Google+ Raúl Acosta: La sensación es que se van

martes, 5 de noviembre de 2013

La sensación es que se van

La sensación es un argumento de esgrima política, la más difundida de las apelaciones se le imputa a Aníbal Fernández, intrépida espada del kirchnerismo. Provoca cada sensación el quilmeño.

La definición de la inseguridad (real) como una sensación personal, uno de sus aportes a la antología del disparate, logró difundirse. Varios gobernantes provinciales la han usado. Es cita bíblica para los jefes de policía.

La inflación se incorporó rápidamente a la lista. Los secuestros express, los arrebatos. No hay inseguridad ni inflación, dice el ministro (el que sea); los demás repiten. No hay tragedias ni vandalismo, son tramposas sensaciones personales. El asalto una ilusión, la billetera flaca un espejismo. Viva el Indec. La Argentina canta a Sandro; tiene un mundo de sensaciones. Descubrir un cargamento de droga es frenar el narcotráfico y una foto de Aldo Rico y/o Sergio Berni al pie de un bulto sospechoso (cocaína en estado de máxima pureza) es el fin de los barones de la droga en América Latina.

La sensación del triunfo K en oktubre es un exceso. El peligroso sujeto de esta ficción es aceptar la ilusión como posible, el espejismo como un colectivo y las elecciones de oktubre como algo no sucedido.

“No es que te maten, es la sensación de que en cualquier momento te pueden matar, ¿entendés...?” ¿A cuántos mataron, con qué estadística me discutís, hay más o menos fiambres que antes...? No importa. “Vos no entendés de sensaciones”. Fin del debate. Si la política es ficción y el modelo es un relato todo calza en su justo y apretado lugar. Sensaciones.

Es fácil y peligroso basar todo en sensaciones. Nunca serán tributarias del álgebra y la geometría. El miedo, el amor, el gol y el voto. Sensaciones puras. Los K llevaron las estadísticas al rango de sensaciones. Tienen estadísticas buenas.

Es cierto, rigurosamente cierto, que la medicina es sicosomática y que el soma se comporta de un modo diferente en mitad de una alegría colectiva que marchando camino a una tragedia. Está bueno ganar, qué embromar. CFK mejora su salud con buenas noticias. Ella y cualquiera.

Los equipos del kirchnerismo están súper enchufados en estos días. El fallo de la CSJ sobre la Ley de Medios, su constitucionalidad, definió que las elecciones ya fueron y el futuro es promisorio, sólo será malo si Clarín sigue vivo. La muerte de Clarín salva el modelo, avanzamos seis cuadritos y los destituyentes se quedan un tiro sin jugar, Sabatella (ex intendente) es un héroe y Lorenzetti (Pdte. CSJ) poco menos que la Malinche.

Hay otra sensación. Cobos, traidor al radicalismo, que lo expulsó de por vida, está disfrazándose de hijo pródigo. La segunda traición fue su llave. Los radicales se sienten eximidos de justificar un imposible. Chau Cobos. Hola Cobos. La sensación radical es que pueden caminar otra vez por el país. En el placard nunca estará el 2001, la Alianza y De la Rúa; ni siquiera las malas crías. La sensación manda: es más fácil un armado electoral si todos somos desmemoriados.

El kirchnerismo, negador de tantas realidades con el argumento de la sensación como valor equívoco, está sintiendo que algo se mueve en la oposición. Binner y Macri tienen votos reales. Viva el Estado honesto y no corrupto, muera el Estado elefantiásico es su diferencia. Discutamos dicen los radicales. Si ganamos todo es nuestro, dicen Scioli, Massa y hasta los insalvables: De la Sota, Insaurralde y Capitanich. El peronismo es uno, uno solo. Tiene dialectos temporales. La Carrió seguirá de valkiria, hay alguien en la carretera. Morales, Sanz, Aguad tienen un nombre en la más importante provincia del país. Margarita Stolbizer advierte que no está sola y que la invitarán a bailar.

El peronismo anti K tomó nota del acontecimiento. Tuvo su sensación. El piso comenzó a moverse. El peronismo anti K tiene los mismos tics que su archienemigo. Todos somos peronistas. Sonrían. Produjeron una foto (risas). Elecciones es la palabra mágica. Internas y generales. Diálogo, programa. Plan. Laburo político. Hum, el peronismo se ha vuelto haragán. Ya tuvieron quince minutos de fama. Construyamos otro relato. La segunda década recargada, mansa y previsible. Dejá el impuesto al cheque y la emergencia económica, no toqués impuesto a las ganancias ni a la bolsa. Cualquier cosa menos bolú.

Propongamos una nueva sensación, la sensación electoral con el mapa delante. Con el mapa delante, los votos K no han crecido. Todo lo contrario. Amarga sensación de displacer en los jardines. La sensación en la residencia, hoy, es un juego de palabras anhelante, ficticio. El diario de Yrigoyen dice: “Tenemos la sensación de que, si hacen las cosas bien, pueden hacer una elección sensacional, si las sensaciones populares las usan a favor...”, la frase la guardan los rosales.

En Balcarce 50, los cronistas registraron otro diálogo. Tengo la íntima sensación de que se van ¿quienes? Ellos. ¿Sí? Sí. Nos quedamos nosotros, los peronistas. Ah, bueno.

(Publicado en diario El Litoral, 03 de noviembre de 2013)

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