Google+ Raúl Acosta: Serrat y Sabina

miércoles, 8 de febrero de 2012

Serrat y Sabina

Joan Manoel Serrat, catalán y Joaquín Sabina, español, de Madrid, antes de Úbeda, Jaen, siguieron caminos bien diversos.

Los primeros éxitos en español de Serrat aún retumban:”Tu nombre me sabe a hierba” y “Fiesta”. Antes de 1970 ya eran éxitos en el idioma que aceptó el catalán para que lo escuchen mas allá del puerto que lo tiñó.

Sabina demoró 10 años más en trascender, comenzar a trascender. Sobre 1978 puede mencionárselo en la canción. Militante. Tirabombas (literal). Otro camino.

Hay más rock tardío y transgresión en uno y más fijación por rescatar un pasado poético en el otro.

Javier Limón, guitarrrista, pero básicamente un fenomenal productor, es quien se encargó de procesar el nuevo material que los trae en una gira mundial.

Qué cosa une a Serrat y Sabina. Sobrevivir. Seguir en la canción. Ganar unos duros más. El éxito, una droga sin antídoto, plagada de contraindicaciones. También los guía continuar en los demás. Las razones externas pueden enumerarse. Una larga lista que siempre puede ampliarse. Las íntimas razones allá estarán, en sus corazones. Debemos tomar lo que se ve. Repiten. Vienen juntos. Y aceptaron que los produzca alguien que tiene medallas en el tema.

Para el mañana es importante “la juntada”. Ya una vez, para agasajar a Luis Eduardo Aute ambos, con otros tan valiosos como ellos, hicieron un disco homenaje. Otro si digo. La canción asimilando a Rafael con Peter Pan, hallazgo de Sabina en el “homenaje al niño” confirma que no hay desamor entre distintos. Bien distintos.

No resisto la tentación. Sabina y Serrat ejercitan a Raúl González Tuñón: “que todo en broma se toma, todo menos la canción”. Ambos tienen una profesión, una larga profesión que es un oficio. Cantar. Contar. Llueva, truene o esté nublado. No hay bromas con el oficio. Es la vida.

El trovador lleva sus trovas, para eso está. El dentista saca las muelas. El pintor de brocha gorda blanquea las paredes.

Pedirle precisiones, definiciones fuera de lo que es su oficio, que es su vida, es molestarlo, sacarlo de cauce, desmadrarlo, enajenarlo. Al pintor o al tenista.

Claro que todos, porque estamos incluídos, todos podemos opinar de muchas cosas. Claro. Pero en algún tema deberemos quedarnos más claros. Porque es el trabajo. Es la profesión. El oficio. Es la vida.

El jugador de fútbol debe hacerlo cada día mejor y no importará tanto sus amores con una niña o su opinión sobre algún político, aquel jabón o el mejor auto. Lo valioso es su oficio.

¿Y los políticos de profesión? Bueno. Igual. El bien común. El estado de bienestar. El cumplimiento de las leyes existentes. No traicionar el programa ofertado, las promesas realizadas. Las Leyes. El oficio. La palabra empeñada. Es la vida. La palabra es la vida.

Con los políticos como con los cantantes.. Sobrevivir. Seguir en la canción. Ganar unos duros más. El éxito, una droga sin antídoto, plagada de contraindicaciones. También los guía continuar en los demás. Las razones externas pueden enumerarse. Una larga lista que siempre puede ampliarse. Las razones íntimas allá estarán. Se puede citar más de uno que pertenece a la platilla oficial desde 1982. Sus razones tendrá.

“Y si a alguno no le alcanza con la razón de la realidad, que es la de los resultados, están también las razones de la legalidad y la legitimidad. Y esta Presidenta ha sido elegida por más del 54% de los argentinos (…). Los que piensen diferente, que tienen todo el derecho a hacerlo, los que creen que se deben hacer cosas diferentes desde la Presidencia , lo que tienen que hacer es participar en un partido político y si te votan hacés lo que a vos te parece ”. …

La presidenta explicó en un discurso suyo, hace poco, sus razones. El voto es, al cabo, para que, quien los consiga, haga aquello que le parezca. Lo da como consejo. Se lo dio Perón a los siete rebeldes. Mirándolos a la cara. Esa es una diferencia. Con las cámaras de televisión iluminándolos. Hubo secuelas muy trágicas. Aclaro: Perón les dijo que armen su partido, no dijo” si ganás hacé lo que a vos te parezca con el país…” Hay similitudes. No son iguales CFK y JP.

“Y con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas. Se despertó el bien y el mal la zorra pobre vuelve al portal, la zorra rica vuelve al rosal, y el avaro a las divisas”.

“Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta cuando el sol fue secando la ropa de la vieja Europa. No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió; mándame una postal de San Telmo, adiós cuídate ya sonó entre tú y yo el silbato del tren”.

Se acumulan las preguntas. ¿Podrán unirse partes en una resolución seria? Para salvar el país hacen falta que se unan ¿A quienes uniría con la señora Cristina?

Javier Limón, es evidente, encontró argumentos nuevos en los dos veteranos de mil batallas individuales. Después del primer acercamiento había que conseguir entusiasmo, argumentos, matices, sonidos comunes. Kunkel y Parrilli ¿ ocuparán el lugar de don Limón? ¿Diana Conti?. ¿Amado?

¿Quien compondría partes de un país? ¿No pertenecen al mismo país Cristina, Elisa, Eduardo, Mauricio, Hermes, Hugo? ¿No están cantando la misma canción nacional?

El país musical, por los temas comunes, unió a los dos viejos pájaros de avería. Pronto vendrán. Será Serrat quien cante: “Porque una casa sin ti es una embajada. El pasillo de un tren de madrugada. Un laberinto sin luz, ni vino tinto. Un velo de alquitrán en la mirada”. Y será Sabina y su bombín quien recite mirando a foro: “Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia. Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta”

A quien le entregará, qué dúo se armará, con quien cantará la señora Cristina el mejor poema: “… juro por estos santos evangelios (…) respetar y hacer respetar la constitución (…) y si así no lo hiciere… No. Ese no fue su juramento.

El madridista y el catalán vendrán, pero también se irán. No han decidido quedarse en nuestras pampas. Nos quieren pero “es solo un rato, nomás “. Pocos se quedan en estas pampas.

“Una embajada. Un laberinto sin luz, ni vino tinto. Boleto de ida y vuelta. Se despertó el bien y el mal. Vuelve el pobre a su pobreza…”

No tenemos ni las voces, ni los poemas, ni siquiera el productor eficaz. Igual: tenemos algo para copiar. El “cidí” basado en el espectáculo se llama “La orquesta del Titanic”. Menuda señal. Si al menos escuchásemos el “contrataque” de estos pájaros. Si al menos, pero ni eso. Aquí el slogan es nunca menos.


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