Vistas las columnas dominicales de las últimas semanas y leídos los libros de análisis mas importantes aparecidos en estos dos meses (“Los Monos” y “Salvo que me muera antes”, de la dupla Germán de los Santos y Hernán Lascano el primero, de Ceferino Reato el segundo) algunas cosas están a la vista, tan visibles que rechazan al texto de “El Principito”: lo esencial está muy visible a los ojos. Muy, pero muy visible.
El manejo feudal de NK y la parodia de sus tres velatorios, con mas el reparto de poder y la resignación a que los negocios no fuesen resueltos de otro modo pero cuidado, la tremenda certificación que existían dejan claro, después de la lectura del libro de Reato, que una banda delictual a cargo del poder formal puede ser capaz de multiplicar el daño casi al infinito. Es ese infinito el que aparece como una angustia. Eso votamos, eso queremos. Caramba. Eso somos. Si no están presos podemos votarlos. Y si están presos también. Verdaderamente angustia.
Rosario como escenografía y personaje omnipresente. Es incómodo, como toda realidad. El libro sobre la banda “Los Monos” es fácil explicarlo (en su tremenda vigencia) con otro libro que siempre se creyó infantil pero que de infantil nunca tuvo nada. Los Monos, el libro con dos autores rosarigasinos por trabajo y por supervivencia, es “El otro lado del espejo y lo que Alicia encontró allí”, de Lewis Carrol. A poco que se lo lee se ve el entramado de la sociedad y todo, pero todo, desde el lado de allá de la sociedad. Mas claro: de este lado vivíamos, en aparente discusión y diferencia con los que estaban fuera de la ley, del otro lado del espejo. Las conexiones son tantas que el total semeja un hormiguero. Demasiadas laboriosas hormiguitas “legales y civilizadas” para esas múltiples cuevas que aún no han sido puestas en superficie. Alicia viaja sorprendida por un mundo con las cosas casi, casi como de este lado. Pero no. Con el libro los monos un fenómeno de “ajenidad”. Asumimos que el libro es no ficción, pero lo creemos un cuento.
En eso también se parecen los libros mencionados. Ni se ha terminado de contar el dinero robado, porque ni siquiera se reconoce que el Estado ha sido parte de una banda de ladrones; como aún no se quiere entender que la droga iba y venía por las calles de la ciudad con mas facilidad que el delivery de pizzas los sábados a la noche. Y que había un Estado. Corrección, tengo la íntima convicción que aún hoy la droga va y viene. También que la corrupción subsiste. Allá y acá. En los dos libros hay datos frescos.
Fue tremenda aquella confesión
En el mundo de Mario Puzo (El Padrino) está todo. Aún los consejeros y, si se permite, las familias enemigas y las sucesiones. Toda vez que se recuerda que CFK ubicó a Duhalde en esa saga fílmica, como el que manejaba las mafias, cada uno de nosotros debe preguntarle a su siquiatra de cabecera si no fue el fallido mas importante de la historia de ese grupo familiar. Y si otros grupos familiares (ejem) no deben mirar para otro lado y pedir que cambien de canal cuando se mencionan estos temas.
Un economista, cualquier consultor junior podrá decir, cuando se lo pregunten, qué cosas se pueden hacer con un “flujo de caja” de 40 a 50 mil dólares diarios en una región como la Región Rosario. Ése es el dinero que movían y mueven Los Monos, sus albaceas testamentarios, sus sucesores y los que pelean (a muerte ¿se entiende?) el espacio liberado de la clandestinidad. Mucho se puede hacer con tanto dinero si no hay conciencias refractarias.
Donde el economista no tendrá respuestas es cuando se refieran al blanqueo. La diferencia, la mayor diferencia entre uno y otro caso es que el grupo que manejaba (¿maneja?) la droga en la Región Rosario nunca pensó en cruzar el umbral de las inversiones inmobiliarias, bancarias, empresariales. Dinero negro que queda en negro no posee huellas fáciles en el sistema legal. Ese ha sido y tal vez lo sea, el “poderoso poder” del grupo que manejaba (es un decir) la droga en Rosario.
Es peligroso no aprender la lección
Si este punto, que afecta a la inseguridad, al desequilibrio social no es puesto en foco por los analistas de campaña, creativos de campaña, asesores y encuestadores al uso (y abuso) debe inferirse que se está en una etapa pre competitiva o peor, regalando el siglo XXI a quienes han tenido en claro esta situación y se aprovechan de la misma.
La inseguridad, el miedo, la incomodidad, la incertidumbre diaria no ha sido resuelta y peor: no ha sido consolada. No se consuela a la víctima. Nos debemos al menos eso. El empleo, la crisis del empleo es mundial y afectará, ya afecta a la Argentina. No ha sido tomada como problema. Hay ilusos en todas partes. Aquí muchos. Aún no se cree que toque a estas puertas. La unificación del discurso por parte de quienes si han entendido el modo de comunicación del siglo XXI es visible. Muy visible. Acaso por lo contrastante con quienes creen que el asunto es de tiza y carbón… para la revolución.
Los discursos por medios clásicos y alternativos, el uso intensivo de los mismos, es parte de una estrategia de poder y no entenderla lleva a perder el poder. Parece raro consultar al médico, llamar al especialista y terminar con un té con limón como remedio a todos los males. Médicos, no curanderos. Mas raro es no advertir que se está enfermo y seguir jugando a la pelota en la calle. Algunos colegas describen esto, otros ni lo advierten. No está allí el problema. El verdadero problema es el de los actores políticos que ofician de colegas y nos cuentan, ellos, del problema y sus vaivenes. Como periodistas llegan tarde, ya estamos trabajando en eso. Como responsables poco que comentar sobre este asunto. “Argentinos, a las cosas”. Ortega y Gasset.
La realidad que no se mira
Mirar por el espejo retrovisor es aplicado para mirar lo que importa del ayer, del atrás, para después atender a la ruta. Al presente. Al porvenir. Hay dos anécdotas, que no están desprendidas de la verdadera crisis. Preguntado un jefe de un pueblo cualquiera sobre la decisión de un armado de listas partidarias su respuesta define: …”¿ y a quien íbamos a poner…?”. Preguntado un analista cercano a quienes gobiernan el país sobre enfoques de discurso fue muy claro: …”el 67% de los argentinos cree que es clase media”. Debe incluirse esa creencia. En ambas respuestas está el eje del porvenir.
En el primer caso una intuición, un capricho, una resolución casera para temas que, de ningún modo, aceptan tal ejecución, no en este siglo, no esta vez. En la segunda respuesta el porqué de los mensajes. No importa quien lo dice sino que dice y a quien lo dirige. Y eso, todo eso, es fruto del trabajo de campo.
Líderes que no miraron el espejo retrovisor para acomodar el ayer y enfocarse en el camino sino para castigar el pasado, a sus amigos y/o enemigos del pasado. Otros que no leyeron la realidad. Un grupo muy grande de políticos que no creen, aún no creen en las ciencias sociales y sus herramientas para analizar la realidad y quieren que esta, la realidad y sus analistas (a quienes pagan fortunas) les digan lo que quieren oir. “Espejito, espejito…”
Cuando uno de estos consultores cada quince días llega al pago donde lo llamaron y cobra una buena cantidad de dinero tiene que tener mucha templanza para advertirle, a quien lo contrata, que no están tocando bien los violinistas y que esa no es la partitura. En Argentina hay una tradición inmensa de matar al mensajero. Ja. A veces perdonan a los chantas.
En los proyectos serios los consultores están durante todo el tiempo (full time sería el modo) analizando conductas y comportamientos sociales porque lo que hoy es bueno ayer no lo era y mañana quien sabe. De esto se trata. No hay una sola lección, hay un aprendizaje permanente y una certeza. Sin estudio no hay ruta, no hay camino, no hay vehículo y son inútiles los espejos retrovisores en las carretillas. A veces parecería que ni eso se sabe. Tampoco leyeron al escritor ruso que aconsejaba: pinta una aldea para pintar el mundo. Demos vuelta este asunto. El mundo cree en la investigación científica. Estamos en el mundo. Pintemos.
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