Google+ Raúl Acosta: Humito #AntesQueMeOlvide

martes, 10 de julio de 2018

Humito #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 10 de Julio


El humito, ése diminutivo de humo  refiere, en todos los casos, al afecto, a lo poco pero valioso. El poeta dice …”humito de mi cigarro”. Humito de mi cigarro ni que de adentro salieras. Parece que te llevaras por los aires mis ideas 
Conocí, en Paraná, Entre Ríos, una zona pobrísima, nada en la nada, allá en el fin del siglo XX. Barrio “el humito”. La gente sabía que ese mínimo humo de la quema, de algo que no llegaba a ser llama, identificaba el basural clandestino, un poco alejado de “el Antoñico” un riacho con pretensiones de mar y corazón generoso. 
No hay civilización lejos del agua. No hay vida lejos del fuego. En “el humito”, además de convivir con la nada y tras la nada la basura, deshecho de los otros barrios, se oían “chamameses” y se preparaban tortas fritas para vender, para ganar algo. Agua, sal, harina, grasa y fuego. Si eso no era la vida, si eso no es la vida…. La vida donde está. 
En una novela, de aquellas que leí para meter en la memoria y olvidar el día, una anciana iba, desde los escombros de una parte de la ciudad, hasta los escombros de otro sitio de la ciudad bombardeada, abandonada, destripada y camino al invierno europeo. Llevaba una pequeña cazuela de donde salía un humito. Tengo dentro de los ojos la imagen que relataba el autor. Como si la hubiese vivido. Llevaba el fuego. Una brasa. Después aparecerían maderitas, una mínima olla, una comida caliente. Ese humito es la esperanza que la narración pone en la crudeza de una guerra donde nadie ganaba, como hoy, donde nadie gana. Aunque no se. No se. Aquellas guerras eran con hombres contra hombres. Totalmente desquiciado. Hoy son algoritmos contra virus y genética contra robótica. El poder es diferente. 
En la madrugada, como dice la poesía de Risso y Yupanqui, el humito le pone ideas en el aire, ideas que no quiere ni pensar. 
Ha pasado ya la época de los avisos de cigarrillos en los que la hombría (excepto Virginia Slim, has recorrido un largo camino, muchacha) estaba en fumar, un rostro tostado, un perfil sugerente, vendedor. 
El tabaco provoca cáncer siempre. Es un vicio. Una adicción mortal, muy persistente, permitida porque paga impuestos. Muchos. Acaso los impuestos sean la salida verdadera para todos los vicios. Morite, pero paga tu parte para planes de salud. 
Este vicio, el de fumar, dicen que contiene varios subvicios mas, por encima del núcleo que en la cabeza ordena dale y dale que fumar te mata y a vos no te importa, dale, dale… Una actitud loca era aquella nuestra (hablo desde la nicotina, no desde la pureza) encender un cigarrillo con la brasa de otro cigarrillo. Ni un fósforo entre una dosis y otra. 
Uno de los subvicios es ver el humo dispersándose. Gente que no puede fumar en la oscuridad, excepto cuando la falta de nicotina reclama su cuota.
Otro el de fumar en sociedad. El del cigarrillo después del café. O después del amor. 
Tengo para mi que la mejor alegoría es aquella del barrio que conocí. Donde faltaba todo pero el indicador, puesto despectivamente, era el orgullo: Barrio el Humito.
Los he visto en Rosagasario crecer, con otros nombres pero igual característica. Una mínima llamita que solo puede atribuirse a la esperanza. El humito es eso.

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