos sociólogos y politólogos de entonces, que no omitían partes de la realidad para volverse facciosos, como los interpretadores actuales, sino que tenían ideas y según ellas juzgaban todos los datos (todos) y con ellos llegamos a una conclusión. Su mensaje es honesto porque es fácilmente comprobable. Lo que anuncia sucede. El grado (su grado) de credibilidad no se altera por los hechos porque él anuncia y uno, receptor, advierte que los anuncios son ciertos. No vaticina el tiempo, no habla de democracia. Anuncia que otros lo harán y eso sucede.


La credibilidad podía, debía ser trasladada al votante por un intermediario que tuviese ése grado de imantación, de confianza. No quiso ser candidato. La sociedad entera probó, en diversos sitios, con otros que partían del mismo punto: credibilidad. Confianza. No arreglaban la realidad, ni siquiera la criticaban. Sólo tenían un alto grado de credibilidad por todos los hechos anteriores. Músicos. Corredores. Cómicos. Periodistas. Todo es igual, nada es mejor.


Una encuesta nos dio el punto de partida. No es lo que sucede hoy, que se intenta forzar una realidad a medida de los intereses previos a los datos y contra datos que, en la mayoría de los casos, no concuerdan con los deseos. 


Hay un íntimo trabajo con las encuestas. Con lo mas rápido y eficiente, los focus group, conj lo mas decantado en trabajos de campo.  Después la inficción. Hoy las encuestas confirman deseos e intenciones, de ningún modo el perfil de lo que verdaderamente sucede en ese instante en esa sociedad. Todos queremos las encuestas.


Si hay 100 respuestas en twt diciendo que fulanito es bueno no es mas que eso: el universo tuitero tiene  ése número. Cuantos son sobre la población posible. Con que perfil económico, social. En que sitio, divididos en que grupos etáreos.


El mas importante diario en español, de tendencia socialista y empresaria (El País, Grupo PRISA y Telefónica) solía poner al pie de sus consultas entre lectores una frase que cito de memoria: “Esta encuesta no tiene rigor científico y está realizada sobre los lectores que voluntariamente han querido contestar sobre este tema”. Ja. Y todavía no existían los paquetes de tuiteros (trols) a favor de CFK, de MM y del FPCyS. Todo medio, todo programa que promocione y/o fabrique una encuesta debe atenerse a esta fórmula. El resto es chamuyo y “frastraslafra”. No hay encuestas ciertas entre los ue de ése modo trafican sus servicios. Mucho menos los aventureros que desde un programa sostienen, por caso,  que Riquelme debe volver a jugar, para citar un ejemplo maldito y sin consecuencias


Dicho todo lo que se ha dicho paso a opinar como encuestólogo, que no lo soy.  En la provincia de Santa Fe tengo estos datos, producto de mi imaginación sin teléfono fijo, celular, la calle y los shoppings. Nada. Solo intuición. Todos queremos a las encuestas.


Agustín Rossi hace años que dice: “una interna no me la van a ganar”. No le importa otra cosa que la supervivencia. Va por ella. Le ganará (según el hoy de julio) dos a uno o tres a uno a la ex jueza Rodenas por algo elemental. Es Rossi quien está cerca de CFK, no la Rodenas. Y si, por casualidad, la Rodenas se le acerca en las PASO salvará su vida pero no traerá mas votos al “pejota”. Los perucas antiK nunca votarán K. Y la compañera CFK tiene el 20 / 25% de los votos del sur y centro santafesino, donde hay habitantes y arrabales maltratados.


Macri tiene el 30% de los votos posibles en la provincia. Albor Cantard no le suma ni uno. Tampoco le quita. La Carrió puede ayudar demoliendo hoteles, pero sus excesos pueden ser nocivos. El peligro es que su propuesta es muy porteña. Yo, de estar fuera, explotaría el patrioterismo santafesino y rosarigasino. MM tiene el 30% de los votos. Si no chocan la calesita…


Cantard 3 % y Contigiani 6%, esos son los números de los dos primeros de las listas de Cambiemos y FPCyS. Cantard es Macri y Contigiani es la cara de Lifschitz, pese a que Contigiani no es socialista ni “Lifschitzta”, la cara del gobernador que asoma salvando el yerro de Antonio Bonfatti. Corrijamos el gerundio. Intentando. Todo cuanto sume el socialismo y los restos humeantes del radicalismo territorial se deberá al gobernador. Lifschitz tiene 45% de positivo. Esa factura es suya y no hay adicionista, en el partido de la rosa que sume y cierre la mesa el 24 de octubre al mediodía, cuando todo sea mas difícil. ¿Que harán, dirán “vieron, teníamos razón…?


El sector de Sergio Massa no tiene votos por estos pagos. No tiene porcentajes importantes. Son todos reflejos de las actuaciones mediáticas del hombre que buscó un purificador de ambientes. Llevó a Margarita Stolbizer a su mansión en El Tigre. Ella es una radical que purifica y no trae votos. Es una buena espalda. Ejem. Con /por  Stolbizer se irían muchos votos peronistas. Esa es la pulseada de Masa. Contener. Convencer. Proteger su territorio. Hoy el FR, en la provincia de Santa Fe, es menos del 3% de Cantard. Giuliano, candidato a Diputado Nacional no tiene existencia fuera de Rosario, donde sumaría el 9%. Esto es: no existe. Grandinetti, actual diputado nacional, sale en la foto pero es eso: una foto en un cartel. Además convengamos: Massa en el 2017,  juega solo en provincia de Buenos Aires. No cruzará Arroyo del Medio ni por un asado con cueros. Allí está su destino que, hoy por hoy, la polarización complica bastante. Debe cuidar su destino. Todo se entiende. Un día perdido en Rosario no le suma votos en provincia de Buenos Aires.


Las encuestas, las verdaderas encuestas no es conveniente que las sepamos. Todos queremos a las encuestas. Nos gusta mucho el champagne.

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