Una de las formas mas elementales de la ayuda y la solidaridad es la colecta. Desde la escuela primaria que estoy, estamos, participo y ayudo en colectas. La colecta es una de nuestras formas de abrazar al anónimo, al que le hace falta y es un hermano desconocido.
En todas estas cuestiones el diccionario define, pero no cuenta los latidos ni las esperanzas. “La palabra colecta se originó en el latín “collecta” término que significa “recoger” que se usa para nombrar las colaboraciones que se van recolectando a través de donativos, en valores materiales, en dinero, ropas, víveres, medicinas, etcétera, que se reciben de quien voluntariamente los entrega, con fines benéficos y solidarios”….
En las huelgas hubo siempre una colecta. En los viajes para ayudar el que no le alcanzaba la plata. En los accidentes, para ayudar a cubrir los sueldos que no cobraría.
El tango , en este caso una milonga, cuenta en trazos gruesos y humorísticos: “ a beneficio de un reo que se hallaba engayolao en Devoto y acusao por asuntos de choreo…” (José Alfredo Fernández y Juajn Carlos Caviello, letra y música, respectivamente) la versión de Jorge Vidal vuelve, en “Tortazos”, que así se denomina el tema satírico, algo cómico e irreverente porque es cierto, en muchos casos se usó para engaños.
Las colectas barriales nunca fueron ni engañosas ni pecaminosas y siempre fueron solidarias. La colecta es una forma cercana y popular del “todos juntos ahora”.
Una de las primeras en las que ayudé fue para un dispensario barrial. Juntábamos botellas y cartones y trapos. Para vender por kilos y cambiarlos por barbijos, alcohol, vendas y algodón. Todo un fin de semana. Ignoro cuanto colectamos, de eso se encargaban los muchachos mas grandes, en el café, pero fue mucha la gente y mucho el entusiasmo y creo que por allí va un caminito de la sociedad.
Era bueno sentirse parte. Todos un poco. No había, en ésa colecta ni cuestiones de política partidaria ni de rezos. Nada. Era una fe diferente. Fe en el de al lado. Una colecta es un modo de tirarse a la pileta sin pensar con quien se nada.
Recuerdo el entusiasmo mas fuerte que el cansancio, venciéndolo. Gente que ni sabía que vivía en el barrio y decía pibe, pasen con el camión aquí a la vuelta…
Alguien el lunes compraría y alguien después, sin nombre pero necesitado, cubriría su mínima herida con algodón y alcohol yodado. Eso era suficiente.
Recuerdo mi vieja, siempre tan reticente al café y esos muchachos que seguro te enseñaron a fumar, el tabaco es malo, bueno esta vez andá, esas cosas hacen falta…
Recuerdo mi viejo, que no ayudaba, desde el café con los otros veteranos vigilaba esas cosas de los muchachos que no están mal, eh, no están mal…
Han pasado años y cosas pero sigo creyendo que la colecta es el todos juntos ahora, que en el barrio se podía hacer y hacíamos y me digo si no será, ya mismo, el tiempo de una gran colecta. En este caso de ganas. Tal vez lo que haga falta son las ganas. Sinceramente no se cómo se ordenaría una colecta de ganas. No es lo mismo. Nosotros no somos los mismos. La necesidad de la colecta sigue intacta.