Google+ Raúl Acosta: Zurdos #AntesQueMeOlvide

sábado, 2 de septiembre de 2017

Zurdos #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

El tema de los que manejan la mano izquierda como diestra y la derecha como siniestra tiene lo suyo. Primero lo primero: si le decimos siniestra es que suponemos, por derechos adquiridos, que la mano izquierda es siniestra porque, esto está muy escrito pero insistimos en recordarlo, lo siniestro, oscuro es del infierno y los zurdos, se insistía, eran agentes de Lucifer, Belcebú y diferentes nombres del rey del Averno.

En todas las familias hay un zurdo, varios zurdos. Hay una proporción que ahora crece porque no se prohíbe tanto, no definitivamente liberado el asunto, pero ya no está tan prohibido  rascarse con la mano izquierda, pintar, jugar al fútbol y tocar la guitarra.

Atahualpa era zurdo y la crianza de un hijo a quien le regalé una guitarra a sus siete años llevó a que pidiese que eso, que la guitarra la encordasen al revés.

Mi padre, con una primera crianza en el San José, pupilo allá en los primeros años del siglo XX, comía con los cubiertos como un derecho y firmaba del mismo modo, pero el resto de sus tareas se correspondían con la habilidad de la zurda. Los curas, aquellos curas, de estos nada conozco,  impedían la izquierda como mano hábil porque era, se insiste, aceptar que el infierno estaba escribiendo por esa mano.

Tampoco sé las razones, pero dos hijos zurdos certifican un modo diferente de sentarse frente a la mesa, acomodar los cubiertos y vigilar la escritura que, maldición de los puños, ensuciaba guardapolvos, camisas y suéteres cuando era la tinta el eje de la enseñanza.

No tengo tan seguro el concepto sobre el fin del tintero. No aprecio si su muerte fue beneficiosa. La portera cargaba los lunes esos tinteros como sombreros al revés, de loza blanca, que encajaban en el agujero del banco (diga pupitre) y donde había que meter la pluma cucharita. O la de dibujo y caligrafía, que era una especie de pluma doble con la punta chata. Rarísima. Muy poco manejable para los desamparados de habilidades, que éramos / somos / seremos muchos.
  
La tinta obligaba a otra pulcritud que los zurdos podían, como no, pero si doblaban la mano así y así se ensuciaba todo. Hay cosas que parecen resueltas para una cantidad limitada de gente, no para todas. Las lapiceras, las lapiceras con la carga con émbolos o bolsas de goma internas eran un problema que el cartucho resolvió. La definición de la tinta en la puntera de artefactos cada vez mas sofisticados eliminó este lío y repito: no se si para bien.

Levantan distinto a los hijos, acomodan distinto el asado en la parrilla y manejan distinto la palanca de cambios. Es poco para tantos líos como les ofertaban. El cariño es ambidiestro.
  
A los zurdos los salvó la ciencia y técnica. Ya se sabe que eso de ubicar el diablo a la siniestra es un resto de oscurantismo a usar en la literatura. Que todos conocemos a zurdos y derechos que hicieron cosas buenas. También de las otras. Sin distinción de raza, credo, religión o zurdería.

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